Sensores propios y análisis de datos son herramientas para la mejor comprensión de una de las ciudades más contaminadas de Colombia.
En Medellín, la segunda ciudad de Colombia y protagonista de una crisis de calidad del aire que también padecen varios de los municipios de su área metropolitana -La Estrella, Itagüí y Caldas-; la ciudadanía activa también está aportando conocimiento, hurgando en la profundidad de los datos para un mejor entendimiento del fenómeno que genera, según investigadores, más de 3.000 muertes anuales por enfermedades asociadas a la contaminación.
Eso es lo que desde 2016 viene haciendo un grupo de ciudadanos que, preocupados por el tema, decidió aplicar sus conocimientos profesionales y con base en los datos, comprender las dinámicas de contaminación en esta ciudad.
Las mismas que, por causas naturales y antrópicas, padece dos picos de contaminación anual en los que se ha hecho habitual la declaración de alertas -naranja o roja- por el incremento de PM2.5 y PM10-: uno en cada semestre del año.
“Desde la crisis ambiental de 2016 vimos con mucha preocupación que no se había hecho nada y que además había un gran desconocimiento de las personas sobre el tema”, relata Juan Camilo Posada, gerente y fundador de Summan, una empresa especializada en análisis de datos.
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Con su equipo de trabajo, integrado por científicos de datos y de inteligencia de negocios, decidieron solicitar información oficial sobre indicadores de calidad de aire y comportamiento de la contaminación.
No les fue sencillo obtenerla, pero luego de alcanzarla, fue el insumo para expandir el conocimiento del fenómeno, una acción de ciudadanía activa y empoderamiento en las ciudades.
“Fue complejo obtener el set de datos que uno presume son abiertos. Al fin nos entregaron la información y empezamos a analizarla, transformarla, entenderla. Básicamente lo que hicimos fue no solo saber que ‘hoy es un día contaminado’, sino entender el comportamiento de esa contaminación”, explica el empresario.
A partir de ese trabajo analítico concluyeron que la información a la que acceden los ciudadanos es el promedio que registra cada una de las 18 -10 hasta el año anterior-, estaciones de monitoreo que tiene la región y no los picos más altos de contaminación en tiempo real, los que se dan a determinadas horas cuando se puede llegar a niveles de alerta roja.
Otra de las conclusiones a las que este grupo de ciudadanos llegó fue que esos picos dañinos de contaminación correspondían en la mañana entre 5:00 a 11:00 a.m. y en la tarde-noche, entre 6:00 y 10:00 p.m.
“Muchos de nosotros salíamos en la mañana a hacer ejercicio, pero comprendimos que era el peor momento para hacerlo. Es decir, con base en los datos pudimos como ciudadanos tomar decisiones: si sales a hacer deporte a esa hora te expones a daños”, explicó Posada.
Pero además, en otra muestra del impacto que los ciudadanos pueden tener en sus ciudades aprovechando la Big Data, el grupo construyó en abril del año anterior, el informe Calidad del Aire 2015-2017 Valle de Aburrá, que fue expuesto en la plataforma colaborativa de datos public.tableau.com para que la información tuviera carácter público.
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Mediciones independientes desde el Internet de las Cosas
A partir de las sorpresas que les derivó el análisis de los datos, el equipo de ciudadanos quiso acceder a más información pero de nuevo tuvieron restricciones.
Sin embargo, convirtiendo el obstáculo en oportunidad, llegaron a Purple Air, iniciativa independiente de monitoreo de Calidad del Aire que hace mediciones en varios países del mundo con base en sensores que pueden ser adquiridos por los ciudadanos y que sumados, generan una red que emite información en tiempo real.
En Latinoamérica solamente en México (Pátzcuaro – Michoacán), Brasil (Río Branco – Acre) y Colombia (Medellín) hace presencia Purple Air y aprovechando esa presencia, instalaron un sensor en su oficina.
El grupo de profesionales ya adquirió un sensor que han instalado hace poco menos de un mes en la parte alta de la sede de su compañía -en el sur de la ciudad, donde más se concentra la contaminación debido al régimen de vientos del Valle de Aburrá.
Con ese avance, gestionan la articulación con Purple Air para, con las instrucciones de la red, “acceder a la información de estos sensores y otros de la ciudad, capturar la data y empezar a sacar analítica para comprender mejor el fenómeno de la contaminación y volver generar un estudio”, señaló Posada que con el conocimiento adquirido hizo un llamado a los tomadores de decisiones públicas: hay que tomar medidas impopulares pero necesarias.
Enfatizó que esas medidas, como las restricciones drásticas a las fuentes móviles que son las que emiten cerca del 80% de las partículas PM2.5 y PM10, se deben tomar pese a lo impopulares que puedan ser política y comercialmente. “No podemos seguir jugando con los días soleados para disipar la contaminación. Este marzo nos criticaron puntualmente por decir que hubo días en los que literalmente, durante tres o cuatro horas, respiramos partículas PM2.5”.