De nada sirve pensar en desarrollo si el primer objetivo no es construir una CIUDAD HUMANA. Para la CDMX llega el inaplazable momento de tejer alianzas para salir en busca de un futuro urbano… Y humano.
Por Horacio Urbano*
La Ciudad de México es el palpitante corazón de un país y de una inmensa y compleja zona metropolitana, que, en términos de población, se encuentra entre las más grandes del mundo.
Entre las más grandes, pero también entre las más desiguales…Por eso nadie se puede dar por sorprendido de que la jefa de gobierno electa, Clara Brugada, tenga entre sus muy evidentes prioridades las agendas urbanas y de vivienda.
Las dos juntitas y, si acaso, turnándose para ver en cada oportunidad cuál toma mayor relevancia.
Pero ojo, que más allá de su evidente impacto, la importancia de estas agendas cobra verdadero valor cuándo entendemos su papel en la construcción de la urgente sostenibilidad social que tendría que ser el verdadero objetivo de esta ciudad, de sus habitantes, y de quienes la gobiernen.
Porque de nada sirve cualquier índice de desarrollo, si su resultado no ayuda a elevar la calidad de vida y las oportunidades de la gente.
De nada sirve pensar en desarrollo si el primer objetivo no es construir una CIUDAD HUMANA.
Y sería sensato pensar que, si reconocemos que el proyecto de ciudad debe girar en torno a sus habitantes, toda agenda pública debe ser parte de un sistema que responda a ese fin.
Y los tiempos no dan espacio como para minimizar la importancia de estos retos… Y es así que para la CDMX llega el inaplazable momento de tejer alianzas para salir en busca de un futuro urbano… Y humano.
Porque de nada valen las políticas urbana y de vivienda, si al final del camino no se traducen en atención a todos los habitantes de la ciudad, si esta atención no responde a las necesidades y posibilidades de cada grupo de población, y si todo esto no se realiza en forma integralmente sostenible y sustentable.
Por eso es una muy buena noticia para los chilangos el que la próxima jefa de gobierno ya esté traduciendo en programas de trabajo y una nueva arquitectura para la estructura del gobierno capitalino, lo que prometió durante su campaña para las agendas urbanas y de vivienda.
De entrada, los próximos titulares de Seduvi y de la nueva Secretaría de Vivienda, Alejandro Encinas e Inti Muñoz, ya están trabajando para definir alcances, facultades e instancias de coordinación entre ambas dependencias, y entre ellas y el Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, que encabeza Federico Taboada, y entre ellos y el resto de organismos públicos y privados relacionados con la producción y transformación del hábitat.
En ese camino, además de reconocer una serie de retos urbanos que implican inversiones en infraestructuras y transporte público, Brugada propone reactivar la atención integral al reto habitacional a través de un programa que implica generar hasta 40.000 soluciones de vivienda al año, privilegiando respuestas dirigidas a los segmentos de menores ingresos.
Y ojo que dije soluciones y no viviendas, porque el reto habitacional va mucho más allá de la pura necesidad de nuevas viviendas para venta (por muchas de ellas que se necesiten), y debe reconocer también las necesidades relacionadas con renta, autoproducción, mejoras y regularización.
Este programa implica la suma de las capacidades del sector privado con las del propio gobierno capitalino, multiplicando la producción de nuevas viviendas, bajo un esquema en que como complemento de las que serán puestas en venta por el sector privado o por instancias públicas, parte de ellas serán producidas por el propio gobierno Chilango, para conformar inventarios que serán destinados a renta social.
Una renta social que habrá de complementar al actual mercado de vivienda en renta, desarrollado fundamentalmente por instancias privadas, garantizando respuestas para todos los grupos de población.
Por supuesto, habrá que hacer ajustes profundos a políticas, regulación y programas públicos, lo que habrá que hacer con enorme responsabilidad para no caer en la tentación de pretender ajustar las políticas urbanas y de vivienda a partir de iniciativas lucidoras, pero que no sean más que parches poco eficientes que solo metan ruido a los temas de fondo que marcan el debate.
Y sí, habrá que hablar de regular el mercado de rentas, pero sin que esto sea el eje de la estrategia, sino haciéndolo como parte de un proyecto integral que analice todas las vertientes del reto habitacional.
Toca actuar con oportunidad, capacidad y responsabilidad para lograr que lo que se haga multiplique su impacto y evitar que se traduzca en nuevos problemas.
Ojalá…