Micromovilidad y espacio público: una aproximación desde el derecho

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María Isabel Basto
6 octubre, 2020 - Movilidad

Micromovilidad: ¿ha llegado a cambiar la manera en que nos movemos?
Si los nuevos servicios de micromovilidad se miran de manera integral y como un proceso a largo plazo, las ciudades tienen la oportunidad de utilizarlos como una forma de ingresar en una nueva era de interacción. Patinetas eléctricas en Praga.

En vista de que el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, expidió la resolución 385 del 12 de marzo del 2020 declarando la emergencia sanitaria por causa del coronavirus COVID- 19 y a que la Organización Mundial de la Salud, ha indicado que el COVID-19, se transmite de persona a persona pudiendo traspasar fronteras geográficas a través de pasajeros infectados, entre otras, el Minsalud resolvió en su artículo 2° numeral 2.7 “Ordenar a los responsables de los medios de transporte públicos y privados y a quienes lo operan a adoptar las medidas higiénicas y demás que correspondan para evitar el contagio y la propagación del COVID-19” (Ministerio de Salud y Protección Social [Minsalud], 2020).

En atención a ello, el Minsalud recomienda cumplir con todas las medidas dispuestas para romper la cadena de transmisión de la COVID-19, siendo el distanciamiento físico, una de las maneras más efectivas de prevención.

El distanciamiento físico, señala Claudia Milena Cuellar Segura, Subdirectora de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, “(…) es evitar el contacto frente a frente con otras personas, conservando una distancia al menos de 1 metro, aunque lo ideal son 2, con esto lograremos minimizar los factores de contagio entre las personas y así desacelerar la propagación del coronavirus.” (Minisalud, 2020).

Las prevenciones adoptadas, llevaron al gobierno colombiano a declarar el Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica en todo el territorio Nacional, a través del Decreto 417 del 17 de marzo del 2020, donde señala que:

“(…) una de las principales medidas, recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, es el distanciamiento social y aislamiento, para lo cual, las tecnologías de la información y las comunicaciones y los servicios de comunicaciones, en general, se convierten en una herramienta esencial para permitir la protección la vida y la salud de los colombianos.”

La medida del aislamiento preventivo obligatorio decretada por el Gobierno Nacional de Colombia, a través del decreto 457 del 22 de marzo del 2020, limitó la circulación de personas y vehículos totalmente. La disposición fue ampliada posteriormente por los decretos 531 y 593 del 8 y 24 de abril, respectivamente, con el ánimo de imponer el distanciamiento social durante los meses de marzo, abril y mayo del 2020.

Una de las principales víctimas producidas, justamente por restricciones extremas como el aislamiento preventivo obligatorio total, ha sido el transporte público y sus sistemas. El decreto 482 del 26 de marzo del 2020 estipula en el artículo 5° que, durante la emergencia y el aislamiento preventivo obligatorio, el transporte masivo podrá operar, pero […]la oferta habilitada no podrá exceder en ningún caso cincuenta por ciento (50%) de la oferta máxima que se tenga en cada sistema.

El 19 de abril de 2020, el presidente de Colombia Iván Duque, a través de la Revista Semana “afirmó que el transporte público en el país debe operar un 35% de su capacidad, para evitar que se disparen los casos de personas infectadas con el COVID – 19”. Es posible que el transporte no vuelva a ser el mismo, pero las medidas de distanciamiento social que se deben acatar para evitar un contagio del COVID -19 se ha convertido en una gran oportunidad para implementar una movilidad distinta, resaltar la importancia de las energías renovables, implementar las plataformas digitales y el transporte ecológico, donde las nuevas dimensiones sean individuales.

“(…) Lo anterior, traerá muy probablemente consigo una migración más acelerada de los servicios de transporte público al uso de motocicletas, o incluso de sistemas de micromovilidad, como son los sistemas de bicicletas y patinetas públicas.” (Rincón, 2020, párr.5).

En ese cambio, se debe ver la coyuntura para librar a los ciudadanos no solo de la pandemia, sino además de la cultura autocentrada, aquella que se identifica por desarrollar una ciudad dispersa en la que los usos y servicios son prestados desde un mismo centro, dominando la vida urbana durante décadas. Para ello, es menester priorizar el movimiento de personas —peatones, ciclistas, los modos activos, los vehículos alternos, las soluciones de “micromovilidad” y los medios eléctricos pequeños. — sobre los automóviles.

Los movimientos podrían cambiar las ciudades para mejor y a largo plazo. Las soluciones alternas como los scooters, podrían lanzar una nueva generación de conductores, buscando evitar el contagio y la contaminación, estos vehículos eléctricos individuales garantizan una movilidad segura, acorde con el distanciamiento social y amigable con el medio ambiente.

Sin embargo, las ciudades que han visto el tráfico calmado enfrentan un nuevo tipo de congestión, no en sus calles sino en sus aceras; para ello, se necesitan (i)inversiones en infraestructura,  con el fin de ofrecer espacios para la “micromovilidad” y así evitar la invasión al espacio público destinado exclusivamente al tránsito peatonal como es el caso de andenes y senderos peatonales,  y (ii) regular el uso a través de una ley de nuevas modalidades de movilidad con tecnología, priorizando así la recuperación económica que se articula con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.