Para el Banco de Desarrollo de América Latina la utilidad de este estudio es que con la “visión de la acumulación de habilidades en múltiples ámbitos”, se busca hacer un nuevo aporte para una agenda de política pública que promueva un mayor capital humano para el desarrollo de la región.
Disponer o carecer de recursos económicos y materiales es una preocupación de primer nivel para ciudades y países.
También lo son la provisión de servicios básicos a un número cada vez mayor de la población marginada, el aumento de la cobertura educativa, la generación de oportunidades de empleo y la adopción de sistemas sostenibles de transporte público, temas en los que a Latinoamérica se le reconocen importantes avances. Pero, ¿hay una preocupación real por la acumulación de habilidades?
¿¡Habilidades!?, es la reacción inmediata, en tono de extrañeza, por parte de quienes escuchan el planteamiento de que acumular habilidades, más que capital, es clave para el desarrollo de ciudades y países.
Este asunto fue planteado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) en las deliberaciones del encuentro Lacea-Lames que se realiza en Medellín.
A partir de una investigación en diez ciudades capitales de esta región, y mediante un sistema de encuestas a diez mil personas, un grupo de expertos de la Dirección Socioeconómica de la CAF, liderado por la argentina Lucila Berniell, encontró que las habilidades de las personas intervienen de manera radical no solo en la calidad del empleo y del trabajo en general, sino en la calidad de vida mediante la disminución de la inequidad.
Pero lo preocupante es que este estudio también permite concluir que los habitantes de Latinoamérica no solo tienen muy pocas habilidades para defenderse en la vida, sino que las pocas que existen están muy mal distribuidas dentro la población.
En concepto de Lucila Berniell, estos hallazgos contribuyen a explicar no en forma determinante pero sí en muy buena medida, por qué en la región la mayor cobertura educativa convive con un rendimiento académico generalmente bajo y con grandes desigualdades entre niños que provienen de diferentes estratos socioeconómicos.
Asimismo permiten inferir las razones por las cuales los problemas de productividad que aquejan tanto a las empresas como a los propios trabajadores, han contribuido a que “el crecimiento del PIB en los últimos cincuenta años haya sido lento”.
Carencia de habilidades equivale a desigualdad
En síntesis, para la CAF, la carencia de habilidades –siendo éstas el “sostén del capital humano”–, mantendrá a Latinoamérica en el registro de las regiones más inequitativas del mundo y, por consiguiente, con altos niveles de violencia en muchas de sus ciudades y con una baja calidad del hábitat, que se seguirá expresando en la proliferación de asentamientos informales, donde, además de residir uno de cada cuatro habitantes, escasea el acceso a servicios públicos básicos como el agua potable y abundan “las fuentes de contaminación latentes o activas”.
Los efectos negativos que conlleva la carencia de habilidades, aparecen igualmente asociados en la referida investigación “a falencias de capital humano, es decir, a debilidades en la formación de habilidades cognitivas, socioemocionales y físicas de la población”.
También está asociada esta carencia a precariedad laboral, a ser menos productivos, a padecer deficientes estados de salud física y mental, a participar de manera menos activa en la vida cívica y a sentir menos satisfacción con la propia vida, entre otros aspectos del bienestar personal.
En lo social, “una población con más habilidades tendrá menos problemas para coordinar decisiones colectivas, lo que ayuda a tomar mejores decisiones de política pública y a tener menores niveles de conflictividad social. Además, un mayor nivel de habilidades para toda la población significa sentar bases sólidas para la igualdad de oportunidades y para una distribución de los ingresos más equitativa”, afirma el estudio coordinado por la investigadora Lucila Berniell.
Y la suma de los aspectos sociales y una mayor productividad laboral, repercuten en crecimiento económico y mayor bienestar general.
“De hecho, la evidencia sugiere que son justamente las diferencias en la calidad del capital humano (en las habilidades) las que mejor pueden explicar las diferencias entre el sorprendente crecimiento del sudeste asiático y el lento avance del PIB en América Latina desde 1960”, afirma la investigadora.
Niñez, juventud y educación
Ante un auditorio que concentró toda la atención en la disertación del equipo de la CAF, Berniell expuso que si el capital humano es medido por años de educación, en la acumulación de habilidades para el trabajo y para la vida intervienen las instituciones educativas, el mundo laboral, la familia, el barrio y la comunidad.
“Para el futuro del niño y el desarrollo de sus habilidades es mucho más importante cuánto tiempo pasan los padres con ellos que el dinero invertido”, aseveró.
Importancia que se acrecienta ante la gravedad de las estadísticas reveladas sobre el tema de infancia en la región: solo el 50% de los embarazos son deseados, el 20% de las mujeres menores de 19 años ya son madres o están embarazadas, y cerca del 80% de los niños no reciben una dieta balanceada.
En relación con los desafíos que se desprenden de estas cifras, manifestó que las habilidades y la capacidad deductiva de los niños y de los jóvenes en las escuelas y colegios dependen, básicamente, de la calidad de los docentes
“Es ahí donde se debe enfocar todo el esfuerzo institucional”, agregó.
Por su parte, para el presidente ejecutivo de la CAF, Enrique García, “hay dos etapas de la vida que cobran mayor relevancia en la formación de los pilares del desarrollo cognitivo, socioemocional y físico de las personas: la primera infancia y la juventud”.
Por lo tanto, agregó, “invertir en los más jóvenes hoy, puede traer grandes beneficios mañana. Esta posibilidad es de una extrema importancia para una región”
Impactar la economía y el desarrollo
A propósito de esta investigación, que busca impactar el ámbito de la economía y del desarrollo en Latinoamérica, Enrique García considera que “esta visión de la acumulación de habilidades en múltiples ámbitos implica muchos desafíos para las políticas públicas”.
Por ejemplo, argumenta que la mayor responsabilidad ya no es solo del sistema educativo, por cuanto “los esfuerzos que se hagan en la esfera educativa, como dotar a las escuelas de más y mejores recursos (en particular, docentes), deben ser acompañados con iniciativas que ayuden a las familias a invertir de la mejor manera posible en sus hijos, ayudando sobre todo a destinar tiempo de calidad al cuidado de los niños, para poder estimular su desarrollo desde muy temprano”.
De igual manera sugiere trabajar por una conexión efectiva entre la familia, el sistema educativo y el mundo del trabajo, con el objetivo prioritario de mejorar las decisiones vocacionales de los jóvenes, proveyéndolos de formación, información y experiencias “que permitan la transición a buenos empleos”.
“En este sentido –afirma–, el reto de política es generar esquemas de coordinación y cooperación horizontal entre las áreas de gestión pública que comandan la provisión de bienes y servicios útiles para las familias, la escuela, el mundo del trabajo y el hábitat urbano y rural”.
Y concluye: “El desafío es grande, pero también lo serán las ganancias para nuestros niños y jóvenes”.
Nota: para los interesados, la investigación se encuentra publicada en
http://scioteca.caf.com/bitstream/handle/123456789/936/RED2016-16sep.pdf?sequence=5&isAllowed=y