Aunque no es propiamente un alcalde, Claudio Orrego Larraín cabe en esa categoría y también en la de presidenciable. Por lo pronto él se considera a sí mismo un “animal político”, lleva la política en la sangre. Es hijo del ya fallecido académico, historiador y político chileno Claudio Orrego Vicuña y de Valentina Larraín Bunster, quien fuera asistente personal del presidente Patricio Aylwin entre 1990 y 1994.
Abogado y Master en Políticas Públicas, Orrego se ha caracterizado por ser un defensor de las libertades civiles. Ejemplo de ello fue su participación en el Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo, un colectivo en defensa de la integridad física de los prisioneros durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Inició su carrera como político en 1996 convirtiéndose en concejal de Peñalolén, comuna ubicada en el oriente de la ciudad de Santiago de Chile, poblada principalmente por familias de nivel medio-alto y alto. En 2000 asumió como ministro de Vivienda y Bienes Nacionales del presidente Ricardo Lagos. En 2004 decidió buscar la alcaldía de Peñalolén y ganó. Allí tuvo una gestión destacada por sus iniciativas en materia de vivienda, competitividad y espacio público. En 2007 fue reconocido como uno de los mejores alcaldes del Gran Santiago. Esa buena gestión le permitió reelegirse en 2008 con el 58 % de la votación.
Orrego decidió dar en 2012 el salto al escenario nacional. Se presentó como precandidato a las elecciones presidenciales. En la primaria resultó tercero entre los aspirantes de la Nueva Mayoría, la coalición política chilena que agrupa a los partidos de centroizquierda e izquierda. La ganadora fue la expresidenta Michelle Bachelet, quien a la postre regresaría a la presidencia en 2013. Justamente Bachelet lo designó Intendente de la Región Metropolitana de Santiago en 2014.
“Si por algo creo que me van a recordar es por el trabajo que hicimos con los espacios públicos: nueve parques en la ciudad de Santiago, todos en sectores populares, como Cerro Navia, Pudahuel y La Pintana; plazas de bolsillo, ciclovías, el Mapocho Pedaleable. Porque al final, lo que define una ciudad es lo que sucede en los espacios públicos”, dijo hace poco en una entrevista al diario chileno La Tercera, a manera de balance.
A pesar de ello, su gestión no ha estado exenta de algunas polémicas. Se recuerda la aprobación del relleno sanitario en la comuna de Til Til y cómo Orrego fue acusado por algunos ministros de gobierno por no “contener” el problema social que produjo esa decisión y que al final tuvo que ser atendido por el gobierno central. Y también fue célebre la denuncia que hizo de la existencia de, según él, 70 permisos de edificación en la comuna de Estación Central, bautizados como guetos verticales y que puso en evidencia la falta de planificación y regulación territorial. Orrego, está claro, no ha pasado desapercibido en el cargo.
El 11 de marzo de este año terminará su labor como intendente, que en términos simples es el gran articulador –una especie de alcalde mayor- de las políticas públicas en las 34 comunas del Gran Santiago y 18 rurales, para pasar a la oposición ante el nuevo gobierno de Sebastián Piñera. Le gustaría ser de nuevo intendente pero por elección popular. Pero para algunos observadores, luego de su muy buena gestión en la intendencia podría ser candidato presidencial, una carta válida para dentro de 4 años. Aunque él se ha adelantado a decir que no está interesado en serlo, un “animal político” como él mismo se define, sabe que en política nunca se puede decir nunca.