Paneles solares en viviendas: muchos temas aún por resolver en América Latina

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René Albisser

Este año el Estado de California (EE.UU.) tomó una decisión histórica para luchar contra el cambio climático: a partir de 2020 todas las casas nuevas que se construyan allí deberán contar con paneles solares en el tejado. Se estima que hoy en California 5.7 millones de hogares producen este tipo de energía.

Lo cierto es que cada vez más hogares estadounidenses instalan paneles solares en sus techos. Un estudio hecho recientemente halló que de los 116,9 millones de edificios residenciales en los EE.UU., hay 67,2 millones de edificios (57 % del total) adecuados para la energía solar fotovoltaica. El potencial de generación total es de casi 1.000 teravatios-hora (TWh), que es aproximadamente el 75 % del consumo residencial. Y esto teniendo en cuenta que desde 2008 los costos han bajado un 54 %, lo que facilita la instalación.

Ahora bien, estas cifras en EE.UU. llevan a pensar sobre todo el potencial que hay en nuestro continente para el uso de paneles solares en las viviendas. En México, por ejemplo, según el último Estudio Intercensal realizado por INEGI (el organismo nacional de estadísticas), en 2015 había casi 32 millones de viviendas particulares habitadas y solo el 0.5 % aprovechaba el potencial del sol con paneles solares.

Pero nos enfrentamos a una realidad: esta tecnología aún no es barata, pero sin duda, sí más asequible. Por lo que si una persona quiere migrar a esta clase de energía tiene que definir cuánta cantidad de paneles quiere instalar en su hogar.

El cálculo que una persona tiene que hacer es precisamente cuánta energía puede pagar por el costo de la inversión hecha en los paneles. Es entonces cuando estamos hablando que la recuperación de esa inversión puede ser alrededor de los 10, 15 años. Aquí precisamente es donde aparece o entra a competir el tema del costo-beneficio. Por ejemplo, en nuestros hogares podemos usar 200 kilovatios hora al mes en promedio. Y si se puede combinar paneles con acumuladores para calentar el agua, se puede suplir un 80 o un 90 % de ese consumo inicial.

El problema es que en nuestra región, con el costo mucho más bajo de la energía hidroeléctrica, desde el punto de vista de inversión económica aún no es tangible ver en poco tiempo los beneficios de la energía solar. Además, los paneles también necesitan mantenimiento, hay que limpiarlos de una manera especial para que no pierdan su capacidad de captación y hay que renovarlos. En resumen, todavía no es un tema rentable. Se estima que solo el 3 % de la generación de energía solar en América Latina se obtiene con paneles solares residenciales, mientras que por lo menos el 90 % se produce en plantas de gran envergadura.

Pero además para las propias empresas de energía eléctrica tampoco es rentable y no están definidas del todo las reglas de regulación, toda vez que hay una realidad incontestable para nuestras ciudades: son las mismas municipalidades las que se benefician de los propios servicios públicos que la gente paga. Si tienes un modelo de casas y viviendas con paneles solares fuera de la red, pues resulta imposible masificarlo, ya que se pierden recursos y mucho más cuando los municipios son los dueños de las propias empresas de electricidad o de servicios públicos. La realidad es que las empresas locales se deben encargar de gestionar el sistema renovable.

Es claro que en la región se deben generar incentivos, beneficios tributarios o créditos para promover este cambio, como sucedió en EE.UU., para que sea atractivo migrar a la energía con paneles solares residenciales. Y se debe definir una normatividad clara para que gane el usuario en su economía familiar y las empresas de servicios no se quiebren con un sistema fuera de la red pública. Hay mucho por hacer en este asunto en América Latina y en nuestras ciudades. Lo cierto es que necesitamos cada vez más energías alternativas, entre ellas la solar, y donde cada uno de nosotros aporte su grano de arena, incluso desde nuestras viviendas.

Hasta pronto y gracias por la lectura.