Antes de la creación de las ciudades, los animales eran parte del ecosistema natural de estos dominios, compartiendo abrigos, alimentos y agua. Con el crecimiento rebelde de las metrópolis, las áreas en las cuales muchos animales tratan de crear y desarrollar su existencia se hacen más espinosas y reducidas, limitándose a espacios en los cuales los animales domésticos pueden tener cabida en sociedades cada día más vulnerables a crear normas que no consideran su derecho a cohabitar.
Muchas de las especies animales han tenido que cambiar hábitos de alimentación y otras buscan sobrevivir para seguir procreándose en medio de condiciones adversas como la basura, la contaminación atmosférica y el ruido que provoca transformaciones como lo hacen especies de pájaros que aumentan su frecuencia de canto y duración para evitar que el ruido interfiera con su sonido que normalmente es de baja frecuencia.
Crear normas que respeten el derecho de los animales a coexistir con los seres humanos forma parte de las acciones que buscan dignificar la presencia de muchas especies, cuyo hábitat es compatible al lado de quienes los tratan como mascotas y los que los ven como invasores. Ejemplos de sociedades en las cuales la premisa de coexistencia pacífica se encuentra enraizada en las políticas de gobierno, las podemos encontrar en Europa y América.
El caso de Ámsterdam en los países bajos merece respeto por ser la ciudad mas liberal desde el punto de vista de libertades humanas, pero de igual manera de los derechos de las mascotas. Las normas de convivencia permiten que los perros mascotas puedan viajar en tren, metro, tranvía y buses, al igual que hospedarse en gran parte de los hoteles con sus dueños. Por otra parte, en Bruselas, Bélgica, desde hace dos años se establecieron derechos para los perros, tratándolos como guías y poder ingresar a muchos espacios físicos antes prohibidos, dignificándolos y respetándolos. Estos derechos también se han ampliado a otras especies como gatos y aves mascotas. De igual manera, las normas sancionan a quien maltrate a cualquier especie animal de la calle.
Otro ejemplo lo constituye Zúrich en Suiza la cual cuenta con las leyes de protección de animales mas completas del mundo con penas de hasta tres años de cárcel y multas de hasta 20.000 francos suizos, llegando el gobierno a proporcionar un abogado que vele por los derechos de los animales.
Por su parte en América Latina y El Caribe se están comenzando a implementar acciones tendientes a defender los derechos de los animales y acoplarse cultural y jurídicamente a sociedades que han comprendido las vulnerabilidades y necesidad de coexistencia entre ambas especies. Tal es el caso de Chile en que el maltrato animal se califica como delito y en el que en 2016 se comenzó a celebrar el día por la protección animal lo cual busca defender la idea de que los animales “no son cosas y tienen derechos”.
A su vez en otra faceta de la defensa de los derechos para los animales en los centros urbanos, en San José, capital de Costa Rica, varios expertos han encontrado diversos ejemplos de la fauna urbana que se está desarrollando en la capital costarricense, en cuenta familias de aves, serpientes y mamíferos, algunos de los cuales son nativos de la ciudad y otros que más bien han migrado de sus hábitats para encontrar nuevas soluciones al asunto de persistir en la vida. La realidad de San José nos lleva a considerar otras acciones separadas de las mascotas que deben ser objeto de estudio e implementación de políticas públicas a fin de preservar todas las especies.
De la capacidad de convivir, de crear conciencia, valores sociales y de generar iniciativas que promuevan la tolerancia y el respeto por las especies animales, dependerá en gran medida la posibilidad de crecer como ciudadanos en urbes que requieren ser mas humanas y menos edificaciones que destruyan el hábitat de miles especies animales que solo buscan coexistir con el llamado ser humano.