Artículo escrito por: Laureen Montes – Valentina Montoya Robledo – Valeria Bernal – Transport Gender Lab
La pandemia del coronavirus ha generado enormes costos económicos y sociales para América Latina y el Caribe (ALC). Para 2020, el Fondo Monetario Internacional estima un contracción económica del 7% (FMI, 2021). La Comisión Económica para América Latina y el Caribe calcula que el número de personas en situación de pobreza aumentaría 45,4 millones en 2020, mientras que las tasas de desempleo incrementarían en 5,4 puntos porcentuales respecto del 2019 (CEPAL, 2020).
Análisis del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concluyen que la pandemia ha afectado mayormente la ocupación de ciertos grupos como las mujeres y los jóvenes. El empleo femenino cayó 28,5% en Perú (Lima Metropolitana), 21% en Chile, 11% en México y 10% en Colombia (BID, 2020). Además, los empleos de los hombres se recuperan más rápido que los de las mujeres. El 8 de marzo, no sólo conmemoramos el día internacional de las mujeres, sino que les mostramos cómo el transporte puede ser un vehículo esencial para facilitar su reinserción en el mercado laboral.
Haciendo uso del transporte, existen al menos dos rutas para reactivar las economías de América Latina y el Caribe.
La primera es generar transporte de calidad y con perspectiva de género. Dado que construir y operar transporte seguro y eficiente facilita el acceso de las mujeres a educación y mercados laborales (Keeling, 2008; Sohail, Maunder y Cavill, 2006; Vasconcellos, 2001, 2010). Esto es particularmente importante pues las mujeres constituyen más del 50% de los usuarios de transporte público en las ciudades de América Latina y Caribe; y estos sistemas no responden a sus necesidades.
A diferencia de los viajes pendulares que realizan los hombres, muchas mujeres realizan viajes encadenados vinculados al trabajo reproductivo que realizan. Consecuentemente, ellas terminan pagando más por sus desplazamientos, tardando más tiempo, y esto limita su movilidad física y laboral. Asimismo, las mujeres sufren acoso sexual constantemente en el transporte, teniendo que adoptar costosas estrategias de prevención para acceder a oportunidades laborales y educativas.
Garantizar un transporte público asequible, seguro y eficiente es esencial para conectar a las mujeres con las oportunidades de empleo y emprendimiento en áreas urbanas y rurales.
La evidencia empírica demuestra que las inversiones enfocadas en hacer un transporte público más conveniente y seguro para las mujeres impacta positivamente su acceso al mercado laboral (Martínez et al., 2018). Si los sistemas de transporte conectan a las mujeres con empleos de calidad y oportunidades educativas, se fortalece el capital humano, se atrae la Inversión Extranjera Directa y se insertan las ciudades en Cadenas Globales de Valor.
La segunda ruta implica aumentar la participación de las mujeres en la cadena de valor del transporte. Existe una clara segregación ocupacional de género en infraestructura y transporte. Hoy las mujeres ocupan menos del 15% de los cargos en el sector en ALC. Ellas están subrepresentadas en posiciones de liderazgo, y sobre representadas en puestos de baja remuneración como la limpieza y la señalización, con salarios que constituyen un tercio de los cargos ocupados por hombres. El sector transporte tiene un enorme potencial para generar oportunidades en respuesta a los efectos socioeconómicos de la pandemia y la baja participación de las mujeres en el sector; especialmente, en puestos de trabajo formales y mejor remunerados.
Los gobiernos locales y nacionales están priorizando la inversión en el sector transporte para acelerar las economías.
Construir alianzas con el sector privado para capacitar y contratar mujeres en la construcción y operación de infraestructura de transporte es clave para garantizar una recuperación económica sostenible. Varias ciudades de la red del Transport Gender Lab ya vienen ofreciendo oportunidades laborales para mujeres en este sector. Buenos Aires ha incorporado mujeres como agentes de tránsito y seguridad vial; mientras Bogotá ha hecho lo propio en la policía de tránsito, y Jalisco también cuenta con un cuerpo de Policía Vial Femenil. Ciudad de México, Santiago, Jalisco y Santo Domingo han implementado iniciativas de capacitación y contratación de mujeres conductoras para sus sistemas de transporte. Quito, por su parte, ha contratado mujeres en la construcción del metro.
Según un estudio del BID en Santiago, y pilotos de maquinaria pesada en Nicaragua y Paraguay, la mayor participación de las mujeres en el sector transporte, en roles tradicionalmente masculinizados (conductores, operadores, mantenimiento de carreteras) ha mejorado:
- La autonomía económica de las mujeres
- Su autoestima, autoeficacia, capacidad de decisión y liderazgo
- Los vehículos, el rendimiento del sistema, la eficacia de las microempresas de mantenimiento de carreteras y el entorno laboral en general.
Para conmemorar y fortalecer el papel de las mujeres en mercados laborales, especialmente pospandemia, un primer paso es integrarlas a oportunidades que ofrece el transporte; tanto para conectarlas efectivamente con las oportunidades de educación y empleo, como para vincularlas activamente en la cadena de valor del sector.
Los resultados aseguran la recuperación económica de manera igualitaria.
Artículo escrito originalmente en Blog del BID