Una bendición… Justo cuando las campañas estaban llegando a un clímax inaceptable de violencia e intolerancia, llegó el Mundial de Fútbol de Rusia 2018.
Dirán lo que quieran… Que las elecciones definirán nuestro futuro y que el fútbol es solo fútbol… Lo que quieran… Pero el caso es que todo el proceso electoral estuvo fuera de control y pudo más la guerra sucia que el tierno afán de esperar propuestas.
Por eso bien vale la pena agradecer que el Mundial nos haya sacado de ese agujero, o al menos haya ayudado a hacerlo mucho más llevadero.
El hecho es que el próximo lunes, que vuelva a escribir en este espacio, tendremos Presidente electo… Además de una larga lista de funcionarios también electos, que incluirá a 9 gobernadores, uno de ellos el de la Ciudad de México.
El fútbol ha evitado que las dos semanas previas a lo que los clásicos llamarían, “La Jornada Electoral”, fueran el momento cumbre de un proceso que parecía tener como objetivo dividir al país en buenos y malos… En que la consigna era, “si piensas diferente a mí, eres mi enemigo”.
El fútbol ha enfriado los ánimos y abierto la posibilidad a votar, a que haya un ganador y a que el próximo lunes pueda hablar en este espacio de la necesidad de dejar atrás todo lo malo que marcó el proceso electoral, para privilegiar la búsqueda de la reconciliación.
El hecho es que todos tendremos que seguir adelante sin importar quién resulten ganadores en las elecciones.
El hecho es que quedando atrás las campañas, el próximo Presidente será Presidente de todos, hayan o no votado por él.
El próximo lunes estaremos hablando de una nueva etapa en la historia de México…
Empezando por un complejo proceso de transición, que deberá ser muy fructífero, porque es evidente que vivimos tiempos en que el país enfrenta retos enormes.
Esta semana tendremos fútbol y ojalá que esa alegría nos permita tener mejor estado de ánimo para pensar en las elecciones.
Ojalá… Porque al margen de todo lo que implican los procesos políticos, vale la pena pensar y pensar muy bien el sentido del voto.
Sin duda será mejor que el domingo nos encuentre pensando en goles y no en la guerra de lodo en que hemos permitido que se convierta nuestro proceso electoral.
Habría que dar espacios para revisar propuestas.
Habría que dar espacio para analizar qué futuro queremos y qué papel juega en ello nuestro voto.
Vamos a votar… Solo eso… Pero nada menos que eso…
No es ni una declaración de guerra a quienes piensan diferente que nosotros, ni un cheque en blanco para que quien lo reciba se sienta con derecho de hacer lo que quiera.
¡Qué ruede el balón! Porque es seguro que en su rodar habrá de bajar el absurdo nivel de polarización al que hemos llegado.