Las perturbaciones climáticas tienen profundas repercusiones en las perspectivas de desarrollo de los países clientes del Banco Mundial. Para muchas economías en desarrollo y mercados emergentes, los impactos negativos ya son una realidad, y los desastres naturales son cada vez más frecuentes e intensos.
Desafortunadamente, muchos países todavía no tienen la capacidad de resistir estas catástrofes, y esto puede aumentar la fragilidad política, la inseguridad alimentaria, la escasez de agua y, en casos extremos, los conflictos y la migración. Estos impactos, incluso siendo leves, pueden perturbar el desarrollo y echar por tierra avances generados por años de inversiones.
La escala de este desafío no tiene precedentes. Más del 90 % de las personas que enfrentan pobreza extrema reside hoy en países que están expuestos a desastres naturales o que ya son políticamente frágiles y, por consiguiente, se ven más afectados por los impactos de estas crisis.
Según una reciente investigación del Banco Mundial, los desastres naturales pueden empujar a la pobreza a más de 25 millones de personas cada año. Causan pérdidas económicas por valor de USD 100 000 millones anuales, una cifra equivalente a más de dos tercios de los flujos internacionales para el desarrollo netos que llegaron a USD 142 600 millones en 2016, y en gran parte no existen seguros para enfrentar las situaciones posteriores a los desastres. Por lo que, aunque más de 1000 millones de personas han salido de la pobreza extrema desde 1990, es crucial aumentar la cobertura contra los desastres naturales y las crisis climáticas para las personas más vulnerables.
El financiamiento del riesgo cumple época de tasas de interés bajas. Si bien es urgente abordar las causas estructurales del cambio climático y la vulnerabilidad de los países, diversos mecanismos de distribución de riesgos, como los seguros, pueden ser fundamentales para desarrollar estrategias de respuesta eficaces ante los desastres naturales. Además de proporcionar alivio financiero, los seguros pueden ofrecer señales de precio correctas para estimular inversiones que aumentan la resiliencia, a través de la adaptación, la capacidad de preparación y otras medidas. Y, de hecho, estamos viendo un aumento del capital privado que apoya el uso de instrumentos como los seguros para promover la resiliencia financiera.
Los actuales bajos rendimientos de los instrumentos financieros habituales han ampliado el grupo de inversionistas dispuestos a financiar los riesgos de desastres naturales a través de los mercados de capital, por ejemplo, invirtiendo en bonos de catástrofe (o bonos CAT) que complementan la cobertura ofrecida por las aseguradoras tradicionales. Los bonos CAT son valores vinculados con seguros en que se transfieren riesgos específicos del emisor/beneficiario a los inversionistas, cuyo capital se paga al beneficiario (en lugar de devolverlo al inversionista) si se produce un hecho que dé derecho a ello.
Al ayudar a usar los seguros, el Banco Mundial ha mejorado el acceso de los países al mercado a través de una serie de transacciones para riesgos de desastre en los últimos 10 años. Estas operaciones proporcionan protección en forma de seguros a países individuales (y a grupos de países) que enfrentan terremotos, huracanes y sequías (véase el cuadro 1, a continuación). Se derivan de una estrecha colaboración entre los equipos del Banco Mundial y nuestra alianza con autoridades nacionales y el sector de los seguros.
Una transacción de seguro contra riesgos de catástrofe para Filipinas es el último ejemplo de cómo podemos ayudar a los países a consolidar su resiliencia financiera. En julio, la Tesorería del Banco Mundial sirvió de intermediario en la colocación de una póliza de seguro para el Gobierno de Filipinas con una cobertura agregada de un monto en pesos equivalente a USD 206 millones para proteger los activos del Gobierno nacional contra tifones y terremotos severos, y a 25 provincias contra los tifones. Esta póliza fue reasegurada mediante swaps por un panel de cinco reaseguradoras internacionales. La transacción se llevó a cabo en condiciones de mercado, y el diseño y la preparación fue posible gracias a una donación del Gobierno británico destinada a financiar la asistencia técnica proporcionada por el Programa de Seguro y Financiamiento de Riesgos de Desastre (DRFIP) del Banco Mundial.
El Banco Mundial ha apoyado también la emisión de bonos CAT utilizando su balance. En 2009, iniciamos el Programa MultiCat, una plataforma de emisión de bonos, que organiza emisiones mundiales de bonos CAT. Una unidad creada para este fin y financiada por el país emisor se encarga de invertir en activos de garantía el dinero recaudado a través de la mencionada plataforma. En caso de una catástrofe, la unidad paga al país, en lugar de devolver el capital de los bonos a los inversionistas en el momento del vencimiento. En el marco de nuestro Programa de Bonos de Capital en Riesgo, el Banco Mundial se convierte en emisor de bonos CAT en representación del país que busca un seguro contra riesgos de desastre basado en el mercado. El Banco retiene el producto obtenido en la emisión y lo conserva como financiamiento ordinario, pero, en caso de producirse una catástrofe que cumpla ciertos requisitos, lo pone a disposición del país. El Banco no asume ningún riesgo de catástrofe, pero utiliza su bajo costo de financiamiento en su calidad de emisor triple A para disminuir el costo total de la operación, separando efectivamente el riesgo de catástrofe del riesgo de crédito. El riesgo de catástrofe es asumido por los inversionistas y es compensado por el país, que, como la parte asegurada, paga la prima al Banco (esencialmente la diferencia del costo efectivo del bono y los costos de financiamiento del Banco).
El fortalecimiento de la capacidad institucional en los países que se pueden beneficiar de la cobertura de catástrofes y de inclemencias climáticas es crucial en la ampliación del uso de estos recursos. En julio, pronuncié el discurso inaugural en el Foro Mundial sobre Seguros organizado por la International Insurance Society (IIS), evento en que se dio a conocer el Centro para la Protección Mundial contra los Riesgos de Desastre, con sede en Londres y patrocinado por el Gobierno del Reino Unido. Junto con un ambicioso programa auspiciado por el Gobierno alemán, el Centro es una novedosa alianza con la industria de los seguros, y podría cambiar las reglas del juego en este campo. Incluirá un importante mecanismo de asistencia técnica gestionado por el Banco Mundial, y aprovechará la experiencia del sector de los seguros en la elaboración de modelos de riesgo y el diseño de soluciones a través del Foro de Desarrollo de Seguros (IDF), cuyo comité directivo lo copresido junto con el administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
A través de esta iniciativa, el Banco Mundial ampliará su papel como asesor neutral y estratégico de los Gobiernos que buscan protección a través de seguros, pero que necesitan ayuda para diseñar políticas de mitigación de los riesgos frente a los desastres naturales y las perturbaciones climáticas. Nuestra alianza con los donantes y la industria aumenta nuestra capacidad de ayudar a los países en desarrollo a usar los seguros como parte de una estrategia más amplia de gestión de los riesgos. También podemos ayudarlos a acceder al mercado, quizás con el apoyo de donantes para cubrir el costo de las primas en las etapas iniciales y que posteriormente puedan asumirlos por sí mismos.
Aunar esfuerzos ayuda a ampliar la labor del DRFIP, que incluye el desarrollo de mercados locales de seguros y de mecanismos asociados que movilizan recursos nacionales para financiar seguros contra riesgos de desastre. Con estas acciones, estamos tomando medidas esenciales para ayudar a ampliar los seguros contra desastres y perturbaciones climáticas y dar cobertura a otros 400 millones de personas en los próximos años.
Artículo publicado originalmente en Voices, Blog del Banco Mundial