Ideas disruptivas, enfoques diferentes y soluciones innovadoras han sido para este urbanista canadiense el sello de su trabajo transformador. Durante 6 años fue director de planeación de Vancouver y el gran reconocimiento que ha tenido su gestión le ha permitido asesorar numerosas ciudades alrededor del mundo. Aquí algunas de sus reflexiones, que convergen en un solo propósito: que la ciudad sea para la gente, para caminar y pedalear, y no para los autos.
Es un hecho que toda ciudad notable o con protagonismo global se ha desarrollado gracias a la visión y agudeza de los planificadores. Vancouver (Canadá) es un buen ejemplo de ello. Nombres como Ray Spaxman, Larry Beasley o Ann McAfee son imprescindibles para entender el desarrollo urbano y calidad de vida en esta ciudad. Y también debemos sumar a este grupo de prestigio el nombre de Brent Toderian.
Toderian, con 36 años, se convirtió en 2006 en el director de planeación urbana más joven de la historia en Vancouver. Venía de ser el arquitecto del programa de Eco-densidad, un especie de “marca registrada” creada por el entonces alcalde de Vancouver, Sam Sullivan, y que Toderian ayudó a desarrollar con un conjunto de políticas públicas.
En tiempos de Toderian, Vancouver definió una visión: ser la ciudad más sostenible del planeta en el año 2020, y para ello tenía que asumir compromisos y asumir nuevas formas de hacer las cosas. Con esa lógica, Toderian tomó decisiones y lideró proyectos que en un comienzo generaron resistencias.
El cambio hacia una ciudad más densa se centró en ciertas áreas. La Eco-densidad «era una gran marca, pero nadie sabía lo que significaba. Y el temor era que significaría densidad en todas partes y no formas de densidad particularmente diversas», explicó Toderian en una entrevista a CityLab. Un tema clave en su despacho fue la renovación del centro de la ciudad al promover la migración continua de familias hacia allí (cerca de 7.000 en los últimos 20 años).
Luego Toderian se convertiría en una de las caras más reconocibles de la administración local para los ciudadanos. La ciudad fue capaz de albergar con toda solvencia y con toda la infraestructura los Juegos Olímpicos de Invierno en 2010 y, sin embargo, no perder el rumbo en su decisión estratégica de apuntarle a la sostenibilidad. En la actualidad no hay un ranquin de sostenibilidad o escalafón de calidad de vida en el que Vancouver no ocupe los primeros puestos.
La ciudad avanza si camina y pedalea
Seguir el modelo norteamericano, diseñando ciudades para los automóviles, es un error. Así lo afirma con contundencia Toderian. Y lo ha hecho desde su posición de director de planeación hasta el año 2012 y luego como urbanista y asesor de varias ciudades alrededor del mundo.
Toderian va mucho más allá de la necesidad de generar nuevos espacios públicos, cosa que también propone. Plantea ideas que suenan provocadoras. Para ello tiene a su favor el hecho de que las ha aplicado con éxito.
Una ciudad que permita desplazarse de todas las maneras es una de sus convicciones. “Los ciudadanos deben tener diferentes opciones para desplazarse. Aunque no hay que prohibir el vehículo particular, las ciudades deben priorizar el tránsito a pie o en bicicleta”, argumenta.
“Si todos quieren manejar un carro, nadie lo va a poder hacer”. Desde su perspectiva, la lógica de la planificación norteamericana a lo largo del siglo XX es insostenible: mientras más vías para los automóviles se construyan, más vehículos se matricularán y circularán y más vías se necesitarán. Él mismo, afirma, hace seis años renunció al uso del vehículo particular para transitar por la ciudad.
Recientemente en su visita a Santiago de Chile invitado por la Cámara Chilena de la Construcción, reiteró un mensaje a las ciudades emergentes: “Creemos que el hecho de que una persona deje de lado su carro y decida moverse en transporte público o en bicicleta es mágico, pero no, no lo es. Se trata de una decisión racional. Las ciudades cambian si cambia la manera de pensar”.
Pero sus ideas van mucho más allá: caminar debe ser una alternativa real para el ciudadano. “El transporte público permite el acceso a todos. Eso es bueno ambientalmente y equitativo, pero alguien pobre debe elegir si gasta en comida o en transporte. Por eso hay que ir más allá del transporte público, por eso hay que considerar al caminante y al ciclista que se transportan por la ciudad, hacerlos sentir seguros, que la ciudad está pensada para ellos”.
Cómo ve las ciudades latinoamericanas
¿Qué podría decir sobre las ciudades latinoamericanas un hombre como Toderian, que además de liderar los cambios en Vancouver ha sido asesor de ciudades como Copenhague, Oslo, Auckland, Helsinki, Rotterdam, Sídney o Nueva York? Para él un primer elemento que deben comprender los planificadores y alcaldes latinoamericanos es que se deben hacer ciudades más habitables, más humanas.
Medellín, Buenos Aires y, en el pasado, Bogotá y Curitiba, son todos ejemplos interesantes que las ciudades globales pueden aprender a seguir este camino. “No hay ciudad perfecta. Lo bonito de esto es que todos podemos aprender de cada una de las urbes en los diferentes continentes”, señala.
Para él Medellín -ciudad que tuvo la oportunidad de asesorar en años pasados- es una urbe de referencia. Pasar de ser la ciudad más violenta del mundo hace unas décadas y a través de un esfuerzo colectivo y mejor estrategia, transformarse de manera increíble hasta llegar a recibir el Premio Lee Kuan Yew, considerado como el premio “Nobel de Ciudades” es admirable.
“Eso muestra que no hay excusa para no enfrentar los desafíos de las ciudades en planificación, porque varias han enfrentado problemas mayores y han tenido éxito. La primera lección es sobre la cultura de visión, disposición y oportunidad en vez de una cultura de excusas. Las ciudades que tienen éxito son las que han rechazado la cultura de las excusas.”, afirmó hace poco en una entrevista al medio chileno Pulso.
También es claro en el rol que desempeña el urbanismo en el éxito económico de las ciudades. Y Vancouver ha capitalizado sus logros en materia urbanística alcanzando una altísima reputación al ubicarse entre las ciudades con mejor calidad de vida y sostenibilidad.
Esta es la visión de Toderian, un “workoholic” apasionado por el diseño urbano y que se ha convertido en una especie de evangelista de la ciudad a escala humana. Eso sí, tiene muy claro que aún hay muchas mentes por convencer y cambiar.
Con información de Carta Medellín