A día de hoy, casi 8 de cada 10 colombianos vive en ciudades. Algunos llegaron allí por voluntad propia en busca de mejores oportunidades laborales, otros lo hicieron forzados por el conflicto armado y otros simplemente ya las habitaban desde hace mucho tiempo.
Este proceso de urbanización, que se incrementará en los próximos años, ofrece innumerables oportunidades, especialmente en lo que refiere al aumento de la productividad y competitividad, pero también presenta retos apremiantes. Al igual que sucede en el resto de América Latina, varias ciudades colombianas registran altas tasas de informalidad laboral, de vivienda y de transporte público que están limitando el crecimiento económico y ralentizando la llegada de la prosperidad para todos los ciudadanos del país.
Pero la «triple informalidad» (en vivienda, transporte y empleo) no es exclusiva de las ciudades colombianas, sino que responde a un fenómeno que se expande por toda América Latina. Las viviendas informales, los mejorables sistemas de transporte o los empleos informales no son solo existen en Bogotá, Barranquilla, Cartagena o Medellín, sino también en México DC, Buenos Aires, San Pablo, Lima o Quito.
Ante esta evidencia, si queremos que Colombia y Latinoamérica entren en la liga de las economías más avanzadas, será imprescindible convertir a nuestras ciudades en verdaderos motores de crecimiento e inclusión. Para lograrlo, primero deberemos potenciar las infraestructuras, especialmente las de transporte y de servicios públicos, y mejorar las regulaciones de uso del suelo, con el fin de lograr que las ciudades absorban los flujos migratorios y expandan su tamaño de forma ordenada, al tiempo que se facilita el acceso a nuevas oportunidades económicas.
En el nuevo Reporte de Economía y Desarrollo elaborado por CAF -banco de desarrollo de América Latina-, ofrecemos algunas soluciones para revertir la situación actual, como son optimizar el uso del suelo que establece dónde se localizan las empresas y las familias en una ciudad; flexibilizar el mercado residencial, que determina la calidad, el precio y la disponibilidad de las viviendas; o mejorar la infraestructura de transporte para mejorar la forma en que se mueven los habitantes de las ciudades.
Las ciudades de América Latina presentan un uso más intensivo del suelo urbano que las urbes de países desarrollados. En Bogotá, por ejemplo, la densidad poblacional relativa a la superficie construida es 245 habitantes por hectárea, mientras que la densidad promedio de las ciudades con más de tres millones de habitantes en Europa y América del Norte es 60 y 25 habitantes por hectárea respectivamente.
Las mejoras en los sistemas de transporte y de movilidad también están entre las tareas pendientes de las ciudades colombianas y latinoamericanas. Las dificultades de movilidad impiden que las personas accedan a los mejores empleos disponibles y que las empresas contraten la mano de obra más preparada, disminuyendo así la productividad de toda la ciudad. Según una encuesta realizada por CAF para este reporte, el latinoamericano promedio tarda 40 minutos desde su casa al trabajo (sin contar el tiempo de retorno). En ciudades como San Pablo, Bogotá, Ciudad de México y Lima una cuarta parte de la población emplea por lo menos una hora al día para llegar a su trabajo.
Entre las medidas que pueden ayudar a mejorar la accesibilidad urbana están la reducción de los costos de congestión de las ciudades regulando el uso de vehículos privados a través de impuestos a la congestión, tarifas diferenciadas en autopistas o impuestos al combustible.
En cuanto a la vivienda, son pocas las familias de América Latina que pueden hacer frente al pago de una propiedad. Se calcula que un apartamento de 50 metros cuadrados podría consumir 30 años de ingresos promedio en varios países. Los déficits habitacionales de la región se manifiestan, por ejemplo, en un acceso limitado a servicios públicos. Entre las posibles soluciones se encuentran la flexibilización de la oferta inmobiliaria y del marco regulatorio de uso del suelo y estándares de edificación, o la agilización de los procesos burocráticos de permisos de construcción y registros de propiedad.
El éxito de las intervenciones en áreas como el uso del suelo, la movilidad y el mercado de vivienda dependerá en gran medida de la gobernanza metropolitana. Las ciudades deben contar con arreglos institucionales que permitan la formulación e implementación de políticas de manera eficiente y eficaz, mediante procesos de toma de decisiones transparentes y participativas. Esto es importante porque en la formulación e implementación de políticas usualmente participan instituciones de diferentes niveles de gobierno, el sector privado y la sociedad civil.
El RED es un esfuerzo anual de CAF por estudiar temas fundamentales para la región, y este año incluye una encuesta realizada a cerca de 13.000 hogares en 11 de las principales ciudades de América Latina, con módulos específicos sobre accesibilidad urbana en cuatro ciudades de la región: Bogotá, Buenos Aires, Caracas y Fortaleza.
Artículo publicado originalmente en Visiones, blog de la CAF