Las llamas que están consumiendo una parte del bosque de la Amazonia en los estados de Acre y Amazonas, en Brasil, no solo afectarían la flora y la fauna de esta zona, sino también los ciclos biogeoquímicos, entre ellos el del carbono y el del agua, además del aire que se respira en buena parte de ese país y en Colombia.
El profesor Santiago Duque Escobar, coordinador del Grupo de Investigación en Limnología Amazónica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia, explica que cualquier suceso que ocurra en el trayecto de los vientos alisios, que vienen desde el hemisferio sur, impactará buena parte de la Amazonia.
“Esta bruma de partículas que se están elevando por quemas de bosque en Brasil llega al territorio colombiano, donde nos estaríamos viendo afectados, en especial quienes vivimos en esta zona sur del país”, señala el docente.
La sequía es uno de los factores que inciden en que hoy haya cerca de 63.000 focos de fuego en esa zona, explica el docente. Justo en esta temporada de baja humedad y precipitaciones, habitantes de las zonas usan las quemas como estrategia para comenzar el ciclo anual de cultivos.
“Debido a que los suelos de la Amazonia son muy pobres en nutrientes, los pobladores –en especial las comunidades indígenas– utilizan el sistema ‘corta, tumba y quema’ para proporcionarle al suelo los nutrientes que están en los árboles vivos. Estas quemas son una mínima parte frente al incendio de gran magnitud del que hoy somos testigos”, comenta el docente.
Además del aire se afectaría el ciclo hídrico que alimenta la cordillera de los Andes, debido a que los bosques absorben el agua del subsuelo y la liberan en la atmósfera que viaja en forma de nubes hacia los Andes y baja por el río Amazonas.
Ampliación de la frontera agrícola
El docente comenta que desde hace más de 10 años en Brasil existe una política nacional en pro de la ampliación de la frontera agrícola en el territorio de la cuenca del Amazonas, en especial para monocultivos tanto de consumo como para combustible. Quizá por esto la afectación de la Amazonia sea tan notoria hoy y empeore con las nuevas políticas del presidente Jair Bolsonaro.
Por otra parte, los incendios en la Amazonia colombiana han causado grandes pérdidas en sus ecosistemas, en especial en el piedemonte amazónico, donde desde hace muchas décadas se viene dando una expansión de la frontera agrícola en Guaviare, Caquetá y Putumayo.
Un panorama muy diferente se vive en la Amazonia suroriental (Vaupés, Inírida y Amazonas), donde la densidad de la población es baja y una buena parte del uso del bosque es para actividades propias de pequeños asentamientos humanos, resguardos indígenas y parques nacionales naturales.
La UNAL en la Amazonia
La Universidad ha trabajado por la conservación y recuperación de los bosques en la Amazonia suroriental. Profesores e investigadores han evaluado la respuesta de los bosques amazónicos ante las variaciones del clima, como por ejemplo la pérdida de biomasa en árboles de más de 10 cm de diámetro a causa de la sequía de 2005, que también estuvo unida a un alto número de focos de incendios, particularmente en la Amazonia de Bolivia.
Eliana M. Jiménez, docente de la UNAL Sede Amazonia e integrante del Grupo de Investigación en Ecología y Conservación de la Fauna y Flora Silvestre, y coinvestigadora de la Red Amazónica de Inventarios Forestales (Rainfor), indicó que la comparación del crecimiento de los tallos de los árboles con condiciones previas y posteriores a la sequía de 2005 permitió concluir que los bosques que estuvieron bajo un incremento en el déficit de agua en el suelo (más de 100 mm) perdieron 5,3 Mg de carbono de la biomasa aérea por hectárea.
“La sequía tuvo un impacto significativo en el carbono de la biomasa. Los bosques amazónicos, por lo tanto, se mostraron vulnerables al incremento del estrés de la humedad, con potencial para grandes pérdidas de carbono que retroalimentan el cambio climático”, explica.
También se evidenció que para la sequía de 2005 algunos árboles botaron sus hojas, como una respuesta a la falta de lluvias. “Registramos cómo la hojarasca –sobre todo en la sequía de 2005– fue mucho mayor para ciertos bosques de tierra firme, con respecto a los periodos secos del año anterior y el siguiente. Además, se observó que un bosque en particular perdió las estructuras reproductivas como parte de la hojarasca, es decir las flores y los frutos”, indica la docente.
Agrega que los fuegos tienen gran impacto sobre los ecosistemas boscosos y la atmosfera en general: en primer lugar, la muerte de fauna y flora en los lugares quemados, los cambios en la estructura y diversidad de los bosques, el aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmosfera, los cambios en el ciclo del agua y en la calidad del aire, solo por mencionar algunas de las grandes problemáticas que generan este tipo de disturbios.
Agencia de Noticias UN