En el Foro Urbano Mundial de Abu Dhabi fue presentada una investigación comparada sobre el fenómeno migratorio venezolano. Los investigadores desmienten percepción de participación de migrantes en delitos e indican que impactan demográficamente en el corto plazo.
Un péndulo. Así definen los investigadores de las universidades de Los Andes en Mérida (Venezuela) y Nacional de Colombia la actual migración venezolana hacia su vecino occidental, que ya alcanzaría los dos millones de migrantes y que está afectando a las ciudades de este país y claro, a las colombianas.
Ello como resultado de un estudio comparado realizado por las dos instituciones académicas y que ha analizado el éxodo desde dimensiones como la demográfica, la económica y la urbana, teniendo en cuenta que, como afirma la investigadora Gloria Yulier Cadena Montero, de la Universidad de los Andes de Mérida (ULA), “la migración es un fenómeno urbano ya que Venezuela tiene el 89 % de su población en zonas urbanas”.
De esta manera, la investigadora señala que a través del estudio se pudo establecer que, en la capital del país, en Caracas, hasta el 17 % de la población habría salido en búsqueda de unas nuevas oportunidades.
Las siguientes ciudades con mayor afectación por la migración son Valencia, Maracay y Maracaibo, de la que indica la investigadora es una de las más golpeadas ya que determinaron que el 6 % de la población ha migrado y además “porque el deterioro de las condiciones de vida es una catástrofe”.
Esta condición, entre otras, es la que lleva a Johan Avendaño Arias, de la Universidad Nacional de Colombia a calificar el estado actual como una crisis humanitaria de “largo aliento ya que nos referimos a que la migración se comporta de una manera pendular, es decir una gran oleada primero de colombianos que migraron hacia Venezuela y luego ahora estamos nosotros viviendo la contraparte”, indicó el investigador colombiano frente a los procesos que en las décadas de los 80 y 90 llevaron a miles de colombianos a territorio venezolano.
Pero justamente al abordar la migración desde el lado colombiano, una de las principales conclusiones que destaca Avendaño es la de la poca preparación que tenía la sociedad urbana colombiana. Para el investigador no fue lo mismo para las ciudades colombianas recibir las migraciones internas, producto de las condiciones sociales y del conflicto armado, y otra muy diferente cuando los que llegaron a las ciudades son extranjeros, más todavía expresa, Colombia es una válvula de escape migratoria con doble condición: un paso para acceder a otros países en los que los venezolanos tienen redes de apoyo, que son los menos, y la mayoría que son quienes llegan para quedarse.
“La desocupación de las ciudades venezolanas está generando una sobrecarga de las demandas urbanas en Colombia. No estábamos preparados ni culturalmente, ni económicamente y menos en equipamiento. Entre los resultados se hace evidente la necesidad de cooperación internacional”, señaló el investigador.
Sobre la dimensión económica los investigadores explicaron que, del lado venezolano existen dos tipos de dinámicas: una con el bolívar como protagonista y otra con el dólar como moneda corriente. “En el caso de Mérida está dolarizada. Tienes para las cosas muy pequeñas un pago en bolívares, pero cuando vamos a las transacciones en centros comerciales están dólares. De hecho, tenemos una dualidad muy difícil de entender que es una economía muy paralela: toda la parte comercial y privada en dólares y toda la administración pública y lo que son los empleados reciben ingresos en bolívares, entonces estamos viendo una economía paralela y de contraste”, explicó Cadena.
La investigadora agregó que se intuye para el corto plazo una dolarización que podría generar una burbuja que sería favorable para un sector de la población urbana pero que ahondaría la brecha con la mayor parte de la población que es aquella más débil económicamente.
Ahora, la migración en el lado colombiano podría tener un impacto que, según el investigador de la Universidad Nacional, no debe calificarse como positivo o negativo. Indicó que demográficamente los datos les señalan que la población nacional estaba envejeciendo y la migración venezolana que, tiene un rango de edad joven y productivo, estaría supliendo la falta de mano de obra en determinados oficios que los colombianos no estaban atendiendo.
“Hemos venido evidenciado a partir del 2018, que la población está tendiendo a envejecerse en el largo plazo. Y con esta inyección de población venezolana de cerca de dos millones, una franja etaria muy particular, pareciera que van a sopesar un poco esa ausencia de mano de obra o de población económicamente activa en una franja que en el corto plazo garantizaría que se va a cubrir con la población migrante venezolana. Entonces tiene muchas caras esta migración”.
Sobre un aspecto que ha generado distintos debates y análisis en Colombia, es el impacto que estaría teniendo la migración en la percepción de seguridad ciudadana en las ciudades colombianas. Para los investigadores se trataría solo de eso, de una percepción ya que los datos les indican que mientras en una ciudad como Bogotá fueron detenidas -señala el investigador-, unas 100 000 personas por distintos delitos, solo 1 900 venezolanos fueron vinculados con acciones contra la justicia. “Es decir que la proporción es del 2 % de migrantes venezolanos que están involucrados en situaciones de inseguridad. Entonces es un imaginario que produce xenofobia. No se sabe si es por una ausencia de capacidad de los medios de comunicación o simplemente se busca un culpable y hay entonces que cuestionarse”, concluyó Avendaño.