Número uno: El fin de la pobreza
A pesar de los innegables avances en materia de combate a la pobreza en el mundo, la fragilidad de los indicadores obliga a reforzar la lucha contra este flagelo.
Los índices de pobreza extrema se han reducido a la mitad desde 1990 en el mundo. Si bien se trata de un logro muy importante, 1 de cada 5 personas de las regiones en desarrollo aún vive con menos de 1,25 dólares al día, y hay muchos más millones de personas que ganan poco más de esa cantidad diaria, a lo que se añade que hay muchas habitantes del planeta en riesgo de recaer en la pobreza.
La pobreza va más allá de la falta de ingresos y recursos para garantizar unos medios de vida sostenibles. Entre sus manifestaciones se incluyen el hambre y la malnutrición, el acceso limitado a la educación y a otros servicios básicos, la discriminación, la exclusión social y la falta de participación en la adopción de decisiones. El crecimiento económico debe ser inclusivo con el fin de crear empleos sostenibles y promover la igualdad.
Para 2030, el objetivo número uno definido por la institucionalidad del mundo es erradicar la pobreza extrema para todas las personas, actualmente medida por un ingreso por persona inferior a 1,25 dólares al día.
Igualmente para 2030, se quiere reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.
Por último, es necesario garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los pobres y los vulnerables, tengan los mismos derechos a los recursos económicos, así como acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de las tierras y otros bienes, la herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías apropiadas y los servicios financieros, incluida la microfinanciación.
La Nueva Agenda Urbana propone ciudades inclusivas. Erradicar la pobreza en los centros urbanos también es la prioridad número uno.
Con información de ONU