Durante muchos años el funicular sirvió para ascender zonas de pendiente y montañas en las ciudades. Y la tecnología usada era simple: un vehículo halado por un cable. De ahí viene justamente su nombre, que es una derivación del latín, “funiculus”, que significa «cuerda». En general, un funicular se mueve sobre rieles y dispone de dos cabinas enlazadas por ese cable de acero que mencionaba sobre una vía de ferrocarril, mientras un vehículo sube el otro baja.
La historia relata que el primer funicular del mundo se inauguró en la ciudad de Lyon en 1862. Aquel funicular era accionado por una máquina de vapor. Luego los suizos inventarían el primer funicular con motor eléctrico en Lucerna.
En Europa todavía existen muchos sistemas de este tipo operando. Quizás entre los más famosos están el de Barcelona, que te permite subir al cerro Tibidabo, uno de los más altos de la ciudad y el funicular de Montmartre, que te lleva a la Basílica de Sacre Coeur en París.
En América Latina el país que más se dejó seducir por este medio de transporte fue Chile. Allá la ciudad número uno fue Valparaíso, donde incluso la imagen de los funiculares es aún icónica, al punto que fueron declarados Monumentos Históricos Nacionales. Santiago también tiene el suyo y Viña del Mar unos cuantos. Otra ciudad latinoamericana con funicular es Bogotá, donde si quieres subir al famoso Cerro Monserrate, lo mejor es usar esta clase de servicio.
Como podrán darse cuenta amigos lectores lo que en principio nació como un medio de transporte para superar las pendientes, hoy se mantiene más con una vocación turística. De hecho, Las Vegas tiene un famoso funicular plano que conecta con varios hoteles lujosos, y es funicular, no tren, por la forma técnica cómo funciona.
Ahora bien, ¿por qué el funicular es un medio de transporte en desuso y casi en peligro de extinción? En realidad, el cable tiene sus limitaciones. Mientras más largo y pesado sea, también es menos eficiente. Esa es la razón por la que las distancias no pueden ser grandes, por lo que casi siempre tiene una estación de salida y otra de llegada. Aunque en honor a la verdad no es una tecnología costosa, ya que solo consiste en un motor que mueve una rueda motriz y un cable.
Lo cierto es que hoy el funicular ha sido reemplazado por otros sistemas, siendo el más común el de los teleféricos o cables aéreos, que se han masificado para facilitar la conectividad en zonas periféricas de las ciudades.
También la ciudad de Medellín dio sin proponérselo una estocada al funicular, al usar de manera innovadora escaleras eléctricas convencionales para conectar barrios periféricos de la ciudad. Aunque la realidad es que el sistema de escaleras es muchísimo más costoso en su mantenimiento que un funicular, el primero es mucho más práctico para la movilidad del ciudadano.
Podría decirse que el funicular es aún válido para aquellas ciudades cuya vocación turística haga de él una experiencia placentera de transporte. Subir con calma un cerro o una montaña, divisando el panorama, sigue siendo una sensación que te ofrece el funicular. Y como dicen: “en la variedad está el placer”, incluso para el sistema intermodal en una ciudad.