Para el 2026 el nivel de uso y manejo debe haberse reducido en un 40% a nivel residencial y en 50% en no residencial.
El distrito peruano de San Isidro se convirtió en el primero del país latinoamericano en medir la huella hídrica (definido como un indicador para medir y evaluar el impacto ambiental relacionado con la apropiación del agua) a nivel institucional y vecinal, estrategia por medio de la cual buscan reducir progresivamente hasta en un 50% al año 2026 el uso y manejo de agua por parte de los residentes y del sector empresarial.
En San Isidro, como parte de su visión de ciudad sostenible, se realizó el proceso de medición de la Huella Hídrica (HH) realizada tanto a nivel institucional como distrital, y luego del cual fue proyectado el objetivo de reducción de consumo de agua.
De acuerdo con este análisis, la Huella Hídrica del distrito determinó que el 60% del uso de aguas correspondió a lo generado por actividades urbanas, el 20% estuvo relacionado a la generación de electricidad consumida y el 20% restante al manejo directo del líquido vital.
En este rubro, el de manejo del agua, el estudio segmenta en 52% residencial, 31% no residencial y 17% en el manejo para el riego de áreas verdes, proveniente del canal de regadío. Ante estas cifras, la gestión plantea sentar las bases para las políticas de sostenibilidad destinadas a generar un uso más adecuado y responsable del agua.
Entre las diversas estrategias a emprenderse, las cuales se implementarán en el tiempo hasta alcanzar las metas de reducción proyectadas, están la promoción de la implementación de duchas eficientes, sanitarios de baja demanda hídrica, lavadoras ahorradoras y la reutilización de aguas grises para el riego de áreas verdes, todo esto acompañado de campañas educativas y de sensibilización.