Bucaramanga es hoy polo de desarrollo del desarrollo del oriente del país y en la actualidad integra el área metropolitana junto con los municipios de Floridablanca, Girón y Piedecuesta que contienen 1’132.339 habitantes en su mayoría (94%) en la zona urbana.
“Aunque su posición geográfica no favorece su competitividad, es una de las cinco ciudades más importantes del país. Sin embargo, enfrenta varios tipos de amenazas naturales: sismos, avalanchas, inundaciones y deslizamientos. La ciudad está ubicada en una región de alta amenaza sísmica”, expresa el documento para describir los retos naturales que enfrenta Bucaramanga, capital de Santander.
Pero a su vez, se destaca un fenómeno natural que impacta fuertemente la constitución del territorio y es la erosión. Esto, sumado a que Bucaramanga es una de las ciudades con mayor flujo de desplazados de las zonas rurales de su región (entre 1997 y 2009, en Santander se registraron 129.615 personas desplazadas, de las cuales 54% se ubicó en el Área Metropolitana de Bucaramanga), ha llevado a una ciudad que concentra la mitad de la población del departamento de Santander, tan solo en el 4% de su territorio; ello con la consecuente presión sobre la conurbación y un territorio que como ya se mencionó, es susceptible al riesgo por las dinámicas naturales que lo afectan.
“La Política pública de vivienda y hábitat expedida por el municipio de Bucaramanga en 2015 reconoce que dinámicas demográficas y económicas como la migración por crisis sociales y el desplazamiento forzado, el desempleo, los bajos ingresos, la carencia progresiva de terrenos urbanizables y la sobrevaluación de las viviendas han propiciado que las familias más vulnerables tienden a localizarse en áreas periféricas del municipio que, en su mayoría, son zonas de amenaza o, incluso, ya se han afectado por eventos naturales”.
De esta manera el análisis indica que la ciudad debe trabajar con intensidad en planes de reforestación en las zonas de los ríos Oro y Frío que son los que más se han visto afectados por esa intervención antrópica y que afecta directamente la calidad del territorio para resolver el asunto esencial del déficit de vivienda, convirtiendo la dinámica en un círculo vicioso de segregación de las poblaciones más vulnerables.
“El 37% del déficit actual de vivienda se localiza en los estratos 1 y 2, ya que no es dable desconocer que Bucaramanga es una ciudad con presencia mayoritaria de estratos medios, que también requiere vivienda de calidad”, explica el documento.
Aunque reconoce los esfuerzos por avanzar en la disminución de ese déficit, advierte que se mantienen la segregación y las afectaciones por inundaciones y otros fenómenos naturales, que alimentan constantemente la necesidad de nuevos asentamientos en los que a su vez no es posible entregar servicios públicos o infraestructuras de buena calidad.
Retos de Bucaramanga
A estos retos esenciales de la ciudad y la región se suman, según el análisis, las emisiones de gases de efecto invernadero que no cuentan con agenda para su intervención; el manejo de los residuos sólidos tiene en la saturación del sitio de disposición por la falta de manejo eficiente y el crecimiento urbano, un límite de uso cada vez menor. En ese sentido la recomendación del documento habla de la necesidad de fomentar más la cultura del reciclaje con base en las asociaciones de recicladores.
“La verdad es que la generación de desechos ha ido en aumento y la cultura del reciclaje no muestra grandes avances. Esfuerzos fallidos de entidades públicas y tímidas apuestas privadas, más una enorme deuda social con las organizaciones de recicladores que insisten en su labor, constituyen el balance irrefutable”.
El análisis señala que en transporte, pese al crecimiento del sistema masivo, hay falencias en movilidad sostenible ya que el uso de la bicicleta y la caminata no cuentan con el desarrollo de las infraestructuras necesarias para fomentarlas. A ello se suma la movilización de más de 300 mil motos que desestimulan el uso del transporte masivo y colectivo en la ciudad y el área metropolitana.
Finalmente, las dificultades de las ciudades colombianas como reflexiona uno de los colaboradores del informe, no son solo las dificultades de cara al posconflicto sino las habituales que deben ser solucionadas para darles sostenibilidad a sus habitantes. De allí que para avanzar hacia una Colombia sostenible y en paz, “Necesitamos diseñar y construir nuevas ciudades para que la juventud no siga contaminándose de grupos urbanos anquilosados y excluyentes que se fortalecen después de sesenta y cinco años de guerra y cuarenta de narcotráfico. Se trata, claro está, de una utopía.