En un discurso incisivo frente a los presidentes de las compañías petroleras mundiales, el Papa Francisco afirmó que el cambio climático amenaza el futuro de la familia humana.
“Las generaciones futuras están a punto de heredar un mundo en ruinas. Nuestros hijos y nietos no deberían tener que pagar el costo de la irresponsabilidad de nuestra generación”.
Así, lúcido y directo, el Papa Francisco se dirigió a los participantes en el encuentro sobre “La transición energética y la protección de la casa común”, organizado en el Vaticano por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Dirigiéndose, entre otros, a los jefes de las empresas petroleras del mundo, el Pontífice expresó su satisfacción por esta segunda cita en Roma, un signo positivo del “compromiso constante de trabajar juntos en un espíritu de solidaridad con el fin de dar pasos concretos para la protección de nuestro planeta”.
La familia humana está en peligro
“La crisis ecológica actual, especialmente el cambio climático”, reconoce el Papa Francisco, “amenaza el futuro de la familia humana y esto no es una exageración”.
El Papa basó su reflexión en el informe especial sobre el impacto del calentamiento global de 1.5ºC sobre los niveles preindustriales por parte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, el cual “advierte claramente”, dice, de las consecuencias del fracaso en la consecución del Acuerdo de París.
“El informe también advierte de que falta solo poco más de una década para alcanzar esta barrera del calentamiento global. Ante tal emergencia climática, debemos tomar las medidas oportunas para no cometer una grave injusticia con los pobres y las generaciones futuras”, añadió.
Transición, precio y transparencia
El Papa Francisco puso sobre la mesa los puntos planteados durante el encuentro con líderes de la industria petrolera bajo tres líneas: “una transición correcta”, “el precio del carbón” y “la transparencia en la notificación de riesgos climáticos”.
El Papa recordó que “la civilización requiere energía, pero el uso de la energía no debe destruir la civilización” y que hoy “se necesita una transición energética radical para salvar nuestra casa común”.
Es necesario, en efecto, gestionar bien “el impacto social y laboral del cambio a una sociedad de bajo consumo de carbono”; y al mismo tiempo, adoptar una “adecuada política de los precios del carbón, esencial si la humanidad quiere usar los recursos de la creación de manera inteligente”, explicó.
“La falta de gestión de las emisiones de carbono ha generado una enorme deuda que ahora tendrán que pagar con intereses los que vienen después de nosotros. Nuestra utilización de los recursos ambientales comunes puede considerarse ética solo cuando los costos económicos y sociales que se derivan del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados totalmente por aquellos que se benefician, y no por otros o por las futuras generaciones”, sentenció el Sumo Pontífice.
Por último, el Papa abordó el tema de “la transparencia en la notificación de los riesgos climáticos”. Esto significa una “comunicación abierta, transparente, fundamentada científicamente y regulada” que “redunda en interés de todos, haciendo posible mover el capital financiero a aquellas áreas que ofrecen las más amplias posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que protege el ambiente y crea más fuentes de trabajo».
Los más pobres, los más afectados
Para el Papa Francisco la irresponsabilidad de las generaciones pasadas y presentes no puede dañar el futuro de la familia humana, especialmente de sus miembros más vulnerables. De hecho, son los pobres los que “sufren el peor impacto de la crisis climática”: son ellos “los más vulnerables a los huracanes, las sequías, las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos”, argumentó.
Por último, Francisco hizo hincapié en el valor y el compromiso de los jóvenes en este momento y que debe servir de ejemplo a los adultos. “Me excuso, pero quisiera subrayar esto: ellos, nuestros hijos, nuestros nietos no deberían pagar, no es justo que paguen el precio de nuestra irresponsabilidad. De hecho, como cada vez es más evidente, los jóvenes nos reclaman un cambio. ‘¡El futuro es nuestro!’, gritan los jóvenes hoy y tienen razón”.