Un estudio hecho en Medellín encontró que a pesar de las inversiones en infraestructura los viajes a pie no aumentan. Las personas consideran que llegar en carro genera una mayor distinción.
Entre 2012 y 2015 se invirtieron en Medellín más de 30.000 millones de pesos en la adecuación de senderos y vías para que los peatones pudieran transitar más seguros. El proyecto “Corredores de vida” incluyó arreglos en andenes, mejoramiento de la iluminación, señalización y hasta paisajismo. Pero cinco años después, un estudio demostró que los caminantes nunca llegaron. ¿Qué pasó entonces?
Andrés Felipe Mesa Martínez, magíster en Estudios Urbano Regionales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín y autor de la investigación, explicó que por lo general en este tipo de proyectos se consideran solo los aspectos físicos, ambientales, urbanos y de entorno de las obras, dejando por fuera elementos intrínsecos relacionados con la motivación de las personas para elegir uno u otro medio de transporte.
“En la investigación incluimos el concepto de estatus social, que tiene que ver con el reconocimiento que las personas le dan a un medio de transporte, y que además se relaciona con la posición social que cada uno de nosotros tiene en el mundo”, dijo el magíster Mesa.
La idea de que ciertos modos de transporte como el automóvil se asocian con un mayor estatus social no es exclusiva de Colombia. Para el profesor de la UNAL Sede Medellín Iván Sarmiento, PhD. en Ingeniería de Transporte, aunque ese planteamiento es casi una frase de cajón, varias investigaciones ya han demostrado que es cierto.
“Uno de los estudios más importantes fue una tesis doctoral laureada en Estados Unidos que hizo una medición internacional del estatus que daba tener un carro en distintos países. Los resultados mostraron que cuanto más pobres eran los países, más estatus social daba la posesión de un automóvil, lo cual tiene que ver con el poder adquisitivo. En Estados Unidos y Europa tener carro no te distingue porque es algo que cualquiera puede comprar, mientras que en entornos como el nuestro es un gasto alto, entonces acá aplicaría el refrán de que en tierra de ciegos el tuerto es rey”, señaló el docente.
Medir los viajes y la caminabilidad
El investigador eligió tres de los corredores viales de Medellín de mayor caminabilidad según los criterios y variables propuestos por la autora Mariela Alfonzo[1], quien plantea que “hay una pirámide de necesidades peatonales: en la base está la factibilidad, relacionada con las condiciones de salud de las personas, el tiempo y el clima. En un segundo nivel está la accesibilidad, que tiene que ver con los usos del suelo, el estado de los andenes y las barreras físicas que pueda encontrar el peatón. Más arriba está la seguridad (asociada con el riesgo de ser hurtado o atacado) y el confort (la comodidad y satisfacción que produce caminar, además de la seguridad vial), y en la punta aparece la atractividad, que tiene que ver con la calidad del espacio público y de los andenes”.
En el caso de Medellín los corredores elegidos fueron:
Avenida Las Vegas, en El Poblado, entre las calles 10 y 2 sur, que tiene una longitud de 1.000 m y conecta con puntos estratégicos como el Metro, colegios, universidades, centros médicos, sitios comerciales y algunas zonas residenciales.
Manrique, que va por la carrera 44, entre las calles 77 y 86 y atraviesa los barrios Campo Valdés no. 2 y Las Granjas, que también tiene 1.000 m y está rodeado de zonas comerciales, educativas y residenciales.
Castilla, en la calle 91A entre carreras 67A y 73, que tiene 1.400 m e incluye los barrios Alfonso López y La Esperanza, que conecta zonas residenciales con comerciales y de servicios.
El investigador tomó los resultados de la Encuesta Origen – Destino de 2012 y 2017, elaboradas por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (autoridad de transporte en Medellín y municipios vecinos), y encontró que en esas zonas los viajes a pie no solo no habían aumentado, sino que en algunos casos incluso habían disminuido.
La reducción más significativa se presentó en Manrique, donde los viajes en modos sostenibles se redujeron 29,19 % (origen) y 24,72 % (destino). En Castilla la reducción fue de 16,91 % en los viajes que tenían como origen esta zona y 10,16 % en los que llegaban al corredor de vida como destino. En el caso de Las Vegas la reducción de los viajes fue de 0,34 % (origen) y 1,48 % (destino).
“Eso indica que las variables físicas y ambientales no fueron suficientes para generar el cambio modal. La pregunta era entonces: ¿qué otras cosas influyen en esa elección? Para eso incorporamos estudios cualitativos en los que incluimos el concepto de estatus social, el cual está dado por el capital económico (dinero, propiedades), el cultural (educación e intelectualidad) y el social (conexiones y amigos)”, dijo el investigador.
Los estudios incluyeron encuestas aplicadas a caminantes en cada una de las vías de estudio para indagar sobre la situación socioeconómica de cada uno, las variables relacionadas con el viaje (origen, destino, motivo, frecuencia), la caminabilidad de la vía y su percepción respecto a otros modos de transporte.
En Las Vegas se encuestaron 21 viajeros, en Manrique 30 y en Castilla 23. Además, se usó una herramienta de realidad virtual con videos en 360° con los que se buscaba que las personas experimentaran un recorrido caminando y evaluaran condiciones como el confort.
La información se tabuló y los resultados arrojaron que en todas las clases sociales el vehículo particular y el Metro son los medios que mayor valoración tienen en relación con el estatus, mientras que los buses y las patinetas eléctricas fueron los menos valorados.
“Las personas de posición social más alta tienen buena imagen de los buses. Muchas han viajado fuera del país y han visto otros sistemas como los buses de Barcelona y dicen que es un lujo viajar en ellos, sin miedo a ser robado. En la posición social más baja este fue el medio con menor estatus, a pesar de que es el que más usan”, detalló el investigador.
Según la Encuesta Origen - Destino, además de los buses, entre quienes tienen estatus más alto la caminata y la bicicleta también se vieron como medios de transporte con buen estatus, a pesar de que este es el segmento de población que más usa el carro.
“Quienes tienen menor estatus consideran la caminata como algo de pobres, que no está de moda, y encuentran más estatus en viajar en taxi, en carro o en moto”, añadió el magíster Mejía.
Al respecto, el profesor Sarmiento señaló que la seguridad es un elemento que también puede pesar en esa percepción; esta investigación evidenció la necesidad de hacer un trabajo sinérgico con disciplinas de las ciencias sociales a la hora de diseñar una ciclorruta, un andén o un corredor peatonal.
Por último, el investigador Mesa sugirió que es importante que se hagan campañas que mejoren la imagen social que tienen los modos de transporte, como se hizo hace unos años con la bicicleta, pero que también se intervengan algunos de ellos, como los buses, para que la calidad del servicio mejore. El tema adquiere relevancia en tiempos de pandemia, cuando muchas personas aún temen viajar en medios masivos de transporte.
Vanesa Restrepo – Agencia de Noticias UN