La conservación y creación a través de una red de zonas naturales y seminaturales con elementos ambientales, proporciona servicios ecosistémicos y además mejora de la salud pública
Tendemos a pensar que los espacios públicos son únicamente las zonas de la ciudad que cuentan con lugares de permanencia o áreas verdes, como plazas, parques o jardines. Sin embargo, los espacios públicos van más allá de esa apreciación, ya que también engloban los lugares donde nos movemos y transitamos como las calles o aceras. Estos espacios han jugado un papel estratégico en la actual situación de crisis sanitaria provocada por el COVID-19, a partir de su adaptación o conversión en gimnasios, teatros, parques infantiles o salas de reuniones sociales al aire libre, entre muchos otros usos.
En América Latina y El Caribe la mayoría de las ciudades se encuentran fraccionadas entre estos espacios de movimiento y permanencia. Este fraccionamiento sucede por varias razones, una de ellas tiene que ver con la gestión de estos espacios ya que en muchos municipios se lleva desde secretarias o direcciones distintas. Ya en el territorio, uno de los factores que intensifica este fraccionamiento es el uso intensivo del automóvil privado, lo cual ha provocado un uso predominante de las vías urbanas como espacios para que circulen los vehículos en detrimento de un uso más integral como espacio público para las personas. La falta de una visión sistémica e integradora de los espacios públicos limitan un abordaje efectivo a algunos problemas recurrentes en las ciudades de América Latina y el Caribe, como lo es el deterioro físico de estos espacios, el cual genera o impacta problemas adicionales, por un lado, alientan conflictos sociales, porque los espacios deteriorados o en desuso se identifican como inseguros, generando temor entre las personas, sobre todo de las mujeres y de otros grupos en situación de vulnerabilidad, a ser víctima de un delito o de una violencia. Por otro lado, pueden impactar sobre el medio ambiente, cuando ese deterioro significa la pérdida de biodiversidad o el aumento de la contaminación.
Afortunadamente, muchas ciudades están trabajando para revertir esta situación y promover un desarrollo urbano que no incluya solamente las funciones de ocio y esparcimiento atribuidas a los espacios públicos, sino que incorpore también las funciones ambientales que promuevan la armonía con la naturaleza y el respeto por la biodiversidad, las funciones sociales, para que la diversidad de usuarios y usuarias que habitan, trabajan y visitan las ciudades puedan acceder y los disfruten de manera segura y, finalmente, las funciones productivas, que permitan realizar múltiples actividades cotidianas remuneradas y no remuneradas, o productivas y del cuidado.
A continuación, se comparten tres recomendaciones para incorporar atributos que permitan crear espacios públicos de calidad sumando conceptos de calles completas que surgieron de la recalificación del Horto Forestal, un área de aproximadamente 4 hectáreas que ha sido transformada completamente y forma parte del Programa de Integración, Desarrollo Urbano, Social y Ambiental del Municipio de Camaçari en Brasil, financiado por CAF-banco de desarrollo de América Latina.
Mejorar las condiciones ambientales mediante el incremento de la infraestructura verde urbana. La conservación y creación a través de una red de zonas naturales y seminaturales con elementos ambientales, proporciona servicios ecosistémicos y además mejora de la salud pública, pues no solo permite reducir los niveles de polución al capturar ciertos contaminantes del aire, sino también generar espacios atractivos para realizar actividad física y recreativa. El incremento de los espacios verdes redunda, además, en menores índices de depresión y estrés psicológico para quienes los usan y disfrutan. Por otro lado, la incorporación y recuperación del verde urbano permite disminuir los efectos del cambio climático y adaptarse mejor a los cambios ambientales, lo que aporta a aumentar la resiliencia de la ciudad.
Brindar elementos que conviertan a los espacios públicos en lugares confortables y atractivos para distintos públicos. Para esto es posible incorporar ciertos parámetros de diseño que ofrezcan acceso universal y promuevan espacios integrales, donde la infraestructura y la selección del mobiliario urbano esté acompañada de acciones que contemplen de manera transversal principios de equidad, inclusión social y género. Algunas acciones están relacionadas a pensar una configuración que permita la interacción de los adultos sin interrumpir el cuidado de niños y niñas, o cómo fomentar la actividad física para mujeres y niñas con canchas multifuncionales para permitir la práctica de distintos deportes, así como de juegos informales o menos estructurados, entre otras acciones.
Ensayar el diseño y gestión de nuestras calles asegurando la versatilidad y seguridad para la diversidad de usuarios y usuarias, y sus distintas formas de movilidad. Este es el principio base del concepto de calles completas. Una calle completa permite que en un mismo espacio coexistan muchas formas de transportarse, moverse y estar. Tener todo esto en cuenta permite proyectar qué tipo de mobiliario (bancas, contenedores de residuos, etc.), equipamiento (paraderos, iluminación, etc.) e infraestructura peatonal o ciclista (señalización, reductores de velocidad, ancho de veredas, etc.) requieren las avenidas o calles de la ciudad.
Las recomendaciones planteadas son tan solo algunos ejemplos de multiplicidad de temas que confluyen en los espacios públicos. Permiten pensar en acciones que promuevan las sinergias entre ellos mediante una combinación de disciplinas que aporten a que los espacios públicos, cumplan con su doble función de permanencia y de tránsito. Desde CAF acompañamos a las ciudades mediante el diseño, ejecución y gestión de proyectos de desarrollo urbano que busquen materializar esta visión de espacio público.
Columna publicada originalmente en el Blog Visiones de CAF