Esta semana se conoció que seis de los siete proponentes para la construcción del metro de Bogotá (Colombia), pasaron a la última etapa de esta licitación. Solo el consorcio China Railway Group Limited no clasificó a la siguiente instancia, al no poder demostrar que cumplía con todos los requisitos definidos.
Parece que, por fin, luego de 77 años, esta ciudad colombiana iniciará la construcción de un sistema metroferroviario, muy seguramente en septiembre u octubre de este año. Hay que decir que la primera referencia de un proyecto de esta envergadura es de 1942, cuando el alcalde de la época, Carlos Sanz de Santamaría, señaló la importancia de construir un metro.
Para ese entonces la ciudad tenía tranvía. Pero en 1949 -en los episodios de violencia derivados del famoso Bogotazo- fue quemado buena parte de ese sistema y por ello el alcalde Fernando Mazuera retomó la propuesta de construir un metro por la avenida Caracas. Tal idea moriría al poco tiempo en una ciudad y país inmersos en la lucha partidista. Desde esas fechas hacia acá, ha habido por lo menos 20 estudios y diseños y el metro no se concreta. El de hoy incluso está amenazado por las objeciones de los grupos políticos que prefieren el metro subterráneo contra el elevado.
Visto el caso de Bogotá, bueno es mirar hacia el sur, hacia Ecuador. Allí hoy están a punto de estrenar dos de los más recientes proyectos metroferroviarios que se vienen adelantando en América Latina: el Metro de Quito y el Tranvía de Cuenca. Obras hechas, vale decirlo, en tiempos relativamente justos para la dimensión de ambas. Aunque también hay que ser precisos: cada proyecto tiene sus propias características, duración y niveles de complejidad.
Hablemos del primero. Desde 1978 el gobierno de Quito trazó el Plan Integral de Desarrollo Urbano, que incluía las obras necesarias para la ciudad hasta el año 2020, entre ellas justamente un sistema de metro subterráneo. Tal propósito tuvo muchas modificaciones en el camino e inclusive surgió una especie de sustituto con la puesta en operación de un sistema de trolebuses en 1995.
Pero en las elecciones locales de 2009 el tema del transporte masivo fue parte clave del debate, al punto que el candidato Augusto Barrera propuso la construcción de un metro subterráneo, desechando la propuesta de Tren Rápido hecha por su rival de campaña. Barrera ganaría y así comenzaría un proyecto que se materializaría luego de 9 años de planificación, estructuración y ejecución de dos gobiernos locales (el de Barrera y el del actual alcalde Mauricio Rodas). Con visiones y estilos diferentes, antagónicos incluso, pero con la ambición de que Quito por fin tuviera un sistema de transporte masivo como el metro, los dos gobernantes hicieron realidad el proyecto.
En el caso del Tranvía de Cuenca ha habido más tropiezos aún. La decisión de construirse se tomó en 2011. Los estudios complementarios, de ingeniería y el diseño final fueron entregados un año después. En diciembre de 2013 comenzaron las obras civiles, que en principio estuvieron previstas concluir en 2015. Pero en agosto de 2016 se paralizaron por completo, para reiniciarse en diciembre de 2017. En la actualidad ya está en operación blanca o instructiva. Vale decir que igual hubo diferencias entre los gobiernos responsables, pero entendieron que las obras públicas no les pertenecen a los políticos, sino que son de los ciudadanos.
De esto deberían aprender en Bogotá. Es hora de avanzar. De no seguir procrastinando con una obra que se requiere con urgencia. Transmilenio ha demostrado que no puede soportar solo la demanda de una urbe de 8 millones de habitantes. Se necesita un sistema metroferroviario. Sin duda, habrá que revisar las críticas validas de que se quiere convertir en un metro alimentador y no en el corazón principal del sistema, pero para la capital colombiana, su clase política y dirigente es hora de entender que la ciudadanía necesita el metro y que, en resumen, es una obra de ciudad, no del gobierno de turno o del que vendrá. Lo sucedido en las ciudades ecuatorianas es un buen espejo donde mirarse.
Hasta pronto y gracias por su lectura.