La selva amazónica brasileña liberó más carbono del que almacenó durante la última década, y la degradación es una causa mayor que la deforestación, según una nueva investigación presentada este viernes.
Más del 60 % de la selva amazónica se encuentra en Brasil, y un nuevo estudio hecho por investigadores de varias universidades utilizó el monitoreo satelital para medir el almacenamiento de carbono de 2010 a 2019.
El estudio encontró que la degradación (partes del bosque dañadas, pero no destruidas) representa tres veces más pérdida de carbono que la deforestación.
El equipo de investigación, donde están el Instituto INRAE (Francia), la Universidad de Oklahoma (Estados Unidos) y la Universidad de Exeter (Reino Unido), dijo que grandes áreas de selva tropical fueron degradadas o destruidas debido a la actividad humana y el cambio climático, lo que provocó la pérdida de carbono.
Los hallazgos también muestran un aumento significativo en la deforestación en 2019: 3.9 millones de hectáreas en comparación con aproximadamente 1 millón por año en 2017 y 2018, al parecer debido al debilitamiento de las políticas de protección ambiental en Brasil.
El profesor Stephen Sitch, del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter, explicó que «la Amazonía brasileña en su conjunto ha perdido parte de su biomasa y, por lo tanto, ha liberado carbono. Todos conocemos la importancia de la deforestación del Amazonas para el cambio climático global. Sin embargo, nuestro estudio muestra cómo las emisiones de los procesos asociados de degradación forestal pueden ser aún mayores”.
«La degradación es una amenaza omnipresente para la integridad forestal futura y requiere una atención de investigación urgente», añadió.
La degradación está relacionada con la deforestación, especialmente en las partes debilitadas de los bosques, pero también es causada por la tala de árboles y los incendios forestales.
Los eventos climáticos, como las sequías, aumentan aún más la mortalidad de los árboles.
Tal degradación puede ser difícil de rastrear, pero el equipo de investigación utilizó el índice de vegetación satelital L-VOD desarrollado por científicos del INRAE, CEA y el CNRS.
Utilizando este índice y una nueva técnica para monitorear la deforestación desarrollada por la Universidad de Oklahoma, el estudio evaluó los cambios en las reservas de carbono forestal.
El cambio de gobierno en Brasil en 2019 con la llegada de Jair Bolsonaro al poder trajo un fuerte declive en la protección ambiental del país.
Los 3,9 millones de hectáreas de deforestación en ese año son un 30 % más que en 2015, cuando las sequías extremas de El Niño provocaron un aumento de la mortalidad de los árboles y los incendios forestales. Sin embargo, el estudio muestra que las pérdidas de carbono en 2015 fueron mayores que en 2019.
Esto demuestra el impacto dramático que la degradación puede tener en la biomasa general y el almacenamiento de carbono en la selva tropical.