Colombia, Venezuela, Brasil y Centroamérica presentan el mayor número de ciudades en condiciones de fragilidad, y en donde los pocos avances sociales obtenidos se pueden ir al traste, especialmente por factores como la violencia y la desigualdad.
El Diccionario de la Lengua Española define frágil como algo débil, que puede deteriorarse con facilidad. También lo nombra como algo quebradizo y que con facilidad se hace pedazos. Y a esto es a lo que están expuestas las ciudades del mundo, como consecuencia del crecimiento rápido y sin planeación.
El Instituto Igarapé en Brasil, con el apoyo de la Universidad Naciones Unidas de Japón, el Foro Económico Mundial y la organización 100 Ciudades Resilientes, desarrolló un índice global sobre la fragilidad de las ciudades, que evidencia los mayores riesgos que están enfrentando las urbes para garantizar el bienestar y la calidad de vida, pero sobre todo para ser territorios viables. El índice incluyó información de 2.100 ciudades cuya población es mayor a 250 mil habitantes.
Este índice está construido sobre once variables que son: el crecimiento de la población, la urbanización rápida y no regulada, la pobreza, la desigualdad, el desempleo, los homicidios, los conflictos urbanos, el riesgo de terrorismo, el riesgo de desastres naturales, la contaminación atmosférica (polución del aire) y el acceso a la electricidad. Las ciudades recibieron una calificación del 1 al 4, oscilando desde las menos frágiles (indicadas en amarillo) a las más frágiles (indicadas en rojo).
En el caso particular de Latinoamérica, investigadores del propio Instituto Igarapé advierten que muchas ciudades de América Latina sufren de lo que algunos estudiosos llaman “periferialización”, pues son fragmentadas, segregadas y excluyentes. Eso las hace más frágiles.
Ilona Szabó y Robert Muggah, cofundadores del Instituto Igarapé, argumentan que a pesar de “que la élite ha salido bien librada de la revolución urbana de América Latina, los pobres siguen luchando por tener acceso a servicios básicos, como seguridad, transporte público, agua y saneamiento.”
Y esto se evidencia en dos aspectos fundamentales, el primero de ellos la desigualdad: a pesar de los esfuerzos de los gobiernos de la región por disminuir la pobreza, Latinoamérica reúne 10 de los 15 países más desiguales del mundo y de sus 625 millones de habitantes, 120 millones viven en barrios informales.
Y un segundo factor es la violencia homicida: en el 2015 la región registró 42 de las 50 ciudades con más asesinatos en el planeta. Ciudades como Caracas, San Salvador, San Pedro Sula, Acapulco están liderando dicho ranking. Mientras tanto, Brasil tiene 21 ciudades en la lista, la mayoría de ellas agrupadas a lo largo de la costa norte y este del país. “Hay fuertes indicios de que la violencia letal continuará creciendo en las ciudades de América Latina, en contraste con casi todos los demás sitios. No es sorprendente que los habitantes urbanos señalen a la inseguridad como su prioridad absoluta.”, advierten Szabó y Muggah.
Muchas ciudades de América Latina sufren de una serie de riesgos adicionales que contribuyen a esa fragilidad y las más susceptibles no son necesariamente las grandes ciudades, sino las de crecimiento rápido.
Las más frágiles
La más reciente medición del índice de fragilidad de las ciudades en 2016 muestra cómo en países como Colombia, Venezuela y Brasil están las urbes más frágiles, aunque en un rango medio, lo que obliga a su observación permanente.
En el caso de Colombia, ciudades como Pasto, Popayán, Buenaventura, Palmira, Neiva, Armenia, Ibagué, Villavicencio, Cúcuta, Montería, Cartagena y Barranquilla tienen calificaciones entre 2.50 y 2.70.
Para el caso de Venezuela, las ciudades con más fragilidad son: San Cristóbal, Maracaibo, Lagunillas, Barinas, Punto Fijo, Acarigua, Barquisimeto, Valencia, Maracay, Los Teques, Barcelona, Maturín, Ciudad Guayana y Baruta.
Para Brasil las ciudades más frágiles son: Manaos, Sao Luis, Fortaleza, Joao Pessoa, Goiania y Maceio. Y para el caso de Centro América ciudades como San Pedro Sula, Tegucigalpa, Santa Ana, Choloma y Mixco son las más frágiles.
Otros riesgos de fragilidad urbana en Latinoamérica están relacionados con la debilidad de las instituciones encargadas de proveer seguridad y justicia y asimismo del desempleo juvenil. Por ejemplo, ciudades como San Juan, Santo Domingo, Salvador y Puerto Príncipe registran tasas de desempleo que van desde 14% a 49%. Mientras más desiguales sean las ciudades, habrá tasas de violencia más altas.
La preocupación sobre estas y otras ciudades latinoamericanas es que el progreso se ha estancado. Szabó y Muggah explican que “el Banco Mundial y SEDLAC detectaron hace poco retrocesos en la desigualdad en algunas partes del triángulo norte de América Central y la región andina, precisamente en ciudades donde el crimen y la violencia está en alza. Una inversión dirigida y destinada a reducir la violencia es un factor fundamental para revertir la fragilidad.”
Y en esto último las ciudades tendrán que aguzar el ingenio y la innovación para encontrar programas y políticas públicas que eviten mayores estadios de violencia y desigualdad, y así evitar que estas ciudades lleguen al nivel rojo en materia de fragilidad. La tarea está por hacer.