La construcción de metros alrededor del mundo constituye una oportunidad para indagar en las raíces de nuestras ciudades, aprender sobre nuestra historia y seguir escribiendo el futuro.
Nueva York, Buenos Aires, Tokio, Moscú… Los sistemas de transporte subterráneo forman parte de la historia de nuestras ciudades. Incluso los más recientes contribuyen a escribir la historia contemporánea de un mundo en constante transformación. La arquitectura, el diseño, el arte…pueden hacer de estos espacios públicos – transitados por miles de personas diariamente – auténticos museos, como sucede en Tashkent, o Londres.
El primer sistema ferroviario subterráneo del mundo se inauguró en Londres en 1863, lo que lo convierte en una pieza más de la extensa historia de la ciudad—fundada por los romanos bajo el nombre de Londinium hacia el año 43 d.C. Hoy, el famoso Tube y su “mind the gap” (cuidado con el hueco) son parte de la identidad de la capital británica. Además, la expansión de la red de transporte subterráneo también supone una oportunidad para explorar el pasado de la ciudad: la construcción de la nueva línea Elizabeth ha desvelado decenas de miles de objetos pertenecientes a la historia y prehistoria londinenses.
Estas infraestructuras representan una oportunidad para introducirnos bajo la piel de nuestras ciudades, y algunos centros urbanos poseen miles de años de urbanismo histórico, a la espera de ser descubiertos y estudiados. En julio de 2018, la ampliación del Metro de Roma permitió descubrir tanto importantes objetos como estructuras arquitectónicas del siglo II d.C. Sin embargo, este tipo de descubrimientos también plantean un gran desafío al retrasar obras y demorar nuevas construcciones.
¿Desafío u oportunidad?
En Roma, tal como señala la arqueóloga Simona Morretta : “…en una excavación normal nunca tienes la oportunidad de llegar a niveles tan profundos. Así es como hemos encontrado complejos arquitectónicos de la importancia de este.” En otros casos, áreas históricas en las que no sería fácil llevar a cabo investigaciones arqueológicas, pueden aprovechar la oportunidad y beneficiarse de la construcción de un metro para ampliar el conocimiento sobre su propia historia.
Esto es lo que ha sucedido en Ecuador. La construcción de la Línea 1 del Metro de Quito brindó la oportunidad de explorar el nivel subterráneo del importante centro histórico. La Ciudad de Quito está celebrando en 2018 el 40º aniversario de su incorporación a la lista de Patrimonio de la Humanidad de UNESCO; por tanto, cualquier obra que se ejecute debe garantizar la preservación e integridad de su valor universal. El proyecto del Metro de Quito también se beneficia de las salvaguardas de Patrimonio Cultural del Banco Mundial, que ofrecen un marco para garantizar la protección del patrimonio. Para ello, la investigación científica en el centro histórico se inició con una prospección geofísica con radares para identificar las potenciales áreas de descubrimientos, antes de empezar con la excavación arqueológica en sí.
Como una delicada operación quirúrgica, los históricos adoquines de la Plaza San Francisco fueron sacados cuidadosamente y reinsertados en su sitio original exacto una vez finalizadas las obras en superficie, preservando con ello la integridad de la plaza. Durante la excavación, el equipo de arqueólogos sólo pudo acceder a la zona reservada para la futura estación de metro. No obstante, documentaron y preservaron interesantes descubrimientos, con el fin de seguir completando el conocimiento sobre la evolución de toda la Plaza San Francisco.
Por ejemplo, los arqueólogos descubrieron algunas estructuras talladas en el suelo volcánico local, conocido como cangahua, como cavidades y escaleras. Estas contenían lo que en arqueología se conoce como basurero arqueológico (midden en inglés) o materiales de relleno, incluyendo cerámica de diferentes estilos, objetos metálicos, vidrio y huesos. Debido a la mezcla de materiales y falta de estratigrafía, establecer la fecha de fundación es complicado, aunque parecen pertenecer a la época colonial, cuando la plaza se utilizaba como mercado.
Durante las excavaciones, el Metro de Quito ofreció visitas para explicar el trabajo en curso a los vecinos y ciudadanos interesados. Los informes arqueológicos y otros estudios se encuentran disponibles en la página web del Metro de Quito, y los materiales históricos recuperados se encuentran bajo custodia del Instituto Metropolitano de Patrimonio. Estos descubrimientos, sumados a investigaciones previas, fuentes escritas y documentos históricos, sirven para ampliar el conocimiento sobre la historia de Quito. Una vez que esté lista, la futura estación de la Plaza San Francisco será el espacio más idóneo para mostrar toda esta información, incluyendo algunos de los hallazgos arqueológicos, así como fotografías antiguas y una explicación de las metodologías y herramientas de investigación.
El metro contribuirá además a realzar el valor de la plaza, trayendo a la gente al centro histórico y haciéndoles caminar a través de su propia historia.
Avanzando hacia delante… en metro
Hoy en día se crean mejores sistemas de transporte, más rápidos, cómodos y seguros, para ciudades más inteligentes, resilientes, inclusivas y competitivas. Al mismo tiempo, es vital asegurar que se preservan los valores culturales y el patrimonio, que representan la identidad única de cada ciudad. Esto solo será posible si se establece un equilibrio entre el pasado, el presente y el futuro: permitiendo nuevos avances, concediendo tiempo para la investigación y el estudio, y facilitando la creación de espacios para compartir el conocimiento.
Columna publicada originalmente en el Blog del Banco Mundial.