La mala calidad del aire no depende del tamaño de la ciudad, sino de las fuentes de contaminación, de manera que no es un problema exclusivo de las grandes ciudades.
Por ejemplo, Ráquira (Boyacá), un municipio de 13.000 habitantes tiene problemas de contaminación del aire por la producción de artesanías, ya que existe una combustión que no está controlada por el tipo de tecnología que se usa.
En la calidad del aire inciden fuentes fijas –las industrias móviles y el transporte– e internas, como las prácticas de cocinar con leña en los hogares, especialmente en los rurales.
A este tema se refirieron los profesores Néstor Rojas, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), y Alejandro Álvarez, de la EAFIT, en el programa Observatorio de Gobierno Urbano que se transmite por UN Radio.
En relación con las recientes alertas amarilla y naranja en Bogotá por la contaminación del aire, los expertos advirtieron que cuando coinciden las variables topográficas y meteorológicas con las emisiones, se prenden las alarmas por la generación de problemas en las ciudades, la salud humana y los ecosistemas.
Según monitoreos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), las zonas más afectadas del país por altos niveles de contaminación atmosférica son el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, las localidades de Puente Aranda y Kennedy en Bogotá, el municipio de Ráquira en Boyacá y la zona industrial de Acopi, en el municipio de Yumbo (Valle del Cauca).
Límite de emisiones
En Colombia, el monitoreo y control de la contaminación atmosférica ha tomado mayor relevancia, debido a que, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada ocho muertes ocurridas en el mundo es ocasionada por la contaminación del aire.
No obstante, “la normatividad nacional establece límites más altos que las recomendaciones de la OMS. En 2030 buscará tener una meta intermedia, pero no se ha definido la meta final”, aseguró el ingeniero químico Néstor Rojas, profesor e investigador en contaminación del aire por material particulado, emisiones de motores diésel y combustibles alternativos.
Por su parte, el profesor Alejandro Álvarez, de Ingeniería de Procesos de la Universidad EAFIT, señaló que “desde que se implementó el Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire del Valle de Aburrá (Pigeca), en Medellín disminuyó la cantidad de los contaminantes, pero aún no podemos estar tranquilos”.
El suroccidente de Bogotá tiene una concentración más alta de fuentes contaminantes, por las zonas industriales, el alto flujo de tractomulas y las condiciones climáticas desfavorables. La zona más afectada de Medellín es el sur; de hecho, hay indicios de que la contaminación llega hasta Chocó.
Menos carros particulares
Medidas como el pico y placa ambiental ayudan, pero se debe prescindir del modelo centrado en el carro particular, “ha faltado más valentía para cambiarlo”, señaló el profesor Álvarez.
Por su parte, el profesor Rojas considera que para mejorar las fuentes fijas se puede usar la tecnología de control, incluso la exención de impuestos para las empresas que inviertan en esas tecnologías. Además “tenemos muchos buses con tecnología vieja que se deben renovar, para eso se requieren mejores combustibles”, manifestó.
Los Gobiernos deben tomar medidas estructurales, creativas y no impositivas para incentivar cambios en el transporte público y de carga y en la industria. Por su parte, los ciudadanos deben utilizar menos el vehículo particular y más el transporte público o las bicicletas, señalaron los expertos invitados.
En Medellín el 20 % de los contaminantes proviene de las industrias y el 80 % de las fuentes móviles, mientras en Bogotá estas aportan el 58 %, la industria el 38 % y las fuentes comerciales el 4 %.
Dentro de las fuentes móviles los camiones aportan el 39 % de las emisiones, seguidos de los buses provisionales, el SITP, Transmilenio, automóviles particulares con motor a diésel, motos y vehículos a gasolina.
Agencia de Noticias UN