La ganadería podría gastarse casi la mitad del presupuesto de emisiones de gases de efecto invernadero de 1,5 grados C permitido para 2030, por lo que abordar este tema debería ser clave en la estrategia para alcanzar los objetivos climáticos, según una experta de la Universidad de Harvard.
La Doctora Helen Harwatt, investigadora de leyes y políticas de animales de granja en la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard (EE.UU.), afirmó que consumir proteínas de fuentes vegetales en lugar de fuentes animales ayudaría drásticamente a cumplir los objetivos climáticos y reduciría el riesgo de superar los límites de temperatura trazados en el Acuerdo de París.
Para cumplir con este propósito, Harwatt propone una estrategia de tres pasos para reemplazar gradualmente las proteínas animales con proteínas de origen vegetal, como parte del compromiso de mitigar el cambio climático. Estos son:
1) Reconocer que la cantidad actual de ganado está en su punto máximo y tendrá que disminuir (enfoque de «ganado máximo»).
2) Establecer objetivos para la transición de productos pecuarios que comiencen con alimentos vinculados con las más altas emisiones de gases de efecto invernadero, como la carne de res, luego la leche de vaca y la carne de cerdo (enfoque «el primero de todos»).
3) Evaluar productos de reemplazo adecuados en función de una serie de criterios que incluyen los objetivos de emisión de gases de efecto invernadero, el uso de la tierra y los beneficios para la salud pública (enfoque del «mejor alimento disponible»).
Harwatt señala además que la evidencia reciente muestra que, en comparación con el sistema alimentario actual, el cambio de animales a proteínas vegetales podría potencialmente alimentar a otros 350 millones de personas tan solo en los EE. UU.
Estudios previos sugirieron que reducir el consumo de carne y lácteos también ofrece una gama de beneficios adicionales, como la conservación de la biodiversidad y la mejora de la salud humana.
La actual población de ganado en el mundo es de alrededor de 28 mil millones de animales y constituye la fuente más alta de dos tipos de gases de efecto invernadero principales: el metano y el óxido nitroso. La producción de metano en particular es problemática, ya que tiene un potencial de calentamiento global 85 veces mayor que el dióxido de carbono durante un período de 20 años. Se proyecta que las emisiones de metano del sector ganadero aumentarán en un 60 % para 2030, el mismo período de tiempo durante el cual se necesitan reducciones fuertes y rápidas.
«Dada la importante contribución del sector ganadero a las emisiones globales de gases de efecto invernadero y al predominio del metano, los cambios de proteína animal a vegetal son una contribución muy necesaria para cumplir los objetivos de temperatura de París y reducir el calentamiento a corto plazo, al tiempo que proporcionan un conjunto de beneficios complementarios”, explica Harwatt.
«La falta de implementación de los cambios de proteína animal a vegetal aumenta el riesgo de exceder los objetivos de temperatura y requiere reducciones de gases de efecto invernadero adicionales y poco realistas de otros sectores…Como siguiente paso, la COP24 en diciembre de este año ofrece una excelente oportunidad para que los responsables de políticas inicien esta importante conversación», agregó.
Harwatt comenta que «el sector alimentario ya está avanzando en estos temas y está demostrando que es comercialmente viable incorporar cambios de proteína animal a vegetal. Necesitamos que los responsables de políticas permitan la creación de sistemas alimentarios compatibles con París en una escala mucho más grande y más rápida».