La base de la pirámide es una total y enorme leyenda basada en la promesa de enormes retos y oportunidades… Tan grandes los unos, como los otros…
Y de ello surgen profundas paradojas como la promesa de que en muy buena medida, cuando se trata de vivienda (aunque aplica también para muchos otros temas), uno de los mayores retos es dar forma a modelos basados en márgenes bajos, pero volúmenes tan grandes que permiten compensarlo y hacerlo atractivo para los inversionistas.
Del párrafo anterior cabe rescatar varias palabras clave: Márgenes… Volúmenes… Pero de todas ellas, me quedo con la que sintetiza la correcta relación entre las dos anteriores: Inversionista.
Porque pocas veces se habla en específico del inversionista, dejando de lado el hecho de que es factor determinante para traducir en realidad tanta promesa basada en un rezago social y una oportunidad de mercado…
Porque sin el inversionista no hay nada…
Y no se trata de poner en un pedestal a los dueños de dinero, sino de reconocer -para a partir de ese reconocimiento crear condiciones que permitan garantizar las inversiones- su importancia y en consecuencia los factores que definen que sea atractivo invertir en el sector vivienda.
Porque la vivienda puede ser un enorme tema social… Sin duda lo es… Pero para atenderlo se requieren flujos enormes de capital y financiamiento, que solo se consiguen cuando los márgenes van en línea con las expectativas de los dueños del dinero.
La ecuación es muy simple… Si bajan los márgenes, aun cuando los volúmenes sean importantes, el sector vivienda, o por decirlo mejor, algunos de sus nichos, irán perdiendo atractivo a la mirada de los inversionistas, que, hay que reconocer, inversionistas al fin, tienen un inmenso catálogo a su disposición, para colocar su dinero ahí donde encuentren la perspectiva de una mayor rentabilidad.
Por eso es tan delicado que haya dejado de ser rentable desarrollar vivienda de interés social, porque ello provocará que las inversiones se vayan a otro lado o, en el mejor de los casos, a otros segmentos del mismo mercado de la vivienda, dejando sin atender las necesidades de los trabajadores de menores ingresos.
Conste que no estamos hablando de lo que definan los desarrolladores, porque ellos ya desde hace tiempo muchos de ellos han migrado a segmentos de mayor valor…
Lo preocupante, es que estamos hablando de lo que pasa con los inversionistas que, sean o no desarrolladores, tasan su rentabilidad en el margen que obtienen por el dinero invertido… Así, sin romanticismos o darle vueltas…
¿Hay grandes necesidades en la base de la pirámide? Sí, sin duda…
Pero ello no necesariamente se convierte en un imán de inversiones si no llega acompañado de márgenes y niveles de riesgo sensatos.
Porque ojo; es el gobierno el que debe hacer algo para atender el rezago habitacional…
A empresarios del sector e inversionistas toca el reto de traducir este rezago en una demanda y esta demanda en una oportunidad de mercado y en inversiones rentables.
No solo no está mal que alguien gane dinero trabajando con y para los más pobres… Por el contrario, es algo necesario para encontrar los equilibrios que permitan que existan recursos que hagan posible atender la demanda de estos segmentos de población.