La directora del Instituto Von Humboldt habló con LA Network sobre biodiversidad, ciudades y diversidad.
La bióloga Briggitte Baptiste, directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, no tiene ningún reparo en hacer un viaje de cinco horas por carretera entre el aeropuerto de Rionegro (cerca de Medellín) y el municipio de Jardín (suroeste de Antioquia), para hablar de biodiversidad y contagiar a los colombianos con su compromiso con la naturaleza.
Allí, invitada para la conferencia inaugural del 2° Festival de Cine ‘Con los pies en la tierra’, que tuvo como uno de sus ejes académicos el medioambiente, Baptiste habló con LA Network entre otros temas, sobre la biodiversidad en las ciudades, la sostenibilidad, la necesidad de planificación de las grandes urbes y cómo, algunas de ellas son, contrario a lo que se piensa, oasis para la naturaleza.
¿Por qué el ser humano se ubica como un elemento externo a la biodiversidad?
Porque aunque somos biológicos, orgánicos e indudablemente parte de los ecosistemas y estamos integrados, la ‘política’ de la biodiversidad la ejercemos nosotros y entonces siempre nos vemos en una situación de observadores y creamos la separación: es inevitable para pensar ‘acerca de’. Sin embargo, debemos pensarnos a nosotros mismos inmersos en medio de la flora, la fauna y las formas de vida, ya que además estamos totalmente conectados: nuestro sistema digestivo está lleno de bacterias y bichos sin los que no podríamos vivir y somos genéticamente emparentados con todo el resto de flora y fauna.
Colombia se vuelve cada vez más urbano, ¿cuidan las ciudades colombianas la biodiversidad?
Creo que no, escasamente hay algunas administraciones que esporádicamente se pellizcan y hay cada vez más preocupación ciudadana porque los humanos resienten más los muros, incluso más que la vegetación, los insectos, las aves. El ambiente urbano es muy duro para la gente que ‘enloquece’ y reclama más cuidado. El humano pide cada vez más ciudades amables y vivibles.
La región Andina y sus ciudades más grandes acogen más del 70% de la población colombiana y necesita restaurar 14 millones de hectáreas, ¿cómo se defiende la biodiversidad ante el embate de los humanos y sus actividades?
Curiosamente muchas ciudades colombianas espontáneamente son muy biodiversas porque el entorno en el cual se instauraron las colonizó -y este tema es algo que no está mínimamente estudiado-, en las ciudades ecuatoriales o del trópico húmedo como la biodiversidad es tan vigorosa, esta se adapta y coloniza y las ciudades colombianas son ciudades nuevas, jóvenes.
Las ciudades intermedias son todavía muy dispersas y atractivas para la gente pues aún son muy amables.
En las otras ciudades la biodiversidad está volviendo a encontrar caminos porque allí hay comida, hay energía, hay espacios, los techos se llenan de semillas y ahí prosperan las aves y eso ecológicamente es una fase distinta de organización de las cosas. Es un territorio que hay que saber leer, saber hacia dónde lo llevamos, aprovechar esa fuerza de restauración natural.
Pero los impactos antrópicos en los territorios de ciudades son tenaces…
Claro, los seres humanos se la ponemos difícil a la biodiversidad y tenemos una mentalidad de la ciudad de cemento, de la ciudad limpia. Mira los problemas que uno escucha que los alcaldes talaron los árboles, que cerró tal parque, que el modernismo es siempre una idea de la modernidad urbana, una mentalidad muy colonial de imponer un orden de cosas al territorio, pero hay ciudades que se han convertido en refugio de biodiversidad.
¿Y cómo es eso, denos un ejemplo?
Hay ciudades que están en medio de paisajes muy intervenidos, paisajes agropecuarios en muchos casos en donde hay agrobiodiversidad, cultura campesina pero también agroquímicos, mucha erosión y entonces no hay condiciones ecológicas para que muchas especies progresen y estas se refugian en las ciudades. Hay agroquímicos, hay humo, cosas raras que hay en el paisaje y uno ve que el casco urbano es verde y alrededor unas áreas tremendamente deforestadas e intervenidas. Este es otro fenómeno que tampoco lo hemos estudiado pues solo se ve desde el aire. Por ejemplo las ciudades del Valle del Cauca: en esos desiertos de la caña se ven ciudades verdes, con doseles, con samanes, jardines, vegetación, solares floridos y todos los pájaros viven ahí, son como islas para la biodiversidad, son dos caras de la moneda. Esos verdes son referentes para los adultos vinculados de alguna manera al campo y hay que fomentar eso en los jóvenes para que no se pierda.
¿Qué panorama tiene de la diversidad cultural, de género, de pensamiento en las ciudades?
Las convenciones mundiales reconocen hoy la diversidad cultural como una dimensión de la diversidad biológica. De hecho hoy cada vez se habla más de diversidad biocultural. Entramos en un momento en el que se reconocen las asociaciones entre territorio, seres vivos y cultura porque son realmente inseparables: uno no puede construir cultura del abstracto y del vacío, la construye a partir de su experiencia de cuerpos experiencia del territorio y a través de ese proceso resignifica el resto de los seres con los que uno vive.
Por eso nos parecen dignos de respeto y alabanza los pueblos indígenas, por su integridad que está constituida de esa manera, su lengua para significar lo que su territorio contiene y darle significado. Eso lo hemos perdido mucho por el proceso de globalización y expansión de la humanidad.
Son entornos bastante distintos…
“Pero se generan nuevos arreglos que definen el relacionamiento de la cultura y la naturaleza en otras escalas. Yo, por ejemplo. Me cuesta sentirme de alguna parte específica. Nací en Bogotá, esos paisajes por supuesto significan muchas cosas pero yo no vivo de pensar en Bogotá y comer lo bogotano… soy bastante desarraigada pero ese desarraigo se constituye en una fuente de otro nivel de relacionamiento que puede ser mucho más filosófico, conceptual, también económico, de decir esto es solo una parte, porque mire como es Medellín, mire lo que les pasa a los de Nueva York, a los de la India que es un sentido de humanidad en el planeta. Estamos en el surgimiento de la conciencia planetaria que es múltiple, que tiene muchas expresiones y que sobre todo se capta viajando leyendo y trabajando con el arte, los artistas, abriendo la mente.
¿Es necesario estandarizar el mundo, las ciudades, para prevenir la depredación, el prejuicio por lo diverso, las personas diversas?
Yo creo que no, creo que la noción de unidad en la diversidad hace que un proyecto unificador o globalizador sea contradictorio desde esa perspectiva porque la diversidad es inevitable, nace de puntos muy concretos del territorio y se expresa ahí.
Creo que en las ciudades lo que pasa es que la gente, gente que nace en un edificio, que crece en una cuadra de cemento, tiene una experiencia directa con otros seres vivos muy limitada. En mi casa, siendo en el centro de Bogotá había conexiones con muchas cosas y luego viajamos mucho, es eso lo que me cambia el chip. Sé que muchos de mis compañeros que nacieron en Bogotá carecen de esa amplitud del mundo y les cuesta trabajo y lo extrañan.
¿Para lograr ciudades sostenibles debe haber siempre biodiversidad?
Curiosamente la relación entre biodiversidad y sostenibilidad no es unívoca y no es tan clara como se podría pensar. Porque la biodiversidad funciona sobretodo en tiempos evolutivos, es la que mantienen la integridad y la salud planetaria y la que mantiene las cuencas hidrográficas funcionando, ciertos servicios ecosistémicos. Pero en la ciudad podríamos vivir en un mundo bastante estéril, eso no es tan grave porque las ciudades son islas que fluyen bajo otra lógica distinta a lo orgánico y lo biológico. Pero si esas islas crecen demasiado, inmediatamente comienzan a generar una infección como un daño demasiado grande y se vuelven un agujero negro en el paisaje, que comienzan a chupar todos los recursos y sin biodiversidad en la ciudad es poco probable que la gente se dé cuenta de los recursos que requiere de afuera.
La población humana llegará a 7.000 millones de personas y un 70 u 80% estará en las ciudades. ¿Acabaremos con los recursos, la biodiversidad?
El debate lo abordan más los sociólogos, ahora, yo no soy neomalthusiana, no me preocupa tanto la bomba demográfica como la incapacidad de los seres humanos de distribuir el bienestar que hay en el planeta. Si uno compara China con India, con el resto del mundo por esas densidades, la historia y lo que sucede biológicamente, Colombia está desocupada, ni hablar de Australia. Además el hecho de que la gente viva en ciudades les da una capacidad de agregación y de asociación como en una colmena que libera mucho espacio, que puede ser mejor planificado. Entonces el ordenamiento espacial de la población humana todavía tiene un margen bastante grande de maniobra para el rediseño del mundo y ahí es donde tenemos que pensar qué es lo que debemos cambiar y cómo incidir en esa transformación y rediseño del mundo para darle espacio a lo seres silvestres, a todos los otros seres vivos de manera suficiente y satisfactoria.