Históricamente los centros de las ciudades son los ejes en los que se constituyen los núcleos financieros, comerciales y patrimoniales de las ciudades. Son las áreas que más protección requieren y a la vez están más afectados por los problemas urbanos, entre ellos la movilidad.
Una problemática común que comparten muchas ciudades de Latinoamérica, sin importar su tamaño o localización geográfica, es la presencia de amplios espacios centrales deteriorados o subutilizados. Estas áreas centrales en general están bien dotadas de infraestructuras y espacios públicos urbanos, pero contienen gran cantidad de edificios en diverso grado de abandono o subutilización y además han sido desatendidas progresivamente con los años.
Para el arquitecto español, Iñaki Ábalos, quien dirigió el Departamento de Arquitectura de la Universidad de Harvard (GSD) entre 2013 y 2016, “los centros han sido objeto de dos agresiones muy grandes: una es la facilidad para la especulación urbana que se sitúa en el puro negocio inmobiliario y la otra agresión ha sido el automóvil, la dictadura del automóvil.”
Sin duda, la puesta en valor y recuperación de los centros urbanos se presenta en las actuales circunstancias como una gran oportunidad de desarrollo para las ciudades. El funcionamiento de los mercados urbanos, sin embargo, no promueve espontáneamente ese desarrollo.
Ante esta dificultad, el arquitecto urbanista Eduardo Rojas señala en su libro Volver al Centro que “el deterioro y subutilización de las áreas centrales sólo pueden abordarse por medio de una acción pública. No sólo porque el sector público es el actor social responsable de procurar el bien común, sino también porque es el único con la capacidad de desarrollar una visión a largo plazo y posee los instrumentos necesarios para abordar el problema de coordinación que los actores privados enfrentan en estas áreas.”
Ábalos comparte este argumento. “La vuelta a la ciudad es un fenómeno que ha habido que apoyarlo con iniciativas públicas, inversiones públicas y privadas también, que si se hacen de una manera hábil, funcionan muy bien”, destaca el español.
El mayor desafío para el sector público será entonces resolver este problema de coordinación y lograr que los actores privados del desarrollo urbano (inversores inmobiliarios, propietarios, empresas, organizaciones de la sociedad civil, familias demandantes de viviendas, consumidores) entren en un círculo virtuoso que ponga todo el suelo urbanizado disponible en las mejores condiciones.
Para ello, también lo afirma Rojas el gobierno urbano “tendrá que generar un entorno que atraiga a familias y empresas a instalarse en las áreas centrales desencadenando procesos autosostenidos de recuperación de activos inmobiliarios y desarrollo de terrenos baldíos.”
Un primer paso: reorganización del transporte
La recuperación de áreas urbanas centrales tiene en su estrategia de intervención diversos asuntos de alta complejidad, pero uno de ellos primordial, es el desarrollo de nuevas infraestructuras de transporte dentro de esas zonas urbanas que abran oportunidades para la revitalización urbana, la reorganización de las infraestructuras de movilidad existentes y el desestimulo del vehículo particular.
Para el profesor y escritor colombiano José Guillermo “Memo” Ánjel, “el centro debe ser un lugar que convoque, que le permita al ciudadano llevar a cabo actividades para relajarse: comer, ver un espectáculo o caminar. Con un alto flujo vehicular, se afecta el comercio, lo urbanístico se deteriora y la inseguridad aumenta”, explica el docente.
Varias ciudades en el mundo son ejemplo en la aplicación de acciones relacionadas con la movilidad. El Ayuntamiento de Madrid decidió en 2015 cerrar 190 hectáreas en el centro de la ciudad al vehículo particular. Y recientemente fue anunciada por la alcaldesa, Manuela Carmena, la creación de una gran zona residencial en el distrito del Centro, que funcionará a partir de 2018 y que contempla la instalación de un Área Central Cero Emisiones que sustituya a las Áreas de Prioridad Residencial (APR) actuales. A esto se sumará una reforma de las vías de acceso, la reducción de velocidad a 70 kilómetros por hora en la M-30, la ampliación de los carriles bici y la construcción de aparcamientos disuasorios.
En los últimos años, varias ciudades europeas también han aplicado iniciativas similares. Berlín, Atenas, Estocolmo y París son algunas de las capitales que han dado pasos en el sentido de reemplazar los autos alimentados que usan combustibles fósiles por bicicletas y sistemas de transporte eléctricos.
Sobre este tema expertos advierten que los cambios en materia de movilidad deben ser paulatinos, porque hay metrópolis que aún son muy dependientes de los vehículos particulares. Debería hacerse un cambio consensuado con restricciones de horas y selección de espacios o anillos viales específicos en los que se le dará prioridad al peatón.
Ciudades latinoamericanas que recuperan sus centros
Varias ciudades de Latinoamérica vienen ya avanzando en la recuperación y mejoramiento de sus centros, atendiendo cada una sus particularidades.
Quito, por ejemplo, ha gestionado en los últimos 15 años la recuperación de su Centro Histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El Plan de Rehabilitación ha pretendido devolverle su importancia funcional, revitalizando las actividades comerciales, facilitando el acceso a los servicios y promoviendo el correcto uso y mantenimiento de los edificios públicos y privados. El plan ha tenido varias fases y hoy enfrenta un gran reto con el paso por el Centro Histórico del Metro en construcción.
Bogotá, a través del gobierno del alcalde Enrique Peñalosa, también ha iniciado un proyecto para la revitalización del centro de la ciudad. El primer paso es un proyecto de acuerdo que dé vía libre a la creación del Instituto para el Desarrollo del Centro, una gerencia que se encargue de priorizar todos los proyectos para este sector y que centralice la administración de los mismos. El plan contempla, entre otros aspectos, adopción de monumentos, renovación de jardines, peatonalización de vías, mejoramiento de iluminación pública.
Pero quizás uno de los planes más interesantes es el que adelanta la Ciudad de Panamá. Como parte del Programa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del BID, incluyó en el “Plan de Acción Panamá Metropolitana: Sostenible, Humana y Global” como temas prioritarios la movilidad urbana, el ordenamiento territorial, y la recuperación de su Centro Histórico.
El plan del Centro identificó como uno de los mayores problemas la congestión vehicular. Por ello para el desarrollo equitativo de los tres corregimientos que forman parte del Centro Histórico: Chorrillo, el Casco Antiguo, y Santa Ana, el enfoque en la movilidad busca, primero, garantizar una conexión con la Ciudad de Panamá, y segundo, revitalizar el centro a partir de la creación de espacios públicos, redes viales, gestión de estacionamientos en las afueras y un sistema de transporte público que sirva a la zona. El plan también contempla revitalización de espacios activos como el Mercado San Felipe Neri.
Estos buenos ejemplos latinoamericanos son evidencia de lo importante que resulta hoy en el desarrollo de ciudades más humanas, la recuperación y revitalización de los centros. Las medidas en dirección de privilegiar al caminante y el transporte público son sin duda una tendencia mundial, pero más allá de esas medidas, es también la decisión ciudadana la que puede lograr las transformaciones.