Buenos Aires: asignaturas pendientes en infraestructura, políticas y seguridad vial para ciclistas

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LA Network
5 noviembre, 2021 - Movilidad

Durante la pandemia, en Buenos Aires los viajes en bicicleta se incrementaron en un 27 %, al pasar de 320 mil viajes al año en 2019 a 405 mil en 2020, una cifra que se entorpece cuando se conoce que casi nueve de cada diez fallecidos en las vías de la capital argentina, fueron ciclistas, peatones y motociclistas.   

«La pandemia fue una oportunidad única que no va a volver a repetirse, y fue tener las calles vacías como un lienzo en blanco esperando el pincel del/a artista». Pablo Lebedinsky. Foto: Gobierno de Buenos Aires

Lograr los niveles de apropiación e infraestructura de la bicicleta de países como Holanda o Dinamarca, es una meta compleja para las ciudades latinoamericanas, y más aún cuando se han desaprovechado oportunidades para incentivar su uso y adaptar las ciudades para rodar mejor, como lo fue la pandemia del COVID-19. 

Sin embargo, en algunas de las grandes ciudades como Buenos Aires, donde todavía quedan muchos pendientes, se presentó un crecimiento en el uso de la bici, al pasar de ser el 4 % del total de los viajes en la capital Argentina, al 10,2 %; además de presentar un crecimiento que ha sido gradual en la cantidad de kilómetros ciclistas, registrando cerca de 300 kilómetros de bicicarriles, según datos revelados durante el Foro Mundial de la Bicicleta realizado en Rosario en septiembre pasado.  

De otro lado, está el tema de la accidentalidad, en el que la ciudad de Buenos Aires busca a 10 años reducir la fatalidad en las vías en un 50 %, y mejorar cifras como las de 2020, año en el que, pese a las restricciones de la pandemia, se reportaron 82 víctimas fatales en siniestros viales, es decir, la tasa de mortalidad en esta megaciudad fue de 2,9 fallecidos por cada 100 mil habitantes.  

De esta cifra, según Juan José Méndez, secretario de Transporte y Obras Públicas de Buenos Aires, los peatones fallecidos en las vías fueron el 43 %, seguidos por los motociclistas con el 35 %, quienes viajaban en automóviles el 16 % y los ciclistas el 6 %.  

Para conocer más detalles, justamente de cómo se vive la cultura del pedal en Buenos Aires desde el activismo y el día a día en las calles, LA Network dialogó con Pablo Lebedinsky, ciclista urbano y un trabajador incansable en favor de los derechos y deberes de los ciclistas en la capital.  

Pablo, ¿Cuál es el panorama actual de las ciclovías en Buenos Aires? ¿En qué se ha avanzado? ¿Qué está en marcha? ¿Y qué está faltando en este aspecto? 

En Buenos Aires desde hace más de 10 años que la red de ciclovías ha venido creciendo de forma sostenida, con algunas mesetas en su proceso de creación, pero que ha permitido que mucha gente se sume a moverse en bicicleta. La idea siempre fue darle un lugar más cómodo y seguro a quienes quisieran usar la bici para moverse y eso se ha logrado, aunque desde hace mucho tiempo que el activismo ha reclamado tener ciclovías en las avenidas troncales de la ciudad y eso se hizo esperar. Hace poco más de un año se hicieron las dos primeras ciclovías unidireccionales por dos de las más icónicas avenidas de la ciudad, Av. Córdoba y Av. Corrientes, y han tenido un enorme éxito tal como lo habíamos pronosticado desde siempre. El crecimiento en viajes en bicicleta y el éxito de estas nuevas ciclovías fue tal que ya hay planificadas otras muchas más ciclovías en avenidas que tendrán el mismo éxito y que serán ampliamente bien recibidas por la comunidad ciclista. Lo que intentamos siempre es reclamar que la infraestructura sea segura y en ese sentido es importante que la construcción de las ciclovías vaya acompañada de un plan de mantenimiento para que la experiencia sea excelente. Algo importante que reclamamos es que la bicicleta se institucionalice a nivel gubernamental y que la articulación gobierno/sociedad civil sea plena y de relevancia para la ejecución de obras de infraestructura ciclista, algo que se está logrando lentamente. 

¿Cómo ha sido este proceso de institucionalizar la bici en Buenos Aires? ¿Cómo ha sido la participación ciudadana? y ¿Qué tanto influye el tener en servicio desde hace ya unos años a Ecobici? 

La bicicleta como tal no está institucionalizada del todo en la ciudad, pero vamos por ese camino, necesitamos una verdadera representatividad a nivel gubernamental para que eso suceda. Hay contacto casi permanente con oficiales del gobierno para tratar temas muy puntuales a través de la ACU (Asociación de Ciclistas Urbanos) con quienes colaboro en todo lo que puedo, y a partir de ahí intentar flexibilizar la relación entre las partes. Siempre sostengo que no hay mejor herramienta que la experiencia del usuario y por ahí vamos. Con relación a Ecobici, es justo reconocer que el sistema es bueno, aunque tuvo en su historia muchos altibajos que han generado controversias y reclamos de los usuarios. El sistema lo usa mucha gente y la demanda es grande, la pandemia no ayudó mucho a que el sistema creciera como estaba previsto, pero lentamente va retomando fuerza y volviendo a los niveles esperados, aunque todavía falta mucho. 

Pablo Lebedinsky, ciclista urbano y un trabajador incansable en favor de los derechos y deberes de los ciclistas en Buenos Aires

Sobre ese tema que toca de la pandemia: muchas ciudades en el mundo potenciaron el uso de la bici durante los días de aislamiento. Más allá del sistema público, ¿Buenos Aires se potenció o no en el uso de la bici durante las cuarentenas? 

La pandemia fue una oportunidad única que no va a volver a repetirse, y fue tener las calles vacías como un lienzo en blanco esperando el pincel del/a artista. En Buenos Aires no se hizo mucho más que promover el uso de la bicicleta. Creció mucho el uso de la bici, ya que se mostró como un modo de transporte seguro para mantener el distanciamiento y moverse al aire libre, y más allá de esas dos ciclovías por avenidas que mencioné antes y algún otro tibio intento por peatonalizar algunas calles, no hemos tenido una explosión como si la hubo en otras ciudades del mundo que fueron tendencia y que nos mostraron el camino a seguir, un claro ejemplo de eso es Paris que, con liderazgo y determinación, logró un cambio radical en sus calles y hoy es la sensación mundial. En Buenos Aires no hubo grandes avances al respecto a pesar de haber tenido una enorme oportunidad de cambio, quizás motivado por cuestiones económicas, pero mucho más creo yo por cuestiones políticas. El gobierno puso el freno cuando comenzó la pandemia, quizás por temor o desconocimiento y, pese al reclamo del activismo, no se movió mucho la aguja, pero el uso de la bici ha crecido afortunadamente y eso me pone muy contento. Hoy tenemos una enorme cantidad de bicicletas por la calle, la pandemia potenció su uso y eso se nota cada día; y la construcción de infraestructura potenciará más aún su uso. Estaremos vigilantes de que eso ocurra, apoyando y aportando desde la experiencia.  

¿Cómo ha alterado el tema de seguridad vial ese crecimiento, para bien y para mal? 

Ese crecimiento trajo apareados otros problemas relacionados con la seguridad vial. La cantidad de bicicletas creció tanto que la calle no estaba del todo preparada para eso, y sumado a que mucha gente empezó a usar más el auto porque se demonizó demasiado al transporte público, lo que trajo aparejado que se circulara por lugares prohibidos y se estacionara en cualquier lado y eso complicó mucho más la circulación en bicicleta. Otro factor importante fue la aparición de una enorme cantidad de ciclistas nuevos/as y que a falta de experiencia se encontraron pedaleando en una ciudad convulsionada y algo violenta, sin conocer los lineamientos básicos de circulación en bici. Andar en bicicleta es muy fácil y todos pueden hacerlo, pero ante la avasallante presencia del auto en una ciudad donde la infraestructura todavía es deficiente, es muy importante conocer de qué se trata y en ese sentido los/as más experimentados/as tienen un mandato. Hay que concienciar y dar un mensaje claro a quienes se suben por primera vez a andar en bici por la ciudad, porque no es lo mismo pasear por el parque que hacerlo entre autos y camiones.  

¿Qué le falta entonces a Buenos Aires en infraestructura y políticas públicas, para mejorar en los temas que hemos referido? 

Vamos transitando el buen camino, se siente cierto compromiso desde el Gobierno, con mucha tibieza, pero no alcanza por ahora para satisfacer la enorme demanda que ejerce la sociedad civil, aunque en una cultura auto-céntrica como la que tenemos el camino se hace más lento. En infraestructura vamos por más ciclovías en avenidas porque creemos que lo necesitamos y por un plan de mantenimiento para no dejar caer lo que logramos y fortalecer la seguridad de quienes andan en bici. Seguir fortaleciendo el sistema público de bicicletas. Hay que revisar el Código de Tránsito de la ciudad e ir por #Calles30 y por una reducción de las velocidades máximas en avenidas y autopistas, una mejor fiscalización y un sistema de sanciones que realmente funcione para poder reducir la violencia vial que padecemos cada día. Quiero un Gobierno con liderazgo, compromiso y una férrea voluntad política para patear el tablero y cambiar la ciudad de forma radical, sin temor a equivocarse y con la convicción de que la movilidad sustentable no es capricho, es una necesidad. Quiero también que se institucionalice la bicicleta como tal y que la sociedad civil tenga plena participación en los proyectos y desarrollos de infraestructura ciclista, para que el producto final esté a la altura de las circunstancias y no defraude. Y, finalmente, seguir desincentivando el uso del auto particular con políticas que pongan al transporte público por encima de cualquier otro desarrollo en movilidad urbana.