Una investigación que estudió los efectos de la inmigración europea a los Estados Unidos durante la Era de la Migración en Masa (1850–1920), encuentra que los condados de ese país con más inmigración histórica tienen ingresos más altos, menos pobreza y menos desempleo en la actualidad, lo que evidencia el valor de la migración para las sociedades.
La migración es una megatendencia global. Hay más personas que se mueven hoy de un lugar al otro del mundo que en cualquier otro momento en la historia.
Cerca de 260 millones de personas cruzan las fronteras y alrededor de 750 millones de personas son migrantes internos. Eso significa que una de cada siete personas en el mundo, es decir, mil millones son migrantes. La mayoría de ellos se mueven de una forma natural y segura.
Pero también existe la migración forzada: 23 millones de refugiados y 43 millones de personas desplazadas, que son obligadas a desplazarse por diferentes razones, entre ellas los conflictos armados, los problemas derivados del cambio climático (sequías, inundaciones, falta de alimentos) y la carencia de oportunidades para sobrevivir.
Pero en vez de reconocer la migración como una ventaja y una gran oportunidad, hoy en muchos países, líderes y movimientos radicales ven la migración como una amenaza y la califican de causante de muchos de los problemas sociales que los aquejan.
Un nuevo estudio hecho por investigadores de London School of Economics (Reino Unido) y de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) identificó que los condados de EE. UU. con más inmigración histórica tienen ingresos más altos, menos pobreza y menos desempleo en la actualidad, lo que en principio refuta las teorías radicales.
Es claro que un tema importante en el discurso político estadounidense actual es el efecto que tienen los inmigrantes en las comunidades en las que se asientan. Si bien este tema ha recibido mucha atención, en general se ha enfocado en los efectos a corto plazo de los inmigrantes. Se sabe mucho menos sobre las consecuencias a largo plazo de la inmigración.
Por ello, los investigadores estudiaron los efectos de la inmigración en los Estados Unidos de 1850 a 1920, un período en el que la inmigración al país aumentó dramáticamente, y las fuentes de inmigración también cambiaron. En 1850, más del 90 % de las personas nacidas en el extranjero que vivían en los Estados Unidos eran de Gran Bretaña, Irlanda o Alemania. Para 1920, esta cifra era solo del 45 %.
Las autoras del estudio hallaron que la inmigración resultó en beneficios que se sintieron poco después de su llegada. La inmigración resultó en más y más grandes establecimientos manufactureros, mayor productividad agrícola y mayores tasas de innovación. Estos hallazgos son consistentes con una narrativa de larga data que sugiere que los inmigrantes contribuyen al crecimiento económico al proporcionar una amplia oferta de mano de obra no calificada, así como una cantidad menor de personas calificadas, que traen consigo conocimientos e innovaciones que son importantes para el desarrollo.
El tamaño de los efectos sugiere que aumentar el porcentaje de inmigrantes en un condado en un 4.9 % resultó en un aumento del 13 % en el ingreso per cápita promedio actual, un aumento del 44 % en la producción manufacturera per cápita promedio entre 1860-1920 (y un 78 % aumento en 1930), un aumento del 37 % en los valores agrícolas y un aumento del 152 % en el número de patentes per cápita.
Los investigadores también encontraron que estos beneficios económicos no tenían costos sociales a largo plazo. Los lugares con más asentamientos de inmigrantes históricos tienen niveles similares de capital social, participación cívica y tasas de delincuencia.
«Lo que es fascinante es que a pesar del carácter excepcional de este período en la historia de Estados Unidos», dijo la autora principal de la investigación, Sandra Sequeira, «hay varios paralelismos importantes que se podrían establecer entre entonces y ahora: la gran afluencia de mano de obra no calificada, la pequeña pero importante afluencia de innovadores altamente calificados, así como la significativa reacción social a corto plazo contra la inmigración. Hay mucho por hacer. Aprendí de este estudio el tener una perspectiva más larga en el debate sobre la inmigración», explicó.