El crecimiento desmedido de nuestras ciudades nos enfrenta hoy a grandes retos en materia de sostenibilidad. En este escenario, el modelo de ciudad compacta es esencial.
Para muchos las ciudades compactas se relacionan directamente con el concepto de ciudades verticales, construida con altos edificios. Pero el modelo de ciudad compacta se relaciona más con el desarrollo urbano continuo y la densidad.
Una ciudad compacta es densa, con mezcla de usos que promueven la actividad económica e incentivan recorridos cortos para el desarrollo de las labores cotidianas de los ciudadanos, con alta dependencia del transporte público.
Las ciudades compactas ofrecen la posibilidad a sus habitantes de explorar fácilmente diferentes ambientes y barrios, brindando mayores posibilidades de encuentros significativos, los cuales facilitan la innovación y el crecimiento de su productividad y bienestar.
Las herramientas de planeación y ordenamiento territorial, así como la zonificación y los usos del suelo, permiten darle forma y rumbo al crecimiento de las ciudades.
Una ciudad compacta genera menos emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), disminuye el efecto de calentamiento (efecto de isla de calor) al interior, y puede proteger a futuro áreas agrícolas y de reserva ambiental, además de obtener otros beneficios económicos.
De cara a los grandes retos que enfrentamos como sociedad, los esfuerzos que se hagan para controlar la desmedida ocupación de suelo harán más sostenibles las ciudades y el planeta y válido el modelo de ciudad compacta.