Así es gobernar un municipio fronterizo y opositor en Venezuela

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LA Network
27 julio, 2017 - Gobernanza

Le dicen ‘Tato’, no le tiembla la voz para calificar al Gobierno nacional de dictadura y sus nietos estudian en la ciudad colombiana de Cúcuta. Gestiona un municipio en oposición con todas las consecuencias que ello conlleva.

Alejandro García – alcalde de Ureña. Foto: Alcaldía de Ureña

Alejandro García es uno de los 17 alcaldes opositores del estado fronterizo de Táchira, el de más actividad en los límites con Colombia después de la capital, San Antonio de Táchira. Gobierna desde 2013 un municipio de cerca de 50.000 habitantes que durante décadas ha formado una relación que hoy tiene como evidencia que “la mitad de la población es colombiana y la mitad venezolana”: Pedro María Ureña.

Y la relación de ‘Tato’ con Colombia no es simplemente política y comercial. Él se considera un ‘integracionista’ que “practica la hermandad con los colombianos”, que tiene una hija casada con un ingeniero colombiano y dos nietos con doble nacionalidad que estudian en Cúcuta.

Para describir la situación actual de su municipio frente a la crisis social  y política que vive su país, dice que Ureña no es “ni de luz, ni de sombras”. Lo dice porque a pesar del inventario de dificultades y reveses, cuenta con positivismo que en lo que va del 2017 ya sus contribuyentes pagaron la totalidad de los tributos de la vigencia.

“Este es un municipio pujante con una economía propia que tiene una recaudación de impuestos buena, de hecho a final del mes siete ya tengo recaudado todo lo que tenía proyectado recaudar en todo 2017. Ya estoy recogiendo superávit y me quedan cinco meses larguitos lo que indica que vamos a recaudar el doble de lo presupuestado en temas financieros”.

Fronteras invisibles

Para ‘Tato’, la afectación más grave que ha traído la situación política de su país es los cierres de la frontera, un hecho con implicaciones sociales y económicas tremendas, según relata.

“La mayor afectación que ha tenido mi alcaldía ha sido el cierre de la frontera con Colombia, el acoso permanente de un gobierno dictatorial de Venezuela que no tiene misericordia con nadie, ese cierre de la frontera afectó a todos y no le importó nada”, afirma con voz sólida y recia.

Su reclamo tiene un inventario de sucesos. Uno básico, por ejemplo, fue la destrucción de la conexión de las vidas de venezolanos y colombianos a través del transporte binacional. Sus paisanos y él mismo extrañan a la empresa colombiana Transoriental que con una frecuencia de 15 minutos y una flota de 60 buses, era el sistema circulatorio de una relación de cinco o seis décadas.

Otro duro golpe para el desarrollo económico de la población fue la expropiación por parte del gobierno nacional, de la Central Azucarera del Táchira que molía aproximadamente unas 250.000 toneladas de caña, indica ‘Tato’.

“El 40% de la caña llegaba de Colombia y el 60% eran sembradas acá en el país con una mano de obra de 700 trabajadores que cortaban la caña y unos 300 que hacían mantenimiento en las fincas. Hablamos de más o menos 1.000 trabajadores colombianos, eso se terminó. Ya no se muele ni una sola tonelada”, lamenta el mandatario.

Se duele también de lo que destruyó el cierre de las fronteras fue el intercambio comercial de doble vía que durante las últimas décadas alimentó la cotidianidad de ambos lados de una línea para muchos inexistentes gracias a la hermandad entre sus pueblos.

Sin embargo, no todo es negativo para el alcalde que este año debió reconocer la presencia de la guerrilla colombiana del ELN y que estos acosan a los empresarios de su región. El mandatario destaca que pese a ese cierre, siguen existiendo canales de tránsito de alimentos y medicinas que hacen de su municipio, uno privilegiado frente al resto de su país.

Panorámica de Ureña. Foto: Alcaldía de Ureña

Sobreviviendo

“Todo lo que se hace en Venezuela se está haciendo con un esfuerzo sobrehumano: no hay recursos, ni apoyo del gobierno nacional, ni maquinaria, estamos es sobreviviendo”, expresa García. Cuenta que la situación es tan compleja que no han podido renovar la flota de camiones recolectores de basura, muchas veces no hay ni llantas ni baterías para su operación.

Critica abiertamente la situación económica que ha llevado a que en este momento el salario mínimo en su país llegue solamente a los 30 dólares, “es uno de los más bajos del planeta, hay que vivir con un dólar al día”.

Pero una muestra de esa resistencia y resiliencia de Ureña, es la ensambladora de carrocerías para buses en este municipio y que tiene la capacidad de 2.000 unidades anuales. Destaca García que también permanece la producción textil, en este caso de jeans y un parque industrial que considera importante.

Y tiene fe el alcalde opositor. Dice que espera una mejor vida para sus paisanos y su país, pues “más temprano que tarde, la situación volverá a ser como antes”.

Espera que se reabra la frontera, que se logre concluir la terminal de transportes que privados construyen cerca al puente internacional de Tienditas, uno que dice orgulloso “tiene seis carriles, tres en cada dirección y pronto vamos a tener un centro comercial como el Unicentro de Cúcuta, con hotel cinco estrellas y clínicas estéticas”, dice con un positivismo que no deja dudas.

Como no tiene duda de lo que su municipio representa en términos políticos frente a la presidencia de Nicolás Maduro y su constituyente: “En las votaciones del domingo 16 de julio recogimos 10.850 electores en contra de la Constituyente y ese mismo día era el simulacro del chavismo del domingo 30 y no se presentaron ni siquiera 1.000 personas estuvimos en más de 1.000 %”, comentó.

Sin embargo, al inicio de cada día de mandato, sabe que el orgullo de tener una finca con más de un kilómetro de linderos con su amada frontera con Colombia y ser un opositor en su país, lo pone en riesgo pese a gobernar en un oasis en medio del desierto oficialista: “Las fuerzas armadas venezolanas están apoyando una dictadura y aquí no hay respeto por la Constitución, por las leyes y los alcaldes tenemos que tener mucho cuidado de cómo actuamos para que no nos pongan un falso positivo que nos perjudique o nos lleve a la cárcel, acá no hay régimen democrático, acá hay una dictadura”.