Oscar Méndez lidera un emprendimiento que usa el plástico botado a la basura para construir viviendas. Su trabajo es evidencia de cómo los residuos son dinero, pero sobre todo son una oportunidad para disminuir la contaminación ambiental.
La tapa plástica de una botella de gaseosa por ser de polipropileno tiene muy buen mercado en todo el mundo. También tienen ventajas en el mercado del reciclaje las botellas pet.
Pero aquellos empaques donde vienen muchos alimentos, que están fabricados con una capa de polietileno, una capa de polipropileno y una capa de aluminio, son los que no les interesan para nada a los recicladores, dejándolos a un lado como simple basura.
Sin embargo, ese tipo de material antiecológico, al igual que el plástico de electrodomésticos y otros enseres en desuso, es el que hace parte de los plásticos residuales que la empresa Conceptos Plásticos utiliza para construir viviendas.
Fue por ello que la expresión “urbanismo para los retos del cambio climático”, Oscar Andrés Méndez la tradujo en el Low Carbon City Forum a la forma más comprensible que un ciudadano pueda imaginar.
Con imágenes y cifras mostró que el plástico y el caucho que van a los basureros en Bogotá, su empresa los transforma en vivienda digna, temporal o permanente, para personas de escasos recursos económicos, y también en refugios, salones de clase, salones comunitarios y otras edificaciones modulares.
Oscar Andrés, un arquitecto y empresario bogotano formado en emprendimiento social en la Universidad de Pennsylvania, hace seis años fundó la empresa Conceptos Plásticos en compañía de un entusiasta y visionario equipo de jóvenes empresarios, el cual hoy está rodeado de otro equipo de aportantes al negocio.
En diálogo con LA Network explicó que Bogotá está sepultando en el relleno Doña Juana aproximadamente 650 toneladas diarias de plástico, que es ciento por ciento reciclable, “y con el cual nosotros podríamos fabricar cien casas”.
Afortunadamente en sus recorridos por las calles de la ciudad, cerca de 14.000 recicladores evitan diariamente que 100 toneladas más vayan al subsuelo del vertedero.
Pero no se tienen registros de otras 400 toneladas diarias “que son las que terminan en el mar, arrastradas por quebradas y ríos”, en opinión de Oscar Andrés.
“Necesitamos un cambio de conciencia para que las personas dispongan adecuadamente los residuos”, dice, explicando enseguida que “uniendo esfuerzos y sueños fue como arrancamos con este proyecto de vivienda que hoy está clasificado en el campo de las empresas que ofrecen soluciones colectivas para problemas urgentes en nuestras ciudades”.
El impacto de esta iniciativa, afirma Oscar Andrés, es triple, porque además de la alternativa social que ofrece al déficit cuantitativo de vivienda, recupera y da valor agregado ambiental a materiales de difícil disposición final (como plásticos residuales multicapa y caucho). Asimismo, hace parte importante del proceso de economía circular al generar empleo directo e indirecto.
“Algo que es bien importante dentro de los impactos social, ambiental y económico, es que estamos desviando de vertederos y de incineradores miles de toneladas de plásticos residuales, estamos mejorando la calidad de vida de comunidades vulnerables, y estamos involucrando recicladores, asociaciones, fundaciones y empresas responsables socialmente”.
En cuanto al costo de una solución de vivienda de cuarenta metros cuadrados, explica que en un principio estuvo alrededor de los 16 millones de pesos, pero que a partir de desarrollar sistemas de procesamiento más livianos y más eficientes, ese costo se sitúa hoy en aproximadamente 12 millones.
Aunque el equipo de Conceptos Plásticos sabe que aún les falta tiempo y recursos para automatizar el proceso de producción, una de las metas que persiguen es “ampliar nuestro modelo en Latinoamérica, especialmente en los países donde el déficit de vivienda es mayor a 40% y los residuos plásticos son un problema grave”.
Meta que sin duda alcanzarán “uniendo esfuerzos y sueños”.