Los impactos del cambio climático no siempre son fáciles de ver. Pero para muchas empresas locales en comunidades costeras de los Estados Unidos, la evidencia está justo afuera de sus puertas, o en sus estacionamientos.
La evidencia del cambio climático no solo es palpable en forma de inundaciones cada vez más frecuentes. Según un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de Stanford (EE. UU.), también se evidencia en un costoso precio para los negocios.
Miyuki Hino y sus colegas de la universidad descubrieron que el centro de Annapolis, capital del estado de Maryland, sufrió una pérdida de 3 000 visitas en 2017 debido a la inundación provocada por la marea alta, que equivale a una pérdida de entre 86 000 y 172 000 dólares en ingresos.
«Las pequeñas empresas en el centro de Annapolis dependen de los visitantes. Al medir la magnitud del impacto de las inundaciones, podemos entender lo que sucede con los negocios y cómo el aumento del nivel del mar ya está afectando las experiencias y ganancias de las empresas», señaló Samanthe Belanger, coautora del estudio.
Las inundaciones ocurren cuando las aguas del océano se elevan por encima de los niveles para los cuales se diseñó la infraestructura costera. El agua barre, llenando calles y estacionamientos y evitando el tránsito normal de peatones y vehículos.
Estas inundaciones vienen aumentando alrededor del 60 % desde hace 20 años, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). En 27 lugares de los EE. UU., el número de días de inundaciones por la marea alta pasó de un promedio de 2.1 días por año a fines de la década de 1950 a 11.8 durante 2006-10. Para el 2035, se proyecta que alrededor de 170 comunidades costeras experimentarán 26 días de inundaciones por año.
«A medida que las temperaturas globales y los niveles del mar aumentan, las inundaciones se vuelven más frecuentes», dijo Hino. «Para las empresas costeras, eso significa más días en que los clientes podrían no llegar a su tienda. Aunque la mayoría de las inundaciones duran solo unas horas, sus impactos pueden sumarse», agregó.
Annapolis, sede de la Academia Naval de EE. UU., encabeza la lista de ciudades que experimentan aumentos en las inundaciones. A principios de la década de 1960, Annapolis tenía aproximadamente cuatro días de inundaciones durante la marea alta al año. En 2017, la pequeña ciudad en la Bahía de Chesapeake experimentó 63 días de inundaciones.
«En Annapolis, como en muchos lugares, las inundaciones ocurren justo en el corazón del lugar. El distrito histórico es uno de los favoritos entre los lugareños y los turistas. Ahora se está inundando con frecuencia», explicó Katharine Mach, investigadora principal de La Escuela de Ciencias de la Tierra, la Energía y el Medio Ambiente de Stanford y coautora del estudio.
«Muy a menudo pensamos en el cambio climático y en el aumento del nivel del mar como grandes conceptos que suceden a escala global, pero las inundaciones son una forma de experimentar estos cambios en su vida diaria», añadió Hino
En 2017, las pérdidas en los negocios de City Dock debido a las inundaciones fueron menos del 2 % de los visitantes anuales, pero los investigadores advierten que esto podría empeorar a medida que los niveles del mar continúen aumentando. El estudio proyecta que, si el nivel del mar aumenta 3 pulgadas más, las visitas a City Dock se reducirían en un 4%. Con 12 pulgadas de aumento del nivel del mar, las visitas se reducirían en aproximadamente un 24 %, una cifra que podría significar cientos de miles en ingresos perdidos.
El Informe Especial sobre Ciencia del Clima del Programa de Investigación del Cambio Global de los EE. UU. tiene proyecciones de aumento del nivel del mar con respecto al año 2000 que oscilan entre 0,5 y 1,2 pies para 2050.
«Lo que estamos descubriendo es algo que muchos líderes locales en las ciudades costeras ya saben: las aguas se están elevando y están impactando en la vida diaria. También los costos», dijo Mach. «Comprender los impactos para las personas en la actualidad, a gran y pequeña escala, es un punto de partida esencial para realizar ajustes inteligentes a los riesgos».
Con información de la Universidad de Stanford