El hecho que la serie de televisión más vista de la historia reciente, Game of Thrones, haya culminado con la entronización de Bran Stark, sirve como excusa para reiterar la necesidad de tener ciudades más inclusivas y con accesibilidad universal.
Muchos fanáticos de la serie lo suponían. De hecho, en el portal de apuestas en línea OddShark, las probabilidades del personaje de ser rey habían pasado desde +200 a -500. Era el elegido por muchos seguidores para dirigir los Siete Reinos. Y anoche millones de televidentes se sentaron frente a sus pantallas para ver como en el último capítulo de Game of Thrones, la serie más aclamada de la historia reciente, Bran Stark era coronado definitivamente como nuevo rey.
Tras sufrir una caída de una torre a manos de Jaime Lannister, Bran Stark queda parapléjico y tiempo después comienza a experimentar visiones que lo llevarán en un viaje hacia el norte para encontrar al «cuervo de tres ojos». Su papel empieza entonces a tener un enorme protagonismo, a pesar de seguir siendo un personaje de perfil bajo. Y es así como emerge lentamente como una pieza clave de la historia. Al punto que el “Rey de la Noche”, el mayor villano de la trama, iba por él para matarlo en un capítulo previo.
Quizás son muchas otras las razones por las que los guionistas de la serie decidieron que Bran terminara siendo el rey. Pero en una serie convertida en fenómeno masivo, el hecho que “Bran el tullido”, como lo llama Tyrion Lannister (el inteligente estratega enano), no deja de ser un guiño y, sobre todo, una excusa perfecta para poner en escena la inclusión como un elemento de la sociedad y las ciudades. Quizás no sea necesario tener un gobernante o “rey” como Bran para promover políticas en la dirección correcta hacia la inclusión, pero sí, por lo menos, se requiere empatía para ponerse en el lugar del otro.
Hay que decir que, como Bran, unos 1 000 millones de habitantes, o sea el 15 % de la población del mundo, experimentan algún tipo de discapacidad, y la prevalencia de la discapacidad es mayor en los países en desarrollo. Entre 110 millones y 190 millones de personas, o sea la quinta parte del total de habitantes en el mundo, experimentan discapacidad considerable, de acuerdo con estadísticas del Banco Mundial.
Los obstáculos a la inclusión social y económica plena de las personas con discapacidad son la inaccesibilidad de los entornos físicos y el transporte, la falta de disponibilidad de dispositivos y tecnologías de apoyo, la falta de adaptación de los medios de comunicación, las deficiencias en la prestación de servicios, y los prejuicios discriminatorios, adicional al estigma en la sociedad.
Es ante estos condicionamientos que ofrecen las ciudades, que las personas con discapacidad tienen más probabilidades que las personas sin discapacidad de obtener resultados socioeconómicos adversos, como menor nivel de educación, peor estado de salud, niveles inferiores de ocupación y tasas más altas de pobreza. Todo un arsenal de dificultades para quedarse atrás.
¿Cómo cambiar la realidad de exclusión?
Desde 2006 existe en el mundo la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD) para promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales para todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad. El artículo 9 de esa convención está enfocado en la accesibilidad y obliga a todos los Estados a garantizar los derechos en esta materia.
Hasta la fecha, 177 países han firmado la Convención, con fuerza de ley obligatoria. Paralelamente, en los países se ha observado un aumento considerable de disposiciones constitucionales y leyes contra la discriminación por motivos de discapacidad. Aunque lo cierto es que sigue siendo un asunto que no se cumple en muchos países y ciudades.
De igual forma, la Nueva Agenda Urbana, aprobada en 2016 en Quito (Ecuador), tiene por lo menos 16 puntos que remiten al concepto de ciudad inclusiva y accesible y de facilitar el acceso equitativo para todos a las infraestructuras y que las viviendas sean accesibles.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible también advierten a los gobiernos que deben orientar sus esfuerzos a “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se establece claramente que la discapacidad no puede ser un motivo o criterio para privar a las personas de acceso a programas de desarrollo y el ejercicio de los derechos humanos. El marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contiene siete metas que se refieren en forma explícita a las personas con discapacidad y otras seis relativas específicamente a las personas en situaciones vulnerables, que abarcan a las personas con discapacidad.
Los principales elementos urbanos de una ciudad accesible
Pero quizás todo empieza por el “hacer”. Y es aquí donde las ciudades y sus gobiernos pueden avanzar en acciones básicas que contribuyan a esta inclusión radical. Aquí varias acciones, recomendadas por Berny Bluman, director de la fundación Colombia Accesible, para tener ciudades con accesibilidad universal.
Las aceras y el espacio público
Aceras amplias, rampas en cada esquina, una señalización bien hecha con letras legibles, contrastantes, bien ubicadas, donde las personas puedan saber dónde están sin necesidad de preguntarle a alguien. Igualmente, espacios libres de obstáculos, tanto por la infraestructura como por el mobiliario.
El transporte público
El transporte público accesible no es solamente el transporte masivo. Los buses también deben ser accesibles. Cuando no lo son, las personas tienen que buscar otra alternativa, por ejemplo, el taxi, pero los taxis, en general, no les paran a las personas con discapacidad y además son mucho más costosos. En conclusión, “si yo no permito que el transporte sea accesible para todos, estoy haciendo que estas personas estén encerradas en sus casas o tengan que gastar mucho dinero para poderse movilizar”, afirma Bluman.
Acceso a sitios públicos
Los cines, los teatros, los estadios, los sitios donde hay actividades deportivas o actividades culturales es algo a lo que muy poca atención se le presta, pero que para las personas con discapacidad es vital como para cualquier otra persona.
Baños amplios
Cada vez construyen viviendas más pequeñas y por consiguiente hacen los baños más pequeños. Un baño amplio le permite a todo el mundo utilizarlo, tenga o no discapacidad. No se debería tener ni siquiera que pensar en hacer baños para hombres, baños para mujeres y baños para personas con discapacidad. Si se hacen baños accesibles todo el mundo los puede utilizar. Pero es muy difícil encontrar un baño accesible. En los últimos años los centros comerciales tienen, pero el resto de los sitios no: bares, discotecas, restaurantes…no cuentan con baños accesibles, explica Bluman.