Para el catedrático español Joan Subirats, doctor en Ciencias Económicas y fundador del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) de la Universidad Autónoma de Barcelona, esta es una forma de resiliencia para las ciudades.
“El ámbito urbano es, por su condición de espacio donde la gran mayoría de las personas desarrollamos lo fundamental de nuestra existencia, el lugar apropiado para poner en marcha procesos de transformación social orientados a la modificación de ideas y de prácticas sociales alternativas”.
Con este elogio a la oportunidad que significan las ciudades en tiempos de cambios tan trascendentales para una humanidad cada vez más urbanizada, que ha padecido crisis como las vividas en las últimas dos décadas con gobiernos locales y los mismos estados superados por los desafíos de las necesidades insatisfechas y la búsqueda de la sostenibilidad; el catedrático español Joan Subirats, propone la innovación social como el mecanismo ideal para detonar los cambios necesarios para la transformación.
En su artículo Políticas urbanas e innovación social. Entre la coproducción y la nueva institucionalidad. Políticas significativas en España (2016), el fundador del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) de la Universidad Autónoma de Barcelona, y experto en cambios políticos y sociales, propone nueve características fundamentales para la innovación social urbana, la que define escueta pero no superficialmente como “los procesos sociales que tratan de responder a problemas o demandas sociales”.
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Respuesta encaminada entonces a enfrentar lo que Subirats define como políticas urbanas, es decir las que “encuentran su objeto en la esfera territorial en la que se desarrollan, y en la concatenación y articulación de políticas sectoriales que se despliegan en ese territorio, y en el solapamiento de las políticas e intervenciones procedentes de distintas esferas de gobierno (supraestatal, estatal, autonómica y local)”.
Esa esfera es nada menos que el ámbito urbano, en el que considera el autor en los últimos treinta años para el caso español, se han enfocado las políticas públicas en responder a las dimensiones del desarrollo económico, la ordenación de los territorios, el suministro de servicios a sus habitantes y en última instancia a la sostenibilidad ambiental.
Si bien el catedrático reflexiona sobre las políticas urbanas a partir de la crisis española (efectos de la burbuja inmobiliaria mundial, hipotecas, desempleo), estas coyunturas no han sido ajenas a las ciudades latinoamericanas, también afectadas por estos mismos problemas y agravados por las particularidades de la región; situación que obliga a un cambio en el rumbo de las ciudades, de sus gobiernos a través de lo que llama ‘resiliencia urbana’.
“Por ello, nuestra hipótesis es que es necesario reforzar y repensar las políticas urbanas como marco en el que situar actuaciones integrales, pensadas e implementadas desde la proximidad, pero integrando la multiplicidad de mecanismos de intervención multinivel, buscando dinámicas de sustentabilidad compleja, en línea con lo que ha ido denominándose resiliencia urbana”.
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Agrega que no es suficiente el urbanismo para confrontar los problemas urbanos y hace un llamado a la participación social para evitar que sean agentes externos quienes establezcan soluciones a su medida, pero no a las del ámbito local. “Apuntamos a un “rescate” de la perspectiva innovadora desde una lógica de ecología social.
Nueve características para la innovación social
Para Subirats, en su país durante las últimas décadas y como producto de las globalización y los impactos de fenómenos como la crisis de 2007 y 2008, “Los gobiernos locales fueron así enfrentándose con la dura realidad de una agenda de servicios a las personas mucho más extensa, un gran aumento del desempleo, una fragilidad social y familiar notable por la gran generalización del endeudamiento hipotecario, unas exigencias de cobertura de servicios básicos en municipios que habían crecido significativamente, y, en cambio, con capacidades de obtención de recursos cada vez más limitadas”.
Así las cosas, algunos gobiernos tomaron la decisión de permanecer en el ejercicio de lo tradicional con respuestas según sus capacidades presupuestales se lo permitieran y al vaivén del acontecer político local; otros, dice Subirats respondieron acogiéndose a las propuestas más neoliberales de prudencia en las inversiones; pero otros aprovecharon la innovación social como mecanismo de respuesta.
Los criterios entonces para que una innovación social se considere una práctica significativa para las ciudades, debe ser: novedosa. estratégica, integral o transversal, efectiva, participativa (empoderamiento), con fundamento y en respuesta a la vulnerabilidad, transferible, pluralista y escalable.
Novedad: Subirats hace alusión a la creatividad y originalidad, pero no solo en cuanto el diseño de la innovación sino también a la población impactada o al territorio beneficiado.
Estrategia: la más valiosa es aquella que debilita los factores causantes de la vulnerabilidad “económica, ambiental, social, relacional o política”. Implica formación, capacitación y empoderamiento de la comunidad.
Integralidad o transversalidad: entendiendo que actualmente se debe responder a retos urbanos acumulados (lea: ‘La gente en las calles en América Latina lo que está pidiendo es más oportunidades para todos’: Elkin Velásquez); la innovación social debe confrontar según Subirats, “al menos dos grandes campos de vulnerabilidad”.
Efectividad: la innovación que genera impactos tangibles no solo es una buena idea sino implementarla.
Participación y empoderamiento social: innovación con espacios para los actores en todas sus etapas y que fortalece los vínculos con y entre la comunidad. Las relaciones de poder han cambiado y la participación fortalece la “agencia social”.
Fundamento y respuesta a vulnerabilidades: “la significatividad de la práctica será mayor si parte de criterios explícitos sobre el diagnóstico, la implementación y la evaluación de las acciones emprendidas”.
Transferible: para el autor, que hace esta reflexión partiendo de la investigación sobre prácticas en el ámbito español, las experiencias de innovación social significativas deben ser acumulables y transferibles, al contexto en que se crearon o a otros.
Pluralismo: una innovación ideal es aquella que no excluye el debate y la diversidad, sino que incorpora la multiplicidad de intereses, posiciones, perspectivas y vas más allá de la homogenización de las propuestas o soluciones.
Escalabilidad: en un escenario de globalización, será significativa aquella innovación social que involucre “distintas esferas territoriales y de gobierno”, el mayor número de agentes públicos o privados.
