En Colombia una noticia conmocionó a muchas personas, en especial a mujeres y colectivos de equidad de género en ese país. En el municipio de La Unión, en el departamento del Valle de Cauca, un hombre persiguió a una mujer, y al alcanzarla la decapitó en plena vía pública.
Como Diana Carolina Serna fue identificada la mujer de 38 años asesinada por Hernando de Jesús Suárez, de 44 años, en el barrio El Jardín. En las cámaras de seguridad del sector quedó grabado el momento en que la mujer intentaba escapar de su expareja, mientras este la perseguía con un machete en la mano derecha. Este caso es un ejemplo trágico y extremo de los continuos peligros a los que se enfrentan las mujeres en el espacio público y al habitar la ciudad.
Como solución a estas precarias condiciones que ofrecen las ciudades a las mujeres, ha surgido el urbanismo feminista como un enfoque transformador en el diseño y planificación urbana, buscando abordar las desigualdades de género arraigadas en el espacio urbano.
“Las urbes son la expresión física de las sociedades; por ello es imprescindible repensar, transformar y proponer ciudades, pueblos, espacios urbanos y ruralidades desde los feminismos. Los lugares no son neutros en escala alguna: nos condicionan, nos envían mensajes, nos dicen constantemente cuáles son los comportamientos adecuados y cuáles no. Por lo tanto, su transformación con criterios de igualdad, de cuidados y de redes es imprescindible”, afirma la arquitecta y urbanista argentina Zaida Muxí.
Sin duda, la urbanista estadounidense Jane Jacobs es una de las mujeres que más ha enriquecido el discurso del urbanismo feminista. Aunque no está claro si ella se hubiera identificado como feminista, sí que es considerada una de las mayores referentes entre quienes trabajan en la promoción de este modelo. Su crítica a la ciudad capitalista y la reivindicación de la calle, las aceras, los parques y el barrio como espacios de socialización ha influenciado al urbanismo feminista de forma contundente.
Pero este enfoque va más allá de simplemente considerar las necesidades de las mujeres en el diseño de las ciudades, aspirando a crear entornos urbanos que promuevan la igualdad, la inclusión y la seguridad para todas las personas, independientemente de su género.
Principios del urbanismo feminista
El urbanismo feminista se basa en la premisa de que el diseño urbano no debe ser neutral en cuanto al género, sino que debe abordar y corregir las desigualdades existentes. Algunos de los principios fundamentales incluyen:
- Accesibilidad y Seguridad: El urbanismo feminista aboga por entornos urbanos que sean accesibles y seguros para todas las personas, especialmente para las mujeres y otros grupos marginados. Esto implica iluminación adecuada de calles y espacios públicos bien cuidados.
- Diversidad y Flexibilidad: Reconoce la diversidad de las experiencias de las mujeres y promueve la flexibilidad en el diseño urbano para adaptarse a las diversas necesidades de la población. Esto incluye la planificación de espacios que sean amigables con la infancia y la provisión de instalaciones para el cuidado de niños.
- Participación Ciudadana: El urbanismo feminista aboga por la participación permanente y activa de las mujeres en el proceso de toma de decisiones sobre el diseño urbano. Busca incluir voces diversas para garantizar que las necesidades y preocupaciones de todas las comunidades sean consideradas.
- Reducción de la Violencia de Género: Busca abordar y prevenir la violencia de género en el espacio público, diseñando entornos que disuadan el acoso y fomenten la seguridad de las mujeres.
- Promoción de la Movilidad Sostenible: Favorece modos de transporte sostenibles y accesibles para todas las personas, facilitando la movilidad de mujeres en particular, ya que a menudo tienen patrones de viaje más complejos debido a responsabilidades mayores de cuidado y trabajo.
Ejemplos aplicados de urbanismo feminista
Viena, la capital austriaca, ha adoptado medidas significativas derivadas del urbanismo feminista. La ciudad ha ejecutado más de 60 proyectos que han incorporado la perspectiva de género en el diseño urbano. En un proyecto, agregar senderos y espacio para actividades distintas al fútbol en los parques urbanos resultó en que más niñas usaran los espacios. Se ha ensanchado más de un kilómetro de aceras para facilitar el paso de los peatones, que suelen ser más mujeres que hombres. Esto ha beneficiado especialmente a aquellos con cochecitos. Ha habido 26 nuevos proyectos de alumbrado público y se han llevado asientos adicionales a nueve lugares diferentes. Y, además, un exitoso complejo de apartamentos piloto diseñado por y para mujeres en el distrito de Seestadt, ubicado en el borde este, también ha dado lugar a requisitos de análisis de género para todas las ofertas de contratos de vivienda social de la ciudad.
En España un referente claro en el urbanismo feminista es Barcelona. La capital catalana ha avanzado en la integración de principios de urbanismo feminista en su planificación urbana. El desarrollo del «Plan para la Justicia de Género de Barcelona 2021-2025» ha impulsado la creación de espacios públicos más inclusivos, con un énfasis especial en áreas de juego para niños y niñas. La promoción del transporte público y el diseño de calles más seguras han sido prioridades, con la participación ciudadana como un elemento central. Y muchos colectivos trabajan en esta dirección y aportan a la visión, como es el caso de Col·lectiu Punt 6
En América Latina, como lo reseña el libro «Urbanismo Feminista» del propio Col·lectiu Punt 6, la arquitecta argentina Ana Falú, «lleva más de treinta años trabajando entre la academia, la institución y el movimiento feminista, logrando incidir en la introducción en las agendas urbanas internacionales de las problemáticas que afectan a mujeres y niñas en la ciudad, especialmente las relativas a las violencias y la seguridad.» Como coordinadora de la Red Mujer y Hábitat de América Latina, creada en 1989, y que ha desarrollado experiencias de ciudades seguras en varias ciudades latinoamericanas con una metodología común, ha sido precursora del análisis del espacio público desde la perspectiva del derecho a la ciudad de las mujeres y ha sistematizado una metodología para realizar diagnósticos sobre la seguridad de los espacios cotidianos en los barrios, que ha alimentado las herramientas participativas del urbanismo feminista.
Aunque las experiencias exitosas señalan avances significativos, el urbanismo feminista enfrenta varios desafíos. La resistencia cultural, la falta de financiamiento y la falta de datos desglosados por género son obstáculos comunes. Además, la necesidad de mantener un enfoque inclusivo, considerando las experiencias de mujeres de diversas identidades, es esencial para el éxito continuo de este modelo de planificación.
A medida que las ciudades evolucionan, el urbanismo feminista ofrece un enfoque cada vez más necesario para crear entornos urbanos que no solo aborden las desigualdades de género, sino que también promuevan la equidad, la sostenibilidad y la calidad de vida para todos. Pero, sobre todo, para que casos terribles como el feminicidio ocurrido en Colombia contra Diana Carolina y casos similares en muchos lugares de Latinoamérica no se den más.