Se realizó el XI Diálogo de Petersberg, bajo una misma voz de actores públicos. Organizaciones no estatales participaron por primera vez.
El Diálogo de Petersberg, la reunión anual alemana que impulsa la agenda climática y en la que participaron los ministros de medio ambiente de cuatro países de Latinoamérica, dejó como resultado un llamado amplio para que la recuperación económica que requiere el mundo frente a la pandemia por COVID-19 tienda al carbono neutro, ponga en el centro al ser humano y con ello sea más equitativa, justa y resiliente.
La reunión, que se realizó por primera vez de manera virtual y que cobra mayor relevancia tras el aplazamiento de la COP26 en el Reino Unido, contó con la participación del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres; la canciller alemana Ángela Merkel, el secretario de relaciones exteriores británico, Dominic Raab y 28 ministros de medio ambiente, entre ellos los representantes de Chile, Colombia, México y Costa Rica.
Como mayor novedad, se destaca la participación también por primera ocasión de las organizaciones no estatales, que dialogaron en torno a la descarbonización de los sectores energético y de transporte.
Durante su intervención en la reunión de Berlín, el Secretario General señaló varias medidas bajo la premisa de que las inversiones en la recuperación y creación de nuevas empresas, la generación de empleo, tengan como condición que sean inteligentes, verdes, al servicio de la transición energética y limpias. El alto funcionario agregó que, si esos recursos provienen del recaudo de impuestos con los ciudadanos, “no deben usarse para el rescate de industrias anticuadas, contaminantes e intensivas en carbono”.
La anfitriona del encuentro, la canciller Ángela Merkel, manifestó su compromiso con las ambiciosas metas a 2030 lideradas por la Comisión Europea y a su vez, abogó por no reducir los esfuerzos “por la protección del clima”.
Otra de las protagonistas fue la responsable de las Naciones Unidas para el clima, la mexicana Patricia Espinosa, quien señaló que “La COVID-19 no ha detenido la emergencia climática pero la recuperación del mundo, si la hacemos bien, puede ponernos en un camino más sostenible e inclusive un camino que proteja el medio ambiente, fortalezca la biodiversidad y asegure la salud y la seguridad a largo plazo de la humanidad”.
A estas declaraciones se sumó la de la jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), la búlgara Kristalina Georgieva, quien pese a los anuncios de la misma entidad sobre el impacto económico y lo desafiante que será la recuperación; señaló que esta deberá ser “verde”, todo ello en el marco de las expresiones de distintos países que piden flexibilizar o suspender las metas del Acuerdo de París, y además en un año en el que se deben renovar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés), que podrían ser poco ambiciosas con la excusa de la crisis sanitaria.
Los ministros latinoamericanos: positivos ante los retos, pero…
Los ministros de Medio Ambiente de Colombia, Chile, México y Costa Rica compartieron virtualmente sus declaraciones que pueden resumirse como optimistas, al menos en lo retórico, y se vislumbran acordes a la voz mundial de no dejar de ser ambiciosos.
Para la directora de Low Carbon City en Colombia, Juliana Gutiérrez, la reunión no tuvo efectos prácticos y la falta de compromisos firmes, la hizo un encuentro solamente “político”.
“Además de ser un foro político y de diplomacia climática no deja grandes resultados. Una de las grandes expectativas de este evento era que la Unión Europea se comprometería de aumentar la meta de reducción de emisiones entre un 50 y 55 % y ese anuncio no se hizo. ¿Por qué no?”, señaló la experta. Gutiérrez destacó la participación inaugural de sectores no estatales, la que calificó de valiosa sin dejar de reiterar la ausencia de responsabilidades asumidas por los tomadores de decisiones, postura que, dice, “deja toda la discusión de la urgencia de acelerar las transiciones, la descarbonización, para el próximo año en la COP26. (…) Está claro que si no logramos la meta de bajar los dos grados de temperatura y sabemos que, si no lo logramos, nuestra supervivencia en el planeta, no la podremos asegurar”.
Desde otro punto de vista, la ministra chilena Carolina Schmidt, además presidente de la COP25, señaló que “El COVID-19 ha destruido las vidas de la gente, sus empleos y no es suficiente recuperarnos, sino recuperarnos mucho mejor”. Destacó también la inclusión de los aspectos sociales dentro de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) que fueron presentadas en el inicio del mes.
El colombiano Ricardo Lozano, pidió que se genere más apoyo “para que los científicos investiguen las relaciones entre la salud humana, la vida salvaje, la vida humana, esencial para la resiliencia medioambiental”; agregó que es necesario un trabajo interdisciplinario, intersectorial y colaborativo, se requiere para prevenir las enfermedades relacionadas con la calidad del medioambiente.
El mexicano Víctor Toledo declaró que conforme a los objetivos del gobierno que integra, es decir la reducción de la pobreza que afecta a la mitad de la población y a la recuperación del medioambiente; las metas están en hacer una transición en las dimensiones ambientales de alimento, agua, energía, conservación, industria, educación y ciudades, “que se afrontan con virus o sin virus”.
Finalmente, el ministro costarricense Carlos Manuel Rodríguez, manifestó que ante el impacto económico del COVID-19 “el desafío es muy concreto y muy simple”, pensar de manera contraria a los sistemas habituales que han sido el problema.