La ciudad reclama campañas pedagógicas y medidas que incentiven la reducción de la contaminación vehicular, comenzando con pequeñas acciones como apagar el motor mientras no se esté circulando y evitar que esté activo de forma innecesaria. ¿Seremos capaces de generar cultura en este sentido?
POR: Sebastián Aguirre, periodista, para el Colectivo SiCLas.
Lo hicieron en el estado de Carolina del Norte, en EE. UU., mediante un programa voluntario denominado “Turn Off Your Engine” (“Apague el motor”), con el objetivo de reducir el ralentí innecesario, es decir la acción de mantener el motor encendido a unas revoluciones mínimas sin aceleración. Lo promovió la división de Calidad del Aire del gobierno estatal mediante la distribución de material educativo en el que les explicaban a los ciudadanos los graves efectos de dejar el motor encendido en la salud pública.
“El ralentí excesivo e innecesario de vehículos es un factor grave y evitable que conduce a la contaminación atmosférica y la mala salud en las personas”, se lee en el sitio web de la entidad.
Y agregan: “el ralentí excesivo está generalizado a todos los tipos de vehículos; incluyendo coches, autobuses y camiones. Este comportamiento se produce prácticamente a lo largo de todas las actividades de transporte, incluyendo a padres que recogen o dejan a sus niños en la escuela, a clientes esperando en fila en un cajero automático o en la ventanilla de un restaurante de comida rápida, a camiones que transportan mercancías y a autobuses que esperan para recoger a los pasajeros”, quienes aspiran toda la contaminación que estos actores producen, lo cual resalta la importancia de promover campañas enfocadas en este público.
Campañas de este tipo también han sido promovidas en otros estados de ese país, como Maryland. “El Departamento de Medio Ambiente se compromete a unir a los ciudadanos, la industria del transporte por carretera, las escuelas y las instituciones educativas, y otras partes interesadas para que se den cuenta de que cinco minutos son importantes cuando se pone en ralentí innecesariamente el motor”.
En Colombia, y específicamente en Medellín, no se conocen campañas similares efectivas o al menos en trámite, y aunque existe la conciencia de que esta práctica es una medida necesaria –aunque complementarias a otras de más impacto en la calidad del aire–, por ahora lo único parecido en cuanto a políticas públicas es el Día sin Carro, que por una única ocasión durante cada año prohíbe la circulación de automotores, con algunas excepciones.
Foto: Simone Ramella – https://www.flickr.com/photos/ramella/
Un cambio cultural de alto impacto
Santiago Jaramillo, asesor de Daniel Duque, concejal de Medellín, experto en temas de calidad del aire, sostiene que estas campañas son muy pertinentes y útiles para nuestra ciudad, y de hecho algo ha sido mencionado en debates relacionados con este problema, aunque hasta ahora no han tenido la incidencia esperada.
“Dentro de nuestras intervenciones en el Concejo hemos insistido en medidas de este tipo que son sencillas pero que tienen un trasfondo cultural, ya que existe la concepción de que dejar el vehículo prendido por varios minutos es más conveniente para el motor que apagarlo, pero al contrario lo que están es consumiendo más combustible y generando mayor contaminación al resto de las personas”, sostiene Jaramillo.
Cambiar y modificar esas conductas culturales, en palabras del asesor, es posible con pedagogía e información, aunque reconoce que no es fácil.
“Requiere de mucha persistencia pero hay que trabajar para ir cambiando esos hábitos. Es un cambio pequeño desde lo cultural pero se puede convertir en un factor importante desde la salud y la calidad del aire”, precisa.
“Son campañas que se necesitan”
Mauricio Mesa, vocero del Colectivo SiCLas, argumenta que este tipo de campañas son necesarias en Medellín y el área metropolitana del Valle de Aburrá, para desmitificar esas creencias, en especial de quienes usan combustible diésel, que “dizque si no apagan el vehículo se les daña el motor o gastan más combustible al volverlo a prender”.
En su concepto, son muchos los ciudadanos, como los ciclistas, que se ven afectados con estas prácticas de gente “inconsciente”, que por su comodidad no apagan el motor para mantener el aire acondicionado encendido o para no tener que bajar las ventanillas que porque “se sienten más protegidos”.
Mesa desconoce pronunciamientos oficiales respecto a campañas educativas dirigidas a los conductores que promuevan los motores apagados en vez del ralentí innecesario, pero insta a las autoridades a promoverlas, a la par de que fortalezcan otras medidas complementarias como la chatarrización de buses cuya antigüedad ya haya cumplido ciclos y ser cero tolerantes con las evasiones de las revisiones técnico mecánicas.
“Hay personas que creen que todas los demás cometen errores, menos ellas. Muchas dicen que son los carros de las otras personas, pero hasta las motos de cuatro tiempos, por la cantidad de unidades que circulan en la ciudad, generan contaminación excesiva. Y esto no es como dijo un secretario de medio ambiente el año pasado de que podemos contaminar más, es que es el planeta el que sufre, el Valle de Aburrá no tiene aire comprado. A las volquetas nadie las regula, cuando hacen controles cazan a uno o dos y el resto no pasa nada, y a quienes cogen pagan la multa pero luego siguen contaminando”, sostiene Mesa.
El vocero de SiCLas invita a quienes no creen en sus argumentos que se sitúen cinco minutos al lado de un tubo de escape o se ubiquen cerca de paraderos de buses para que sientan las náuseas y el ardor en los ojos que la contaminación les provoca a los ciudadanos.
Los transportadores quieren sumar
Juan Gonzalo Merino, presidente de Asotransvaa –Asociación de Transportadores del Valle de Aburrá–, señala que desde su gremio son conscientes de que es necesaria una transición hacia la movilidad sostenible, y asegura que están haciendo “estructuraciones económicas, técnicas, legales y financieras para migrar a buses eléctricos”, más que pensar en apagar motores.
En la actualidad en el área metropolitana del Valle de Aburrá ruedan unos 6.200 buses, de los cuales 3.216 lo hacen en Medellín. Con las administraciones municipales han establecido compromisos, sujetos a normas, para que a 2035 se realice una mutación gradual a combustibles limpios con tecnología diésel Euro 5 y posteriormente a los eléctricos.
“Esta es la mejor solución para que podamos estar en un mundo más vivible, pero no solo es el transporte público, somos menos del 1 %, la responsabilidad también es de los particulares, los taxis, todos en gran medida hacen más contaminado el ambiente”, concluye Merino.
Respecto a estas palabras, Mauricio Mesa, del Colectivo SiCLas, cuestiona el hecho de que haya que esperar hasta 2035 para esperar acciones concretas, más cuando apagar los motores “no cuesta nada” y tiene efectos inmediatos.
Independiente de que se presenten soluciones técnicas, económicas, legales o financieras, la transformación es cultural y educativa, incluso en la forma de conducir, que también influye en el gasto de combustible, la contaminación atmosférica y por ruido.
“La invitación a todas las personas es a apagar el motor si van a permanecer quietos por más de un minuto, lo cual puede significar ahorros en combustible, pero sobre todo, un aire más limpio, respirable y saludable para todos. Este es el elemento más necesario para la vida, así como el más democrático, popular y social del que podemos disfrutar. No lo contaminemos y seamos racionales con el uso de automotores y cuando lo podamos apagar, hagámoslo” cierra Mesa.