Un estudio sugiere que los anillos ofrecen una imagen a largo plazo que otras tecnologías no pueden
Las imágenes satelitales, las mediciones de dióxido de carbono y los modelos de computadora ayudan a los científicos a comprender cómo el clima y la dinámica del carbono están cambiando en los bosques del mundo. Pero la tecnología que alimenta estos datos de alta tecnología solo se remonta a unos treinta años, lo que limita la visión del cambio a largo plazo.
Es ante ello que un grupo de científicos de Harvard Forest, Columbia University y ETH Zúrich muestra cómo la información revelada por un nuevo método de análisis de anillos de árboles coincide con la historia contada por los equipos de alta tecnología en el corto plazo. Debido a que los árboles son longevos, mirar hacia atrás en sus anillos con este nuevo enfoque puede agregar décadas o incluso siglos a la comprensión del almacenamiento de carbono y el cambio climático en los bosques.
Para probar si los anillos de los árboles son un buen indicador de los datos satelitales y de otro tipo, los científicos examinaron muestras de anillos de dos especies de árboles extendidas: el álamo tulipán y el roble rojo del norte, que crecen en tres regiones climáticamente diferentes del este de los Estados Unidos.
Al analizar las moléculas de carbono y oxígeno (isótopos estables) almacenados en los anillos, pudieron comparar la imagen de la productividad forestal de los árboles con las estimaciones derivadas de los satélites. Encontraron una fuerte coincidencia cada año, y con el tiempo.
Los anillos de los árboles también revelaron que los mayores cambios en el crecimiento anual de los bosques estaban relacionados con la disponibilidad de humedad, independientemente del clima.
«Nuestro método demostró que la productividad de un bosque se puede estimar utilizando la información de solo cinco árboles», dice Laia Andreu Hayles, profesora asociada de investigación en el Laboratorio de Anillos de los Árboles del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia y coautora del estudio.
Todo el poder de este nuevo método dependerá de una red ampliada de investigación de anillos de árboles. «Cuando ponemos a trabajar los datos de anillos de árboles en modelos climáticos históricos, encontramos que los modelos son más poderosos cuando se incluyen más especies», dice Neil Pederson, ecologista principal en Harvard Forest y coautor del estudio. «Sospecho que este también podría ser el caso cuando usamos modelos para mirar hacia el futuro, la productividad futura del bosque y el almacenamiento de carbono».