La obra en la Casa Trans es una iniciativa de las organizaciones de la sociedad civil junto con la Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, y funciona en cogestión con la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina.
Con servicios de atención y asesoramiento entre pares, asesoramiento integral de acceso al trabajo trans, armado de Curriculum Vitae y acompañamiento en el proceso de búsqueda e inserción laboral, asesoramiento jurídico y administrativo, espacios culturales y fundamentalmente contención humana, la ciudad de Buenos Aires puso en marcha lo que significa la primera Casa Trans de la Argentina, un espacio para dignificar los derechos de la comunidad trans de la ciudad y el país, y brindarles un trato en inclusión e igualdad.
Morena Pinat, de 29 años, habla segura y no esconde la dura lucha que llevó adelante desde su niñez en el Chaco, en Qutilipi, un pueblo al que le costó entender su condición sexual. “Yo en ese entonces era un chico que no se sentía en un cuerpo adecuado en función de mi personalidad y de mi ser. Decidí cambiar y se me hizo muy difícil. De pronto sentí que mi vida no valía nada y que mi pueblo me expulsaba. Llegué a Buenos Aires y sentí que volví a nacer. Ni hablar cuando pisé por primera vez la Casa Trans… Fue un cambio que disfruté en el alma”, relata.
Y es que, según destaca el jefe de Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, una de las acciones más importantes que se realizan en la Casa Trans es el asesoramiento integral de la comunidad, se reparten preservativos gratuitos, testeos de HIV, entre otras asistencias que promueven la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual.
“Creo, y lo digo con orgullo, que Buenos Aires es una ciudad de avanzada, donde se respeta y valora la diversidad en todo sentido. Es algo de lo que tenemos que estar orgullosos, pero siempre sabiendo que podemos mejorar. Donde hay una diferencia, tenemos que trabajar juntos para que no la haya más”, resalta el primera mandatario porteño.
Por su parte, Irina Fernández, de 21 años, es la más joven del grupo. Nació en Paraguay «en cuerpo de hombre, pero siempre me sentí mujer. Sufrí muchísimo. Yo soy muy sensible y sentí mucha discriminación». Irina, se mudó con su padre a Misiones y siguieron los problemas, hasta un día en el que gracias a su hermana en Buenos Aires, apareció en su vida la posibilidad de concretar su deseo de ser mujer: «Hoy estoy en pleno proceso del cambio físico y por suerte en la Casa Trans me ayudan en todo», destaca.
El lugar cuenta con una infraestructura adecuada para la atención al público. Tiene salas destinadas a sesiones de contención psicológica, charlas de prevención de enfermedades de transmisión sexual, así también como su diagnóstico y tratamiento. La Casa Trans también cuenta con un Salón de Usos Múltiples, donde se dictan talleres recreativos y cursos de capacitación.
“Es un paso más en la integración, en la diversidad, en la inclusión, en la ampliación de derechos y en la visibilización de este colectivo que estuvo muy postergado en todos estos años”, indicó, de su lado, Pamela Malewicz, subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del Gobierno de Buenos Aires.