¿Necesitamos limitar los combustibles fósiles? Sí. ¿Necesitamos descarbonizar? Claro. ¿Necesitamos acelerar la transición energética? Por supuesto, de manera planificada e inteligente. ¿Es la movilidad uno de los sectores en el que debe hacerse un esfuerzo mayor? Sin duda.
En la última década, la movilidad sostenible justamente ha emergido como un factor clave en la lucha contra el cambio climático. Los vehículos eléctricos (VE) se han posicionado como una alternativa prometedora a los combustibles fósiles, y el litio, un metal ligero clave en la fabricación de baterías, ha cobrado un protagonismo insospechado.
El litio es el metal más liviano y electropositivo, lo que lo hace ideal para las baterías de iones de litio utilizadas en vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos y almacenamiento de energía renovable.
De acuerdo con un informe de la CEPAL, los recursos identificados de litio en América Latina y el Caribe se concentran en el denominado triángulo del litio (Chile, Argentina y Bolivia con 56 % de los recursos de litio mundiales). Además, es posible encontrar litio en menores cantidades en Brasil, México y Perú, elevando el porcentaje de reserva en la región a casi 60 % de los recursos mundiales.
Solo tres países explotan litio a gran escala comercial en la región: Chile el 41 %, Argentina representó el 9,8 % de la producción mundial y Brasil el 0,4 %. Hoy los cuatro mayores productores de litio en el mundo (en su orden: Australia, Chile, China y Argentina) concentraron más del 96 % de la producción global en 2023, lo que ha motivado a los países productores de baterías de ion-litio a incluir el mineral en su listado de minerales críticos.
Las mayores reservas de litio están por estas tierras, así que esta realidad ofrece oportunidades económicas sin precedentes, nos pone en una posición privilegiada para capitalizar el auge de la movilidad sostenible y la transición hacia una economía baja en carbono, pero también plantea desafíos que requieren una estrategia cuidadosa para aprovechar al máximo el recurso.
Los países latinoamericanos productores de litio tienen la oportunidad de diversificar sus economías, impulsar la innovación y crear empleos en sectores de alto valor agregado. La inversión en la extracción y procesamiento de litio puede generar ingresos significativos a través de la exportación de productos refinados, así como atraer inversión extranjera y tecnología de vanguardia. Además, el crecimiento de la industria del litio puede impulsar el desarrollo de infraestructura relacionada, como plantas de energía renovable y redes de carga para VE, lo que contribuiría a la descarbonización del transporte.
El litio desempeña también un papel crucial en la industria ferroviaria al alimentar baterías de alto rendimiento en trenes eléctricos. Estas baterías proporcionan una fuente de energía confiable y eficiente, permitiendo la operación de trenes sin emisiones de gases de efecto invernadero ni contaminación acústica. Además, el litio contribuye a reducir los costos operativos y de mantenimiento al prolongar la vida útil de las baterías y aumentar la autonomía de los trenes.
A pesar de las oportunidades, los países latinoamericanos enfrentan una serie de desafíos para aprovechar plenamente el potencial del litio en la movilidad sostenible. Uno de los principales obstáculos es la falta de infraestructura y capacidad técnica para la extracción y procesamiento del litio a gran escala. La industria del litio requiere tecnologías especializadas y una gestión ambientalmente responsable para minimizar el impacto en los ecosistemas locales.
Además, existe una creciente preocupación por la gobernanza y la equidad en la explotación de este mineral. En países como Bolivia, donde se encuentra el salar de Uyuni, la mayor reserva de litio del mundo, ha habido tensiones entre el gobierno y las comunidades locales sobre la distribución de beneficios y el respeto a los derechos de tierras indígenas. Garantizar una participación justa y equitativa en los beneficios del litio es fundamental para evitar conflictos sociales y promover un desarrollo sostenible de largo plazo.
Otro desafío importante es la volatilidad de los precios del litio en el mercado internacional. Aunque la demanda de litio está en aumento, los precios pueden fluctuar debido a factores como la oferta y la demanda globales, la tecnología de las baterías y las políticas gubernamentales. Los países latinoamericanos deben diversificar sus economías y no depender exclusivamente de este recurso para evitar vulnerabilidades a las fluctuaciones del mercado.
Y un último reto, no menor, que leí en esta misma plataforma: el reciclaje de baterías de litio a gran escala. Una investigación del Banco Interamericano de Desarrollo BID señala que la implementación de buenas prácticas para la reutilización y el reciclaje de baterías de iones de litio en la región podría resultar en una reducción de hasta 2.1 millones de toneladas de baterías necesarias para el reciclaje. Además, permitiría que la región recicle un total de hasta 2.8 millones de toneladas de baterías entre 2024 y 2050.
Sin duda, para aprovechar al máximo las oportunidades del litio en la movilidad sostenible, los países latinoamericanos deben adoptar una estrategia integral que aborde los desafíos mencionados. En primer lugar, es fundamental invertir en investigación y desarrollo para mejorar las tecnologías de extracción, procesamiento y reciclaje del litio, con un enfoque en la eficiencia energética y la minimización de impactos ambientales.
Además, se debe promover la colaboración público-privada para desarrollar cadenas de valor del litio integradas y sostenibles. Esto incluye la inversión en capacitación y desarrollo de habilidades para los trabajadores locales, así como el fortalecimiento de las normativas ambientales y laborales para garantizar prácticas responsables en toda la cadena de suministro del litio.
En cuanto a la gobernanza, es crucial establecer marcos regulatorios claros y transparentes que promuevan la participación y consulta de las comunidades locales, respeten los derechos de las comunidades donde está el recurso y garanticen la distribución equitativa de beneficios. Esto puede implicar la creación de fondos de desarrollo local financiados por los ingresos del litio, así como mecanismos de monitoreo y cumplimiento para asegurar el cumplimiento de estándares sociales y ambientales.
Finalmente, los países latinoamericanos deben diversificar sus economías y promover la innovación en otros sectores relacionados con la movilidad sostenible, como la energía renovable, la eficiencia energética y el transporte público. Esto reducirá la dependencia del litio y aumentará la resiliencia frente a la volatilidad del mercado ya mencionada, al tiempo que promueve un desarrollo más equitativo y sostenible en toda la región.
Ojalá el litio sea una gran oportunidad de desarrollo para Latinoamérica y no un tesoro maldito.
Hasta pronto y gracias por su lectura.