En momentos de la crisis por el COVID-19 -una tragedia netamente urbana-, LA Network invitó a tres urbanistas latinoamericanos a compartir las reflexiones hechas en torno a la ciudad que se avecina, pensamientos surgidos en medio del confinamiento.
David Governeur, de Venezuela; Roberto Monteverde, de Argentina y Jorge Pérez, de Colombia; reconocidos arquitectos, urbanistas y planificadores, coinciden, cada uno con sus matices, que la ciudad densa debe de una vez por todas morir como modelo urbano y así transformar las ciudades latinoamericanas en entornos muchos más saludables, equitativos, incluyentes y sostenibles.
En medio de tiempos de incertidumbre por causa de una pandemia que ha removido todas las estructuras de la sociedad, de revaluación de todo lo hecho hasta ahora y que la mayoría de seres humanos actuales no había vivido; la ciudad, como el modelo de vida imperante parece que debe revaluarse de una vez por todas.
Los invitados por LA Network ajustaron sus criterios con esta crisis y compartieron conceptos -no necesariamente nuevos-, que se han hecho urgentes, inaplazables.
Estas son sus reflexiones para aportar a una mejor Latinoamérica.
David Governeur: La ciudad ‘carrocentrista’ no va más.
Cinco paradigmas o modelos seguidos y errados, según la situación actual, deben cambiar en las ciudades para el arquitecto, urbanista y académico venezolano David Governeur, asentado justamente en Filadelfia, una de las ciudades de Estados Unidos golpeada por la pandemia: 638 muertes.
El primero es el carro. La ciudad ‘carrocentrista’ no va más. Ganó el peatón y el espacio dedicado a los vehículos no se necesita más, y debe ser “como está pasando en Milán”.
Segundo paradigma: la ciudad debe ser policéntrica y no requerir de tantos viajes en auto, los servicios y oportunidades para las personas deben estar disponibles en una distancia de 20 minutos caminando, cómo máximo. “Esa sería una ciudad genial. Es un trabajo de ‘acupuntura’, de microcirugía, en relación con la planeación”.
No más ciudades planificadas segregando la población. “En Canadá las áreas suburbanas con pobladores de altos estándares económicos que tomaban su carro todos los días para ir a la ciudad no van más”, explica el urbanista venezolano. Agrega que esas áreas se están transformando en zonas de uso mixto, mezclando distintas poblaciones con capacidades económicas diversas. “No pueden ser ciudades como Bogotá: los ricos en el norte y los pobres en el sur. Necesitamos ciudades espacial y socialmente integradas”.
En cuarto lugar, Governeur habla de la discusión permanente de cómo hacer esa ciudad. Y la respuesta dice, es la densidad intermedia. “Eso significa que no hablamos del hacinamiento de los rascacielos de 40 pisos, ni tampoco de áreas suburbanas de viviendas unifamiliares aisladas. Son los extremos que están cuestionando los planificadores”.
Para el último lugar, el académico y experto en asentamientos informales, ubica el aspecto económico y productivo de las ciudades. Señala que la pandemia mostró que toda la economía mundial está interconectada por grandes corporaciones, bancos, firmas internacionales que cuando sufren un revés, impactan todo. De allí que destaca una microeconomía aguanta las tragedias, por ello prácticas como las huertas urbanas que pueden generar intercambios entre la comunidad no dependerán de la macroeconomía.
“En las ciudades policéntricas, de distritos de uso mixto, peatonales, a la mano, la idea de las microeconomías sería muy importante, para que no todo se destruya con las crisis”.
Roberto Monteverde: Las ciudades tendrán que ser multicéntricas
El arquitecto y urbanista argentino Roberto Monteverde, integrante hoy del IGC (Instituto de Gestión de Ciudades) y presidente de la Sociedad Argentina de Planificación Territorial, puso el dedo en la llaga al advertir que, si antes era intolerable la enorme desigualdad de las ciudades, la pandemia y la situación mundial, no han hecho sino evidenciar que ahora es aún menos aceptable.
“El confinamiento se ha cumplido en los sectores más formales de la ciudad. En las villas o en los barrios, ese aislamiento no es posible para una familia que vive en una habitación de cuatro por cuatro metros. Por eso la cuarentena allí se volvió barrial. Eso incluso ya existía, lo que debe cambiar es que eso no lo debemos tolerar ni la sociedad, ni el estado, ni nadie debe aceptar eso modelos de tremenda desigualdad”, expresa.
Para Monteverde, es necesario que las ciudades no olviden la presión que se ha ejercido sobre el medio ambiente y que finalmente, como en el caso de la actual pandemia, llevó una enfermedad de la naturaleza a las ciudades.
Considera que es tal la magnitud de la crisis, que requiere también de transformaciones de igual proporción. Explica que no se trata de construir todo de nuevo sino de una intervención de escala de ciudad, pero con acciones muy bien medidas para el caso de cada barrio o comunidad, coincidiendo con Governeur en lo que llama ‘acupuntura’.
“Aquí hablo de que el modelo general de las ciudades va a tener que cambiar a ser descentralizado y multicéntrico para que los niveles de movilidad sean menores. Las ciudades que vienen deben ser más justas, más quietas, que en la proximidad se resuelvan la mayor cantidad de asuntos cotidianos de las personas”.
Así las cosas, señala que en el nivel macro de planeación, los planes urbanos tendrán que decidir cómo multiplicar estas centralidades. El siguiente nivel, indica Monteverde, debe ser el de las operaciones urbanas integrales y menciona a Medellín como ejemplo.
Explica que esas operaciones son una especie de enlace: teje hilos con la ciudad macro “resolviendo las agresiones urbanas y ecológicas al mismo tiempo” por un lado, y por el otro integrando en lo social y urbanístico, los niveles de injusticia social en la ‘otra’ ciudad.
Reconoce que no será fácil, pero se requerirá voluntad política y de financiación macro, pero que “es necesario hacer reformas a nivel nacional para llevar recursos a los demás niveles. De lo contario seguiremos paliando la situación, pero no remediándola”.
Finalmente criticó los modelos de vivienda capitalistas e “inmobiliarios” que piensan en altas densidades y pocos metros cuadrados, son “inhumanas”, dice. Pide revisar el equilibrio de las ciudades pues, como en Argentina, “Buenos Aires tiene 10 millones de habitantes y la ciudad que le sigue 1.2 millones; es una lógica de concentración, un modelo de ocupación de territorio que debe dar valor a las ciudades intermedias”.
Jorge Pérez Jaramillo: El espacio público será una “ultra prioridad”
Jorge Pérez Jaramillo es arquitecto, urbanista con acreditación internacional del Royal Institute of British Architects, decano, experto en planificación urbana con amplia experiencia en cargos públicos.
Para él, también en el contexto de la pandemia la ciudad densa debe ser revaluada, pero con ciertos matices que no dejen duda de que el cambio “se ha hecho inaplazable” y que el concepto de ciudad densa es el mejor, pero que se ha confundido.
Explica que la ocupación sostenible de los territorios lleva décadas debatiéndose y aunque en este tiempo de pandemia ese debate ha cambiado de forma, el fondo sigue siendo el mismo: la forma destructiva del urbanismo en el planeta y la precariedad que genera; revisar las formas de consumo; le inequidad social y espacial.
“La pregunta que siempre gravita en territorios muy urbanizados como Latinoamérica, es si la densidad es una solución o un problema” y para el urbanista, la respuesta es que la ciudad densa “es la mejor”.
Sin embargo, su afirmación no puede verse en blanco y negro. Señala que se ha confundido la densidad urbana con hacinamiento e hiperdensidad. “Densidad significa territorios compactos con equilibrada oferta de servicios acotada en un territorio de manera sostenible pero que ofrece accesibilidad y cohesión social, económica, cultural y funcional para las comunidades; un equilibrio entre disponibilidad y consumo de los recursos”.
El experto colombiano hizo una defensa del valor del espacio público como una “ultra prioridad para el mundo actual que se evidencia más con la pandemia que vive el planeta”. Enfatiza en que crear y concebir espacios para el hábitat colectivo no es un asunto de poco monta y hay que integrar escenarios de vida pública.
“Necesitamos que las comunidades coexistan, compartan, interactúen y desarrollen la vida social que es al final la humanidad y para ello se requieren condiciones de espacio y hábitat adecuada, es una prioridad”.