Tras la presentación de la primera Política de Ciudades en este país suramericano, que ya tiene un 80 % de población urbana, LA Network dialogó con Sergio Blanco, coordinador del Programa ONU Habitat para asomarse al futuro boliviano.
El Programa ONU – Habitat en Bolivia fue uno de los principales contribuyentes en la construcción colectiva de la primera Política de Ciudades en este país latinoamericano que no ha sido ajeno a la expansión -bastante insostenible- de sus territorios urbanos y que ya acogen hoy al 80 % de la población.
Por ello LA Network dialogó desde La Paz con el arquitecto, urbanista, experto en reconstrucción posemergencias y exintegrante de Arquitectos sin Fronteras, Sergio Blanco Ania, para conocer cómo se logró este hito para las ciudades bolivianas y los retos que, con la guía de la Política de Ciudades, se buscarán superar en el periodo de 15 años para el que está diseñada.
Presentada por el Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda de Bolivia, la Embajada de Suecia y ONU – Habitat, la Política de Ciudades fue una construcción colectiva con participación de la sociedad civil, la academia, los gremios profesionales y económicos, que entendían la necesidad de darle orden a un crecimiento sin un rumbo definido hacia la sostenibilidad, la inclusión, la equidad.
“Es una política paraguas en gran medida, en un país que se entendió rural durante mucho tiempo, pero donde también había una deuda en cuanto al nivel de desarrollo, entre lo rural y lo urbano, pero que ha tenido que despertarse un día a su urbanidad y desde el gobierno se atendieron los reclamos de la sociedad en su conjunto sobre la necesidad de decretarse una política urbana”, señaló Blanco Ania.
El experto explicó que la transición entre ruralidad y urbanidad en Bolivia tiene como característica particular el fenómeno de la ‘multilocalidad, entendida como la dinámica por la que los bolivianos procedentes del campo también tienen un hogar en la ciudad y se mueven entre sus chacras y la ciudad, con trabajos tanto en uno como en otro lugar.
Ello como un primer elemento para observar la conversión boliviana en la que el coordinador de ONU – Habitat señala quiere evitar la dicotomía rural-urbana la que califica de falsa ya que, para él, “los territorios son uno solo y a pesar que si hay zonas más pobladas que otras, lo cierto es que los alimentos llegan de los mismos lugares, el agua también, los residuos de todos van al mismo lugar. Esa es la mirada que queremos impulsar con la Política de Ciudades”.
Además del fenómeno de la ‘multilocalidad’, al tema urbano se suman el vertiginoso ritmo del crecimiento de las áreas urbanas con muy baja densidades, las deudas históricas con el desarrollo en zonas rurales; el impacto sobre las zonas periurbanas; el deterioro de los ecosistemas de soporte urbano y la participación activa de Bolivia en Hábitat III en Quito en el año 2016; todos como parte del panorama pero también del punto de quiebre “para que se dijera ‘bueno ya hace falta una política’”, explicó el arquitecto y urbanista español.
Sin embargo, no son los únicos. Para Blanco Ania, el “momento demográfico” de Bolivia es otro elemento para el marco de la Política de Ciudades.
Señala que la actual generación es la más urbana en la historia del país, “la que más años ha pasado en el sistema educativo”, y la que está invitada a protagonizar el tránsito de una economía de base extractiva -con sus impactos en la ruralidad-, a una con base en el conocimiento. Pero advierte, el experto español, es fundamental que esta generación no se desprenda de sus rasgos identitarios, culturales porque justo la identidad, saber qué significa ser indígena en esta transición, “no puede ser desaprovechado pues la identidad cultural es uno de los principales recursos bolivianos. El camino hacia la urbanidad debe tener como base esos valores culturales para repensarse y configurarse”.
Los retos para las ciudades y su Política
El Coordinador del Programa ONU – Habitat indicó a LA Network que dentro de las líneas de trabajo más urgentes está el revertir el patrón actual de crecimiento de las ciudades ya que este “tiene enormes externalidades ambientales” como el deterioro de las áreas de potencial agrícola cercanas a las ciudades y el impacto sobre las zonas de recarga de los acuíferos.
“No podemos olvidar la crisis del agua de La Paz en 2017 que hace parte de algunos signos de cómo está en dificultad el abastecimiento de algunos de los servicios básicos que se da en las ciudades”, advirtió agregando a esos retos la contaminación ambiental y la disposición de los residuos sólidos.
Ahora, la dimensión socioeconómica no puede ser dejada de lado. A Blanco Ania le preocupa la segregación socioespacial.
“Ser pobre es muy caro: debes comprar el agua a un precio más elevado. Cómo vives lejos, debe pagar más pasajes para ir a trabajar y, además, en la tienda no encuentras vegetales frescos porque nadie llega hasta allí”.
Estas situaciones tendrían como causa esa segregación que expulsa a las poblaciones vulnerables hacia las periferias cada vez más alejadas del núcleo urbano. Ello en adición a que ese patrón de crecimiento está generando una muy baja productividad “que registra que las ciudades de Bolivia tienen un bajo indicador en el Producto Interno Bruto (PIB) por kilómetro cuadrado, es bajísimo”.
En este orden de ideas, la Política de Ciudades deberá contribuir con herramientas resilientes no pensadas solamente como gestión del riesgo físico en los territorios sino como el momento para reforzar la gobernanza, la recuperación del enfoque de género, de reducción de las inequidades, la reducción de la pobreza, la creación de oportunidades, la cohesión social
“Desde el punto de vista socioeconómico, la pandemia ha sido descorazonadora en el sentido de que no discrimina, pero las personas sí”.
Finalmente, el coordinador del Programa boliviano señaló que, a diferencia de las crisis generadas por fenómenos naturales, la de la pandemia y la transición urbana son lentas por lo que es necesario mantener la calma, “mirar el horizonte pues la Política de Ciudades identificó los déficit y precariedades, pero también que muchas de las respuestas ya estaban ahí”.
La Política de Ciudades se desplegará en tres escalas de aplicación: intraurbana, urbano-territorial y urbano-nacional.