Cinco nuevos estudios destacan los resultados de la misión de la NASA del Observatorio Orbital 2 del Carbono (OCO-2), un satélite para identificar desde el espacio el ciclo del carbono mundial. Los datos proporcionan una valiosa información, especialmente en la comprensión de los efectos del fenómeno de El Niño.
El Observatorio Orbital 2 del Carbono (OCO-2) es un satélite puesto en marcha en julio de 2014 por la NASA. Desde ese momento ha estado recolectando de manera continua datos de patrones de carbono de todo el mundo. Ya ha recogido cerca de 2 millones de estimaciones cada mes. El objetivo es entender cómo varían de año en año, e incluso de estación en estación, los sumideros naturales en tierra y en los océanos.
El carbono es un elemento fundamental de los compuestos orgánicos y se intercambia entre los seres vivos y el ambiente. Las plantas lo absorben de la atmósfera a través de la fotosíntesis y lo devuelven al suelo, limpiando así el aire del nocivo y mortal dióxido de carbono (CO2). La tarea principal entonces de este satélite es comprender qué lo aporta (lo que se conoce como fuente de carbono), qué lo consume (lo que se llama sumidero) y cómo se recicla.
Esta comprensión es importante y se convierte en una herramienta para visibilizar las consecuencias del dióxido de carbono sobre el planeta. Así se pone sobre la mesa la necesidad de acciones políticas para cumplir con las metas definidas en el Acuerdo de París y mitigar los efectos del cambio climático.
Los cambios en las estaciones
Los datos del satélite revelan un cambio notable entre las distintas estaciones en el ciclo del carbono en el hemisferio norte, donde se produce una significativa absorción de carbono por parte de las plantas terrestres durante la primavera. Durante el invierno, sin embargo, la absorción de carbono por parte de las plantas es mínima, mientras que la descomposición del material vegetal devuelve carbono a la atmósfera.
Como resultado de este ciclo, junto con las emisiones continuas procedentes del uso de combustibles fósiles (en particular en China, Europa y el sudeste de los Estados Unidos), los niveles de carbono alcanzan un máximo estacional en el hemisferio norte durante el mes de abril, justo antes de que las plantas comiencen a absorber más carbono, deja ver un primer estudio liderado por la investigadora estadounidense Annmarie Eldering.
El efecto del trópico como amortiguador de las emisiones se está perdiendo
Un segundo estudio colectivo liderado por Junjie Liu, investigadora de la NASA, destaca las formas en que El Niño de 2015 alteró el flujo neto de carbono procedente de la vegetación terrestre, o intercambio neto de la biosfera (Net Biosphere Exchange, NBE), en los trópicos.
Los autores informan que el aumento de NBE en los trópicos supuso en 2015 la liberación a la atmósfera de alrededor de 2,5 gigatones más de carbono que en 2011.
Pese a que los tres continentes tropicales, Asia, África y Sudamérica, mostraron anomalías en el NBE comparables en 2015 en relación 2011, estos cambios se debieron a procesos distintos en cada región. Los investigadores encontraron que el aumento de la liberación de carbono de la quema de biomasa en Asia tropical, la menor precipitación en América del Sur y el aumento de la temperatura en África fueron los principales factores.
Los autores señalan que la menor precipitación en América del Sur y las temperaturas más altas en África son cambios que se espera que ocurran hacia fines de este siglo debido al cambio climático. De este modo, sugieren que el papel de la tierra tropical como amortiguador de las emisiones de combustibles fósiles podría reducirse en el futuro.
El carbono en los océanos
Un tercer estudio, liderado por Abhishek Chatterjee, utiliza datos del OCO-2 procedentes de arriba de los océanos Pacífico y Atlántico para identificar la magnitud y cadencia de El Niño en cuanto a su influencia en el ciclo del carbono (un fenómeno ampliamente deducido, pero no observado directamente).
El Niño es una fluctuación periódica en la temperatura superficial del mar y en la presión del aire en el océano Pacífico que causa variabilidad climática a lo largo de años o incluso décadas.
Los autores combinaron datos in situ de boyas y datos del OCO-2 para detectar un cierre casi total del flujo de carbono mar-aire durante el invierno boreal 2015-2016, que se vio afectado por El Niño, en relación con el invierno boreal neutro de 2014-2015. Los autores también detectaron fluctuaciones en el carbono provocadas por El Niño y asociadas con fuentes terrestres, como sequías e incendios.
El carbono en las ciudades
Un cuarto estudio de equipo liderado por Florian Maximilian Schwandner, investigador de la NASA, demuestra la capacidad del OCO-2 para rastrear las emisiones de carbono de ciudades y volcanes individuales.
Como parte de un esquema con un conjunto de 233 rutas orbitales que se repiten en ciclos de 16 días, la ruta del OCO-2 pasa regularmente sobre Los Ángeles, proporcionando a los científicos la oportunidad de observar directamente la emisión de carbono de la megaciudad, mostrando variaciones entre las áreas urbanas y suburbanas, así como variaciones estacionales en niveles de carbono antropogénico.
Los investigadores también usaron el OCO-2 para rastrear las emisiones de carbono de un volcán, el Yasur, descubriendo que las mediciones locales confirmaron la eficacia de la herramienta.
Un último estudio de Ying Sun discute cómo una herramienta a bordo del OCO-2 ayuda a delimitar mejor la relación entre un común indicador para la fotosíntesis y la producción de biomasa vegetal.