“No es lo mismo producir casas que construir ciudad”: João Sette Whitaker Ferreira

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LA Network comparte las reflexiones del urbanista y académico brasileño João Sette Whitaker Ferreira, tras su paso por el servicio público como secretario de Vivienda de São Paulo. Críticas al estado en Latinoamérica, las dificultades de articulación entre los distintos niveles de gobierno y la evidencia de la falta de autonomía financiera y de recursos de las ciudades para acometer la agenda urbana, son algunos de sus principales temas de reflexión.

João Sette Whitaker Ferreira – urbanista, exsecretario de Vivienda de São Paulo

Uno de las mejores experiencias que se lleva del sector público al regresar a las aulas de clase el exsecretario de Vivienda de São Paulo, João Sette Whitaker Ferreira, es tener ahora sí, la riqueza de haber estado en las dos orillas del urbanismo.

Profesor de la Universidad de São Paulo; Doctor en Arquitectura y Urbanismo; coordinador del Laboratorio de Vivienda y los Asentamientos Humanos (LabHab) de la U. de São Paulo además de docente visitante en universidades europeas como la Université de París 3 – Sorbonne Nouvelle; fungió durante un año como secretario de la Vivienda luego de participar en un consejo asesor voluntario creado por el exalcalde Fernando Haddad, como una de sus primeras experiencias ‘públicas’.

Tras su paso en el 2016 por esta cartera, crucial en una megaurbe  de 12 millones de personas, el urbanista reflexionó sobre varias distorsiones como las que hay entre el urbanismo académico y la ejecución pública; la que hay entre las formas de estado en la región y la de construir viviendas casi que en serie, sin articularse a la construcción de ciudad.

¿Cuál es el principal aprendizaje al regresar del sector público de nuevo a la academia?

La academia tiene una tendencia a proponer un montón de cosas y a discutir sin tener todo el dominio de cómo funciona la realidad y este paso por esta realidad es muy importante para el académico, para el investigador.

¿Cuál realidad es esa?

La que se vive desde el punto de vista del gestor público, el enorme impacto fue darme cuenta del nivel de dificultades, del nivel de obstáculos que existe y que a veces quien está afuera no tiene ni idea del nivel de detalles, de pequeñas cosas, ni del tiempo que se lleva poner en práctica pequeñas ideas. Desde afuera, desde la academia, tenemos ideas increíbles y decimos por qué no sabe esto, por qué no hizo aquello: bueno, siéntate ahí para conocer las dificultades legales, jurídicas institucionales y políticas que te impiden hacer realidad estas ideas.

¿Y como urbanista, qué descubrimientos hizo del ejercicio público?

Pero también por ese otro lado me sorprendió mucho cuando, no sé si es una situación un poco específica porque São Paulo es una ciudad muy grande y con un presupuesto gigantesco, muy grande y mucho poder; la enorme capacidad y potencialidad de cambio que uno tiene cuando está en el Estado. Sí es verdad que es muy difícil, pero también es verdad que si uno quiere hacer cambios, tiene cómo hacerlos de una manera bastante significativa, eso me impresionó mucho.

¿Entonces el aforismo de que si hay ‘voluntad política’ se puede, es cierto para usted?

Hay una realidad en la que, si hay una voluntad política, la perspectiva de cambiar este Estado que tenemos patrimonialista, que está hecho más para impedir que para ir adelante, se puede. El Estado no es una persona, un ente con vida, no lo hace porque son las personas las que no lo quieren hacer y si hay un grupo que lo quiere hacer, las posibilidades son enormes, eso me impresiona mucho, entonces eso es importante ahora que regreso a la academia.

Avenida Paulista de Sao Paulo- Foto: Phaelshots_ – Shutterstock

¿Podría ampliar ese concepto de Estado patrimonialista que acaba de criticar?

Yo siempre en la academia hago una reflexión sobre la naturaleza del Estado en Brasil y América Latina que llamó el Estado patrimonialista, que es una Estado completamente diferente del Estado de bienestar social y que es un estado muy peculiar, al servicio de los grupos dominantes y que siempre confunden lo público con lo privado.

¿Lo confunde o es un propósito confundirlo para beneficiarse?

En la historia siempre hacen políticas públicas que no son exactamente públicas, que interesan a los grupos dominantes,  al 30 o 35% que domina nuestras sociedades. Políticas que deberían ser para el otro 70%. Entonces yo estudio eso y ahora voy a poder traer muchos ejemplos prácticos, cómo este ADN del Estado patrimonialista se pone en la práctica.

¿Cuáles otros fenómenos rodean ese estado patrimonialista?

Las dificultades que existen en esta sociedades son que tenemos el papel del populismo, de las nuevas religiones que están ahí evangélicas, el crimen organizado, de las redes paraestatales, del paraestado; entonces en todo eso es muy importante estar ahí para ver cómo funciona y como son las formas de funcionamiento, las metodologías para poder estudiarlas mejor. Entonces creo que tengo un campo de estudio que se abrió de manera incomparable cuando volví a la academia, eso es muy interesante.

¿Cómo han afectado los cambios políticos en su país en la gestión del territorio, las relaciones entre los distintos niveles del gobierno?

Es un gran problema en toda Latinoamérica y en Brasil es muy grande. Hay una primera cuestión de orden administrativo. No sé cómo es en otros países pero en Brasil por lo menos hay una insuficiencia de niveles de administración y de gobernabilidad. Es decir pasamos del gobierno federal a un estado que es dos veces el tamaño de Bélgica; São Paulo es la mitad de Francia y del estado pasamos directo a una municipalidad que puede tener 3.000 habitantes o 12 millones como São Paulo y que tiene la misma reglas del juego. Entonces allí hay una dificultad, pues si tomas Francia verás que tiene siete unidades administrativas entre el gobierno central y la municipalidad.

Posesión de João Sette Whitaker Ferreira como secretario de Vivienda de São Paulo.

¿Eso cómo afecta en las políticas de vivienda, por ejemplo?

Hay un escalonamiento de responsabilidades, de distribución de los presupuestos, de competencias y ese es un problema.  Con la Constitución del 88 se avanzó mucho en la democratización y se creyó que era muy importante devolver a las municipalidades su autonomía. Ellas quedaron muy autónomas en sus prerrogativas territoriales y de vivienda, son ellas las que definen la política territorial pero tienen muchos deberes y muchas prerrogativas pero no plata para hacerlo y se quedaron todas muy dependientes de la distribución de dinero, de las inversiones federales o del estado, lo que en Brasil es muy complicado.

Pero São Paulo es una entidad muy fuerte presupuestalmente…

En São Paulo estamos en una situación especial: tenemos un presupuesto gigantesco de 55 a 60 mil millones de reales (20 mil millones de dólares). Pero es una situación propia, entonces  cuando hablamos de políticas urbanas y de vivienda y esas políticas tienen la característica de ser muy caras, una ciudad como São Paulo no tiene la capacidad de presupuesto para resolver su problema de vivienda. En cuestiones urbanas, de saneamiento, de redes eléctricas, de transporte y de vivienda,  estamos siempre dependiendo de un flujo vertical de financiamiento, que venga desde el gobierno federal o internacional. De ahí todas las dificultades administrativas y políticas que causa esta escasez, acá decimos pasar la taza de té (pedir recursos).

¿Y el panorama nacional en este tema es cuál?

En Brasil todos los estados están en situación de déficit y casi quebrados. También los municipios, pero la excepción es São Paulo, en donde hicimos un trabajo de saneamiento financiero y cuando salimos dejamos la ciudad en una situación favorable. Pero la realidad es que no hay plata para resolver situaciones estructurales y esto es para abrir una discusión en toda América Latina.

Entendemos que su enfoque en la Secretaría era pasar de la vivienda al concepto de hábitat, ¿lo logró?

Lo que pasó al final del gobierno en el que participe, es que todos los municipios y los estados habían entrado en una lógica  de gran política de producción en masa de viviendas que era ‘Mi casa, mi vida’ que seguía el modelo mexicano y chileno y estos modelos tienen una característica que es incentivar una producción en masa, una producción de casas y no una construcción de ciudades: el municipio solo sabía hablar de que el problema de viviendas era hacer casas y no construir ciudades, no pensar en hábitats.

¿Entonces no pudo cambiar esa perspectiva pública?

En ese entonces había mucho dinero de ‘Mi casa’ que venía para la municipalidad, lo que le parecía bien al municipio pues producía casas pero cuando yo asumí no había eso pues había crisis económica y política y el gobierno estaba cesando el paso de dinero. Entonces quedó en evidencia que un municipio no puede depender de un único programa de producción en masa y entonces hicimos un Plan de Vivienda de Habitación para el municipio con una perspectiva de 16 años en que intentamos construir una lógica sistémica de la vivienda.

¿En qué consistió ese plan?

Iba desde cuestiones de urbanismo de cómo se estructura esta ciudad y poder romper el desbalance con más densificación poblacional y de construcción, hasta soluciones diversificadas de vivienda: que no sea solo producir casas nuevas, pero que sea la urbanización de las favelas, las transformación de esas zonas precarias haciendo barrios verdaderos y gestionando la atención a la personas más vulnerables con una política social de vivienda, de sistema de vivienda social. Además, una construcción de una política de alquiler social  como adquirir un ‘parque’ público de vivienda para ponerlo al servicio de alquiler social, hacer la regulación del alquiler privado; es decir aumentar el campo de acción de la política que integre lo económico, el transporte, equipamiento público y se comience a visionar el problema específico por una política de ciudad más amplia.

¿Y cuál fue el balance entonces con los cambios en el gobierno?

Nosotros hicimos el Plan y lo estructuramos de manera participativa involucrando a más de 5.000 personas presencialmente y más de 20.000 por internet.  Los movimientos de vivienda lo tomaron para sí como un instrumento de trabajo. En los últimos días de gobierno lo enviamos a la Cámara Municipal y lo transformamos en un proyecto de ley, pero como fue muy asimilado por la sociedad, a pesar del cambio el nuevo gobierno está obligado a seguir el plan, al menos discutirlo.