Siguiendo la línea de mis últimas notas sobre “ideas para la economía post cuarentenas”, hoy la idea es disertar un poco sobre uno de los paradigmas más difíciles de cambiar en el ecosistema local de innovación y emprendimiento, el de el “miedo a compartir”.
Una idea no vale por sí sola, vale solo si logra sumar la suficiente gente que crea y trabaje en ella.
La innovación es algo que requiere mucho esfuerzo, requiere pensar (cosa compleja) pues normalmente se innova para encontrar la respuesta a un problema.
Hay dos formas de generar innovación , la manera más tradicional es crear un laboratorio, encerrar un par de genios, darles recursos y una lista de problemas. Este proceso es normalmente costoso y lento, limitando la cantidad de organizaciones que pueden pensar siquiera en acometerlo.
La otra opción es la “innovación abierta”, consiste en crear un esquema donde todos pueden aportar y todos se benefician. Es mucho más barato, tiene más alcance y bien manejado logra que los proyectos nazcan con personas ya interesadas en su desarrollo.
Nuestros países tienen limitado acceso a recursos de investigación y desarrollo, pueden beneficiarse de la creación de espacios de innovación abierta, lo único que se necesita es tener claro los problemas y crear oportunidades para que los innovadores interactúen.
Si además se priorizan los problemas sociales, se forma una de las duplas más interesantes que pueden existir, la de la “innovación social abierta”.
Lograr entrar en este tipo de dinámicas requiere dejar de temerle a los demás, no podemos olvidar que nosotros somos “los demás, de los demás” y que la mejor forma de generar confianza es siendo nosotros confiables.
Uno de mis mentores y alguien a quien admiro profundamente el profesor Antanas Mockus, creo un ejercicio hace varios años, usando un juego popular,un trompo con mensajes que te indican, cuándo “poner” y cuándo “tomar”, el le agrego una cara más que decía “todos ponen” y explicaba cuando caminaba por las calles de la ciudad “ si todos ponemos todos tomamos, no podemos pedir si no hemos dado primero”.
Hoy estoy más que convencido que lo mismo funciona en la economía actual, la economía del conocimiento, si llegamos solo buscando tomar nunca tendremos nada, la única forma que haya algo para nosotros y para los demás, es poniendo primero.
Existen muchos ejemplos de procesos como este, cosas como el software de código abierto, que involucra a miles de personas y que beneficia a millones, o empresas que implementan esquemas que permiten que los usuarios de sus productos, puedan cocrearlos y mejorarlos, o ciudades que implementan esquemas de “gobierno abierto” y sus respectivas herramientas, de forma que logran que los ciudadanos participen de la solución de los problemas de su ciudad.
La economía que se viene debe ser de “tomos ponemos y todos tomamos”, cada quien desde su espacio de acción.
Así pues, si seguimos la idea de “trabajar en nuestros retos sociales”, usando la “innovación abierta”, teniendo además en cuenta que estas cosas no se importan, se construyen con los ecosistemas empresariales locales…creo que podríamos salir fortalecidos de este momento coyuntural.