2020 fue el más caluroso jamás registrado, según la NASA. Cada vez más sentimos los impactos de la crisis climática, desde incendios forestales sin precedentes hasta huracanes catastróficos.
Para evitar impactos climáticos aún peores, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) estableció que debemos estabilizar la temperatura global por debajo de 2°C y prosiguiendo los esfuerzos para limitarlo 1.5°C, lo cual requiere que las emisiones de CO2 se reduzcan a cero. Esto significa que la cantidad de CO2 que ingresa a la atmósfera debe ser igual a la cantidad eliminada. El logro de este equilibrio entre las fuentes y los sumideros de carbono se denomina “emisiones netas cero” o “neutralidad de carbono”.
Diversos actores públicos, privados y de la sociedad civil están dando un paso al frente para lograr este objetivo. El BID se encuentra entre ellos a través de su apoyo a los países de América Latina y el Caribe que intentan lograr economías de emisiones netas cero para 2050. Esto incluye la preparación e implementación de estrategias de descarbonización a largo plazo, que pueden guiar estrategias de recuperación sostenible en países como Costa Rica, Perú y Chile.
Debemos buscar alcanzar la neutralidad de carbono llevando a cabo un ejercicio inclusivo, participativo y técnicamente sólido para evitar una creencia simplista de que la suma de los ceros conduce automáticamente a la cancelación de las emisiones de gases de efecto invernadero. Recordando que dichos esfuerzos tienen como objetivo principal alcanzar las metas del Acuerdo de Paris de limitar el aumento promedio de la temperatura entre 1.5-2°C.
Aquí compartimos cuatro puntos clave para asegurar que alcanzar la neutralidad de carbono se base en un trabajo sólido.
- Existe un auge de iniciativas públicas, privadas y locales, pero ¿cómo podemos asegurar que los inventarios y las metas sean válidos?
Los países, ciudades y empresas se encuentran entre los muchos actores diferentes que han hecho anuncios para alcanzar cero emisiones netas de CO2 para 2050. Sin embargo, las metodologías adoptadas pueden ser muy diferentes, lo que limita la comparabilidad y la transparencia. Es importante seguir promoviendo que todos los actores adopten la senda de la neutralidad carbono, pero también es importante tener en cuenta los siguientes temas:
Cuando un país realiza su inventario de GEI, considera emisiones de GEI liberadas en suelo nacional, por lo que suele excluir, emisiones vinculadas a la importación o exportación de un bien. Bajo el mismo principio, se puede recurrir al vacío de responsabilidad con respecto al impacto del transporte internacional, las emisiones siendo denominadas como “emisiones búnker” en las estadísticas oficiales de las Naciones Unidas.
Cuando las ciudades o regiones llevan a cabo estrategias de neutralidad carbono deben establecer acciones que estén en dentro de sus responsabilidades y capacidades. Lo cual a veces tiene sus limitaciones en cuanto a generación de energía o margen de endeudamiento.
- Es clave tener en cuenta el espectro completo de las emisiones directas e indirectas
Las empresas suelen centrarse en las emisiones directas de sus productos, pero no integran las emisiones relacionadas con el ciclo de vida. En la jerga de la huella de carbono, hablamos de Scopes 1 y 2, que son las emisiones directas y se refieren principalmente al consumo de electricidad durante la producción, versus, las emisiones Scope 3, que son emisiones indirectas.
Estas últimas suelen ser un porcentaje importante de la huella de carbono de una empresa, ignorarlas equivale a excluir una parte significativa de las emisiones de GEI.
Por ejemplo, para un grupo bancario, ¿deberíamos contabilizar únicamente las emisiones de sus oficinas y viajes de negocios, o deberíamos incluir las emisiones de su cartera? Para una compañía petrolera, contar las emisiones scope 1 y 2 equivale a considerar las emisiones de la extracción y producción de petróleo o gas, así como la energía para el funcionamiento de las refinerías / sitios petroquímicos, pero no las emisiones scope 3 vinculadas a la combustión del petróleo vendido que puede representar más del 80% de las emisiones de GEI.
- Escoger mediciones que representen la cadena de valor
Algunas empresas están adoptando objetivos de neutralidad de carbono a largo plazo basándose en un índice que se considera relevante para su actividad de ventas en lugar de cancelar sus emisiones totales o “absolutas”. Por ejemplo: los grupos petroleros han contraído compromisos basados en las emisiones de GEI en CO2 equivalente en comparación con la cantidad de energía vendida (gramos de CO2 equivalente por megajulio) y algunos otros basados en las toneladas de CO2 por producto vendido. Algunas empresas establecen sus metas de reducción de emisiones ligadas a sus ventas por lo que una reducción de ventas podría traducirse en reducción de emisiones, pero en la realidad no es el caso.
- Equivalencias de GEI: cuidado con el metano
Las emisiones de GEI incluyen varios gases de efecto invernadero, no solo CO2. Los escenarios del IPCC que buscan limitar un aumento de temperatura a 1,5°C a largo plazo se basan en una reducción neta de las emisiones de CO2 a cero en 2050 y una reducción profunda de las emisiones de metano y carbono negro (35% o más de ambos para 2050 en relación con 2010).
Algunas estrategias de carbono neutralidad se basan en una suma de CO2 equivalente para definir su objetivo de neutralidad en 2050. Para ello, convierten el metano y otros GEI en CO2 equivalente mediante coeficientes de conversión de potencial de calentamiento global (GWP) a 100 años después de la fecha de emisión del gas. Sin embargo, esta metodología no es la más recomendada, ya que el metano tiene un coeficiente de conversión de CO2 equivalente que varía significativamente según el horizonte temporal elegido (el coeficiente de conversión es de 84 para un impacto a 20 años y de 28 para un impacto a 100 años). Por lo tanto, cuanto más se acerque al 2100, más será necesario utilizar un GWP calculado para cada año de emisión en un momento determinado durante un siglo. Esto complica el análisis por lo que la metodología del IPCC, que separa las metas de emisiones por tipo de GEI, es más adecuada.
Llegar a cero emisiones netas: la neta del planeta
La neutralidad de carbono a 2030 es un hito complicado, pero no imposible, pero requiere una reducción efectiva de las emisiones de GEI. Además, la neutralidad carbono también implica medios para compensar las emisiones de GEI que no se puedan reducir, así como establecer mecanismos de mercado, un tema donde se han centralizado las negociaciones del Acuerdo de París, y el artículo 6, y que la COP26 de noviembre intentará resolver. Estas medidas de compensación tienen un papel crucial que desempeñar, pero establecer las reglas tiene variables políticas y técnicas que deben abordarse. Esto lo analizaremos en nuestro próximo blog.
Columna publicada originalmente en Blog del BID